El mundo tiene más basura electrónica que humanos

LA UNIVERSIDAD DE LAS NACIONES UNIDAS (UNU), COAUTORA DEL REPORTE, PRONOSTICA QUE, DE NO PRODUCIRSE NINGÚN CAMBIO, LOS RESIDUOS TECNOLÓGICOS PODRÍAN CASI TRIPLICARSE PARA EL AÑO 2050

El hecho de que las innovaciones tecnológicas sean accesibles a cada vez más personas tiene también un costado devastador: cada año se acumulan 50 millones de toneladas de desechos electrónicos en todo el planeta.

Esa cifra implica un peso superior al de la chatarra de este tipo generada por las aerolíneas comerciales de todo el mundo, o suficientes torres Eiffel para llenar el barrio neoyorquino de Manhattan.

Así lo advierte el informe “A New Circular Vision for Electronics – Time for a Global Reboot” (una nueva visión circular para la electrónica: tiempo para un reinicio global), difundido el jueves 24 en el Foro Económico Mundial de Davos.

En la actualidad se recicla formalmente apenas 20 por ciento de los desechos electrónicos, lo que incluye computadoras en sus distintas versiones, teléfonos celulares, televisores, impresoras y una amplia gama de electrodomésticos.

La Universidad de las Naciones Unidas (UNU), coautora del reporte, pronostica que, de no producirse ningún cambio, los residuos tecnológicos podrían casi triplicarse para el año 2050.

Es difícil evaluar cuántos productos eléctricos se fabrican anualmente, según el estudio. Sin embargo, si se considera solamente a los aparatos conectados a Internet, estos totalizan una suma mucho mayor que la de humanos, cuya población mundial es de unos 7.700 millones.

El informe, respaldado por siete agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), destaca que la rápida innovación y la reducción de costos han aumentado drásticamente el acceso a productos electrónicos y tecnología digital, acarreando muchos beneficios.

A su vez, esto ha derivado en un mayor uso de esos aparatos, y el efecto colateral pasa a ser la multiplicación de los desechos que los mismos generan cuando dejan de usarse.

Los residuos electrónicos constituyen actualmente la basura de más rápido crecimiento en el mundo, señala el reporte.

Existen legislaciones que vuelven obligatorio el reciclaje de desechos electrónicos, dijo a IPS Ruediger Kuehr, coautor del informe y director del Programa de Ciclos Sostenibles SCYCLE, de la UNU y el alemán Instituto para el Ambiente y la Seguridad Humana, citando el caso de la Unión Europea (UE).

Así es como este año debería reciclarse 85 por ciento de todos los desechos tecnológicos generados en la UE. Sin embargo, este objetivo no se alcanzará en absoluto, observó.

El principal desafío es recolectar esta clase de basura, y los últimos intentos de mejorar esta actividad obligando a comerciantes a aceptar aparatos obsoletos no resultaron fructíferos.

De ahí que sea necesario unificar las legislaciones sobre reciclaje de desechos electrónicos en innovadores sistemas de recolección, planteó Kuehr, entre otras iniciativas como crear conciencia entre los consumidores para que devuelvan los equipos obsoletos apenas dejan de usarlos.

Todo esto aliviará las tareas de recolección, porque el producto seguirá siendo propiedad del productor, dijo. Los puntos de reciclaje o recipientes para juntar esa chatarra son clave, pero no suficientes, agregó.

“Por lo tanto, la mera legislación sobre desechos electrónicos no cambiará las cosas, especialmente porque en muchos países no se aplica”, advirtió Kuehr.

Según el estudio, la basura tecnológica supone una oportunidad valorada en unos 62.500 millones de dólares por año, más que el producto interno bruto de la mayoría de los países y el triple de la producción de las minas de plata del mundo.

Hay 100 veces más oro en una tonelada de residuos electrónicos que en una tonelada de mineral de oro, señala el texto.

El informe llama a crear una nueva visión basada en la economía circular y en la necesidad de colaboración con las grandes marcas, así como con pequeñas y medianas empresas, con la academia, los sindicatos, la sociedad civil y sus asociaciones, en un proceso deliberativo para cambiar el sistema.

Kuehr dijo a IPS que algunos políticos e industriales consideran que el problema de los residuos electrónicos debe resolverse de manera sostenible, aunque las cifras indican lo contrario. Y agregó que aunque el asunto ha avanzado en la agenda política, también dentro de la ONU, todavía no se le confiere la importancia que amerita.

Para implementar soluciones sostenibles se requieren esfuerzos internacionales en parte revolucionarios y armonizados entre sí, opinó, señalando que se debe investigar más en este sentido.

El estudio cita varios ejemplos concretos de la batalla contra la basura electrónica en una economía circular.

En Nigeria, que genera 500.000 toneladas anuales de estos residuos, el gobierno nacional, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (más conocido por sus siglas en inglés GEF) y ONU Medio Ambiente anunciaron una iniciativa conjunta para crear una industria formal de su reciclaje, en la que también invertirá el sector privado.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en este sector trabajan de manera informal unos 100.000 nigerianos, que con esto podrán formalizar su situación laboral.

En América Latina y el Caribe, un proyecto sobre basura tecnológica de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi) cofinanciado por el GEF busca promover el desarrollo sostenible en 13 países, ayudando a establecer estrategias en cada uno de ellos y potenciando la cooperación regional.

El estudio presentado esta semana es resultado del trabajo de la E-waste Coalition, o coalición de desechos electrónicos, que incluye a la OIT, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (ONU Medio Ambiente), Onudi, el Instituto de las Naciones Unidas para la Formación Profesional e Investigaciones (Unitar), la UNU y los secretariados de las convenciones de Basilea y Estocolmo.

La coalición cuenta con el apoyo del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible y el Foro Económico Mundial, y es coordinada por la Secretaría del Grupo de Gestión Ambiental (EMG) de la ONU.

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