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Enero arrancó con el eco de una entrevista a EL TIEMPO: “La primera decisión que voy a tomar es el cese de los nuevos contratos de exploración de petróleo en Colombia”, respondió a lo que haría el 7 de agosto en caso de ganar las elecciones presidenciales. “Habrá una transición tranquila, pero segura y seria. Será mi mensaje claro para todos los actores de la sociedad y de la economía: iniciamos otro tipo de economía”, agregó.
En ese momento, era aspirante a la consulta interpartidista del Pacto Histórico, una coalición de partidos minoritarios y movimientos sociales de izquierda. El 13 de marzo, coincidiendo con la elecciones para Congreso, Petro se impuso con el 80 por ciento de los votos en esa consulta y duplicó en votos al que en ese momento se perfilaba como su principal rival: Federico Gutiérrez, ganador de la consulta en Equipo por Colombia (coalición de Centro-derecha).
Pero ese día, además, Petro le dio a la izquierda el mayor triunfo que haya vivido esa franja política en unas elecciones para el Congreso. Con vallas en las que aparecía solo su rostro, el Pacto Histórico logró 20 curules en el Senado y 27 representantes en la Cámara.
Gustavo Petro dio discurso tras ganar las elecciones presidenciales, al lado de Francia Márquez.Foto:
Vencedor en dos vueltas
En las presidenciales del 29 de mayo, obtuvo ocho millones y medio de votos, el 40 por ciento de la votación. En el camino dejó atrás a Federico Gutiérrez y Sergio Fajardo. En la segunda vuelta, 19 de junio, ganó con más de once millones de votos, el 50,44 por ciento de la votación, frente al 47,31 por ciento de su rival Rodolfo Hernández. Nunca antes en la historia de Colombia un candidato presidencial había obtenido tantos votos. “Pero también quedó en claro que 10,5 millones fueron a las urnas a votar en su contra”, dice el analista Andrés Segura.
El país venía de ser escenario de una explosión social, durante el gobierno de Iván Duque, que fue marcada por el protagonismo de un fenómeno nuevo: la primera línea. En su discurso de victoria, Petro dijo: “Cuánta gente que está presa, cuántos jóvenes se encuentran encadenados, esposados, tratados como bandoleros solo porque tenían esperanza y amor. Le solicito al fiscal general que libere a nuestra juventud”.
“Si el presidente electo quiere buscar la liberación de jóvenes que cometieron delitos, debe pedirle el favor al Congreso que cambie la ley y no al fiscal general”, le respondió Francisco Barbosa. Desde diversos sectores se interpretó que Petro llegaba a chocar de frente con la institucionalidad.
Sin embargo, su primera cita fue con su antagonista de toda la vida, Uribe Vélez. “Yo creo que no hay que pasar facturas”, aseguró el expresidente. “Comenzó la era del diálogo”, respondió el mandatario electo. Se trató de un encuentro que para muchos ponía fin a la polarización en la que estaba inmerso el país.
Desde el Capitolio, se dio todo un evento simbólico para la radicación del proyecto de ley con el que se insta a crear el Ministerio.
El polo a tierra
Con la designación del experimentado José Antonio Ocampo en la cartera de Hacienda trató de enviar un mensaje de tranquilidad a los mercados. No obstante, también armó un gabinete con figuras que han generado polémica por su excesivo activismo en temas ambientales y en contra del uso de combustibles fósiles. Un tema que causó enorme inquietud dentro y fuera del país, por ser esta la principal fuente de ingreso de divisas a las arcas del país.
En su posesión, el 7 de agosto, ante una multitud y con la mano en alto de su vicepresidenta, Francia Márquez, quien esperaba la toma del juramento, Petro dio su primera orden en condición de jefe de Estado: “Solicito a la Casa Militar traer la espada de Bolívar”. Fue la señal de un Gobierno para el que los discursos y los símbolos son una prioridad. Tanto dentro, como fuera del país. En su discurso ante la Asamblea General de la ONU, en Nueva York, dijo: “La guerra contra las drogas ha fracasado”.
“La crisis climática”, anotó en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP27, en la ciudad de Sharm el Sheij, (Egipto), “solo se supera si dejamos de consumir hidrocarburos”.
Estas dos obsesiones —lograr consensos globales sobre un nuevo enfoque antidrogas y acelerar una transición energética— aún no muestran resultados tangibles como, en cambio sí, otros objetivos que anunció en la campaña: restablecer las relaciones bilaterales con la Venezuela de Nicolás Maduro, reanudar las negociaciones de paz con el Eln; sacar adelante su agenda legislativa y emprender la búsqueda de la ‘paz total’.
Gustavo Petro y Nicolás Maduro.
En el Congreso logró armar una coalición mayoritaria. Tiene el respaldo de 78 de los 106 senadores y el apoyo de 140 de los 187 representantes de la Cámara. Con este bloque, sacó adelante en tres meses la reforma tributaria, el Presupuesto General de la Nación y el Acuerdo de Escazú, entre otras iniciativas.
Pero no todo han sido triunfos y celebraciones para el nuevo Gobierno. Petro fue blanco de duras críticas en análisis que lo señalan de ser, en buena parte, responsable de haber llevado el dólar a inédita cifra de 5.000 pesos. J. P. Morgan, el banco más prestigioso de Estados Unidos, lo señaló directamente del alza de la divisa porque “improvisaba” y con sus trinos ayudaba a “la crisis de confianza”.
Petro es muy ‘juicioso’ a la hora de comunicar desde su cuenta de Twitter, pero no es nada riguroso en el cumplimiento de su agenda. En estos cinco meses, sus constantes tardanzas o ausencias se han hecho muy evidentes. El 16 de agosto faltó al reconocimiento de tropas de las Fuerzas Armadas; el 13 de octubre no fue al Congreso Nacional de Comerciantes, y el 30 de noviembre dejó plantados a los magistrados de las altas cortes y sus familias invitados a una cena en la Casa de Nariño y a la posesión de dos togados.
Cuánta gente que está presa, cuántos jóvenes se encuentran encadenados, esposados, tratados como bandoleros solo porque tenían esperanza y amor.
Un tema bastante menor en comparación de las fuertes salidas con las que a menudo sorprende el actual presidente, y que parecen más propias de un candidato en campaña sin mucho que perder, que de un jefe de Estado.
Para citar un caso elocuente y muy comentado, en su propósito de reformar el sistema de salud calificó al actual como “uno de los peores del mundo” y, por si fuera poco, dijo que la atención a los colombianos durante la pandemia fue una de las peores del planeta, pese a que las evidencias muestran lo contrario en ambos casos. Para algunos analistas consultados por este diario, pareciera que a veces le cuesta superar un poco ciertos chichés que en el marco de su sector político se considera como lo ‘políticamente correcto’ y eso lo lleva a cometer errores. Como cuando tuiteó que en Chile había revivido Pinochet, desconociendo que la inmensa mayoría de los chilenos dijo democrática y pacíficamente ‘no’ a la nueva constitución que redactó una asamblea constituyente en ese país.
En otras ocasiones parece más un candidato en campaña que un presidente: “Solo participando en la calle es posible el cambio. Solo el pueblo puede producirlo en realidad”, pidió ante la multitud en Cali mientras que en Popayán les dijo a los indígenas que él no podía hacer los cambios porque había “un enemigo interno”. En los dos escenarios invitó a sus seguidores a que se “apropien del poder”.
El presidente Petro estuvo esta semana en la vereda Muchinque, Buenos Aires, Cauca.Foto:
Presidencia
Pero también se ha mostrado como un reflexivo y serio estadista. Baste con recordar que se sentó con José Félix Lafauire, líder de gremio de los ganaderos, con quien firmó un histórico acuerdo de tierras para entregarle a los campesinos. Y luego incorporó a Lafauire a los diálogos de paz con el Eln. Esto sin olvidar que su discurso en la ONU, muy criticado por sus contradictores en Colombia, fue muy bien valorado en otras partes del mundo, como en Europa.
En lo que sí ha debido enfrentar la dureza de la realidad es en su propósito de lograr la ‘paz total’. De acuerdo con Human Rights Watch, durante su mandato han sido asesinados 40 líderes sociales.
Y la fuerza pública ha sufrido dos ataques que lo obligaron a modificar su discurso. En Neiva, Huila, fueron masacrados siete jóvenes policías mientras que en Buenos Aires, Cauca, acribillaron seis soldados. A la vez, en Putumayo se registró la muerte de al menos 23 personas que pertenecían a grupos ilegales y que se disputaban el control de los territorios con cultivos ilícitos. “No estamos dando permiso para traquetear”, dijo. Y anunció, como lo han hecho sus antecesores, el envío de más tropas.
El 2023 se presenta con enormes desafíos para el recién estrenado presidente, pues aún no cumple seis meses en el poder. Tendrá que llevar el timón de un barco complejo, como es Colombia, en medio de una economía con una inflación que cerrará el año en torno al 13 por ciento y unas perspectivas de muy bajo crecimiento para el que viene.
Pero al margen de lo que vendrá, lo que nadie puede negar es que Gustavo Petro —con sus aciertos y desaciertos— marcó políticamente este 2022 y por eso es el personaje del año.
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