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La inmensa paz que se respira en la hermosa y amplia Casa de Huéspedes ilustres de la Presidencia de la República en Cartagena de Indias, a donde fui invitado por Gustavo Petro, contrasta tenazmente con la turbulencia que vive el presidente desde el 7 de agosto de 2022.

La casa, una de las mejores obras del arquitecto Rogelio Salmona, culminada en 1982 y que mereció el premio nacional de arquitectura, está construida con piedra coralina, ladrillo y maderas finas y sus espacios, mezclados armónicamente con la naturaleza son tan amplios y tan bien concebidos que solo con mirarla se respira tranquilidad. Tiene tantos patios como habitaciones y se integra con el fuerte de  San Juan de Manzanillo que fue restaurado por el arquitecto Germán Téllez.

No había conocido una residencia más linda.

En el segundo piso de esa residencia, porque llamarla mansión podría sonar despectivo con el concepto con la que fue inspirada, la tranquilidad, estaba el presidente esperándome. Estaba sentado en el sofá de una salita con techo en forma de bóveda, característica del estilo de Salmona.

Llegué pasadas las cuatro de la tarde, unos minutos tarde. El presidente me estaba esperando con un libro en sus manos. Siempre que la guerra mediática le deja un espacio, él tiene un libro en sus manos y no sé si por coincidencia o por otra cosa, son libros gigantes en número de páginas y estatura intelectual del autor.

Lo saludé con alegría porque hacía varios meses no lo veía. No supe si decirle presidente o tocayo, como siempre le decía cuando fue mi compañero de pupitre en el Senado pero opté por lo segundo. Aunque mantenemos contacto diario por chat, su intensa agenda a veces o mis viajes habían hecho imposible ese encuentro.

Empezamos a hablar de todo y en desorden porque tenía muchos temas pendientes, entre ellos, definir mi futuro inmediato en la política. Empezamos por un video que estaba rodando en las redes sociales en el que el expresidente Santos interviene en la convención de Asobancaria con un par de falacias. El tocayo estaba indignado, aunque no se le notaba. Nunca se le nota, difícilmente pierde la compostura. Cuando puso a rodar el discurso dijo: Si esto lo hubiera dicho un ignorante no me habría molestado pero lo está diciendo Santos. En el discurso el expresidente dice dos cosas. Una, que Petro no sabe para dónde va. Una gran mentira porque si hay alguien que sabe para dónde va en este país es precisamente Gustavo Petro. Lo ha sabido desde que era un niño. Lo supo cuando estuvo en el Congreso, lo supo cuando estuvo en la Alcaldía de Bogotá, lo sabe ahora que es presidente: Defender los derechos de los colombianos, especialmente los más humildes, transformar a Colombia a través de Reformas Sociales por las que ha estado dispuesto, incluso a venderle el alma al diablo.

Lo segundo que le molestó y muchísimo es que el expresidente haya adaptado su discurso sobre la transición energética para denigrarlo. Dijo Santos que era muy peligroso para el país “detener la producción de petróleo, en estos momentos” ·No podemos cerrar la llave del petróleo”.

—¿Cuándo yo he dicho eso? —Se quejó con indignación y agregó, al escuchar los aplausos que recibió el expresidente por esa falacia: —Puros ignorantes.

Le pregunté si me autorizaba a aclararle al país su postura sobre el tema y me dio vía libre. Lo hago a continuación y por enésima vez, para que de una buena vez por todas, la oposición deje de manipular la verdad para sacar provecho político y electoral. Petro nunca ha dicho que se cerrará los grifos “en este momento”, como lo dijo ayer Santos y como lo vienen diciendo desde la campaña Fico y demás miembros del Centro Democrático. Cuando Petro dice “jamás he dicho” eso es porque jamás lo ha dicho. Pueden revisar cientos de horas de videos y no encontrarán esa declaración porque no existe. Petro ha hablado de hacer una transición energética tranquila que podría llevarnos 15 años. Cuando Santos y los opositores calumnian a Petro diciendo que va a parar la producción “en este momento” no solo están mintiendo sino que son ellos los que están generando esa desconfianza y esa incertidumbre que le atribuyen a Petro.

Petro es un gran economista, sabe que nuestra balanza comercial y casi la mitad de las exportaciones dependen de los hidrocarburos. Reemplazarlos por turismo y agricultura, como lo ha propuesto, nos puede tomar más de una década. Ni bobo que fuera para ordenar una estupidez como la que se le endilga. Sino, que hablen las multinacionales petroleras. Que cuenten si han sentido una sola amenaza o alguna orden o directriz para cerrar los grifos. Eso no ha pasado ni va a pasar. Petro respeta los contratos firmados incluso por anteriores gobiernos.

Lo que sí ha dicho el presidente y también la ministra de minas, es que no se van a entregar más bloques para exploración. EXPLORACIÓN. Y no lo harán por dos razones. Una porque ya casi todo el territorio nacional está entregado en bloques y dos porque no se necesita.

En este momento hay 381 contratos de explotación vigentes (bloques adjudicados). Cada uno de los concesionarios tiene hasta ocho años, con las prórrogas, para encontrar petróleo o gas. Es decir, hasta el final de esta década. Una vez hallado algún hidrocarburo, estos operadores tienen dos años para poner en marcha el pozo, es decir, empezar la explotación. Estamos hablando de principios de la década entrante. Esa fase de explotación puede durar hasta 24 años, prorrogables a 30 o hasta el límite económico del campo o el agotamiento físico del pozo. Es decir, hasta más allá de 2050 cuando los países firmantes del Acuerdo de Paris, entre ellos Colombia, no deberán estar usando más hidrocarburos.

Son estas, señor expresidente Santos, las verdaderas razones por las que no se hace necesario seguir entregando bloques de EXPLORACIÓN: Ni hay territorio por entregar, a menos que vendamos nuestros parques naturales y los que hay concesionados, alcanzan para seguir EXPLOTANDO hasta más allá de lo que es debido, es decir 2050.

De modo que, y esto es una postura oficial, no hay ni habrá insuficiencia de gas y petróleo en los próximos años. De hecho, dentro de muy poco, Colombia será una potencia gasífera de las más grandes del mundo. Los pozos explorados y que están en proceso de iniciar explotación  (Orca, Uchuva 1, Gorgón 1 y Gorgón 2, entre otros muchos) nos garantizaran suficiencia energética e importantes excedentes para la exportación. Se habla de reservas similares a las de Catar. 

Durante el encuentro también hablamos de las saludables cifras macroeconómicas del país, de la polémica propuesta de financiación al ELN mientras transcurre el proceso de paz, del Metro de Bogotá y el incumplimiento del consorcio Chino, de las elecciones de Octubre, mi posible aspiración a la Alcaldía de Bogotá, su inconformismo con algunos congresistas en el trámite de las Reformas, y analizamos una encuesta del Centro Nacional de Consultoría que lo tiene muy tranquilo porque marca 47% de aceptación, dato que difiere en varios puntos con los publicados por Datexco e Invamer.

Pero de estos últimos temas les hablo mañana en la segunda parte de esta columna, porque no quiero que entre tanto tema conversado durante más de tres horas se diluya esta explicación definitiva sobre la postura oficial del Gobierno frente a los hidrocarburos. 

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