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Ha cambiado la estructura del mercado de la cocaína. Las áreas de cultivo de plantas de Coca y la localización de laboratorios buscaban trazar rutas hacia el norte por el océano Pacífico o hacia el Caribe. Las rutas recorrían centroamérica, las islas del Caribe y México hacia EEUU.
Estas rutas de manera progresiva comienzan a cambiar. Ahora van hacia el sur. Abandonan las costas y penetran al otro lado de la cordillera de los Andes hacia la selva amazónica. Hoy la mayor zona cocalera no se ubica en Tumaco en el pacífico nariñense, ni en el Catatumbo. La nueva zona de mayor producción de cocaína del mundo se ubica en una franja de 10 kilometros a lo largo de la frontera colombo ecuatoriana, del lado colombiano. Desde esta zona alejada del mar se trazan las nuevas rutas por los rios y van hacia el sur. Hacia Brasil para llenar el mercado brasileño, hacia Brasil para pasar al Africa y de allí a Europa. Hacia Ecuador y Perú para pasar al Asia oriental, a Japón y Australia. ¿La razón?: el mercado de la cocaína se desplomó en EEUU, reemplazado por uno peor: el del Fentanilo que ya les mata 100.000 personas al año. La cocaína mataba 4.000 por sus mezclas venenosas producto del mercado clandestino. Es por esta razón por la que cae el precio de la hoja de la Coca en las áreas dedicadas a la exportación hacia EEUU y las organizaciones armadas asentadas allí reemplazan la perdida de ganancias de la cocaína por oro ilícito, extorsión y secueatro contra la misma población de la zona. Es por esto que las rutas de la marihuana, lamentablemente ilegalizada por el Congreso y la cocaína ahora se bañan de sangre en el sur. Es por esto que de ser un país pacífico, Ecuador ha superado en violencia a Colombia, y quizás es por esto que asesinaron al candidato presidencial Fernando Villavicencio. Es propable que con la nueva geografía del mercado de la cocaína, mafias paraguayas y uruguayas busquen contruir una economía ilícita en Bolivia y es posible que ahora los laboratorios de cocaína se ubiquen en Europa para competir con calidad ante la invasión de las drogas químicas y el fentanilo. Cambia la geografía pero sigue el fracaso de la guerra antidrogas empeorando el panorama. Quizás Colombia, ante su incapacidad industrial para producir Fentanilo pueda escaparse de esta geografía narcotraficante; escape que para nosotros sería la paz. El gobierno debe prepararse a contrarrerstar el consumo de Fentanilo en nuestra juventud. La instalación de puestos civiles de detección gratuitos y libres para consumidores en zonas de rumba y la pedagogías sobre los efectos mortales de esta droga deben ser el centro de una estrategia de salud pública. Al fentanilo lo esconden en otras drogas para garantizar la adicción del consumidor. De la marihuana del capitalismo del bienestar y sus juventudes rebeldes, pasamos a la cocaína, la droga de la competitividad y el neoliberalismo; y ahora entramos a la droga de la muerte, el fentanilo: la droga del capitalismo de la crisis climática y la guerra.