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Por Gustavo Bolívar

A Gustavo Petro el establecimiento lo ha humillado de todas las formas y manerasporque no le perdonan que les haya acabado el saqueó del erario que data de dos siglos.

Cuando era un joven del M-19 lo torturaron. Cuando era congresista, desde el DAS de Uribe lo chuzaron y lo persiguieron a él y a su familia. Cuando era alcalde lo destituyeron, le quitaron el sueldo y lo multaron con unas sumas delirantes. Cuando era candidato en 2018 y en 2022 le inventaron todo tipo de cosas. Que era satánico, que tenía mansiones en Miami, que era travesti, que era comunista, que iba a expropiar a todos los empresarios, que recibió plata de Maduro, que era narcotraficante, que era un asesino.

Ahora como presidente, le han hecho la vida imposible desde el día uno de su gobierno. Lo culpan de la violencia, del aumento de las bandas criminales, de la corrupción centenaria, de estar acabando con Colombia, de querer acabar un sistema de salud que se ha robado billones de pesos a través de algunas EPS y que ha dejado morir a cientos de miles de colombianos al negarles un especialista o un tratamiento adecuado y a tiempo.

Yo que he recibido la décima parte de esas humillaciones estoy consciente que cuando uno se mete a la vida pública a tocar intereses, a pisar callos, a denunciar a los corruptos y a los violentos la vida se le vuelve un infierno. Pero uno espera que ese ensañamiento no se haga extensivo hacia la familia.

No es el caso de Gustavo Petro. A su esposa la critican porque viaja, porque baila,porque se maquilla o porque carga un fotógrafo, cosas que con excepción del baile, todas las primeras damas han hecho. Le cobran el no se dejarse envolver en esa atmósfera de pesimismo en que quieren envolver al país, algunos periodistas, desde algunos medios politizados, derechizados e ideologizados. 

A sus hijas, incluida la menor la chiflan, la graban ilegalmente, la increpan.

Pero nada más despreciable que lo hecho por el exfiscal Barbosa a Nicolás Petro y a su pareja actual, Laura Ojeda.

Lo que vimos en el video filtrado ilegalmente por la Fiscalía a un medio de comunicación es asqueroso. Es el ensañamiento más atroz contra un presidente de la República en la persona de su hijo.

Como padre no resistiría una humillación tan burda, tan miserable como la que efectúo Barbosa contra un joven que no estaba ni huyendo de la justicia, ni evadiendo sus responsabilidades.

Quienes me leen saben que nunca he defendido a Nicolás Petro. De hecho, él se ha referido a mí en los peores términos, precisamente por no encajar en su círculo cercano. Y sin entrar en juicios de valor que no me corresponden sobre su culpabilidad o inocencia, algo que decidirán los jueces, lo que vimos en ese video filmado por algún agente del CTI es el resumen de la política de odio y revanchismo ejercida por el Fiscal Barbosa contra el Presidente de la República. 

Meterse por las ventanas de su apartamento, casi de madrugada, con numerosos agentes armados y con chalecos antibalas; ingresar a la habitación de su hijo y su pareja, encontrarla a ella desnuda y no darle tiempo de vestirse a pesar de que ella, con ocho meses de embarazo, lo suplicaba. Intentar esposar a Nicolás desnudo para sacarlo así a la calle y exponerlo como trofeo del odio, llevarlo esposado y en avión privado a Bogotá, como si se tratara del peor criminal de la historia, no es más que un acto cobarde del Exfiscal Barbosa con el que pretendía dejar claro al presidente de una nación, elegido por 11.3 millones de personas que no es el quién manda en Colombia. Quería apequeñarlo, hacerlo ver minúsculo, demostrarle que él, quien llegó al cargo solo por ser amigo del anterior presidente, era más poderoso, a pesar de nunca haber sacado un solo voto en su vida. Por eso ejerció su poder con total abuso.

Ensañarse contra los hijos de un adversario es propio de cobardes miserables. Barbosa lo es. Se pasó de la raya, Barbosa. Usted sabía que para llevar al Bunker a Nicolás solo bastaba con citarlo. Él nunca eludió la justicia, él nunca cambió de domicilio, él nunca intentó salir del país, él no tenía antecedentes judiciales como para tratarlo como al más peligroso de los criminales. Usted, señor Barbosa, solo quería humillar al presidente y a su familia y lo logró. Su Show dio resultado. Su ego se tuvo que haber inflado hasta la estratósfera, pero lo que no sabe es que su alma se envileció. Porque en la nobleza y en la ética del guerrero se conoce su grandeza. Usted, obnubilado por su poder quiso demostrarle al país que podía tratar al hijo de un Presidente de la República como a un capo de la mafia creyendo que con ese acto abría de par en par las puertas a una candidatura pero lo que hizo fue cerrárselas. Porque hasta en la derecha, donde también hay gente decente, estarán de acuerdo conmigo en que los hijos son sagrados y que no se debe extender hasta ellos nuestras frustraciones y odios. Porque eso es usted, un frustrado. Por eso anhela el puesto del presidente, algo que nunca podrá obtener.

Nunca olvidaremos lo que hizo, Barbosa. Quedarás en la historia y en la memoria colectiva como un ser vil, sin lugar de honor en libro alguno, excepto el que tuvo que pagar con nuestros impuestos. 

Para su desgracia, Petro seguirá siendo el presidente de Colombia y su nombre será recordado como un luchador de causas nobles, con alto prestigio internacional, mientras usted no será recordado por cosa diferente a haber tratado con guante de seda a los corruptos y criminales de la derecha y con mano de hierro a sus opositores. El olvido será su castigo.

Te pasaste de la raya, Barbosa. Eso te volvió pequeño. 

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