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La crisis de la hegemonía de EEUU y el ascenso de la China

12 agosto, 2024 

Escribe: Carolina Corcho Mejía, Psiquiatra., Exministra de Salud en el Gobierno del Pueblo  PDF ImprimirPara comprender el contexto del actual proceso electoral en EEUU, es necesario comprender el momento que atraviesa el mundo, que implica una reconfiguración del orden mundial y la hegemonía de EEUU, dada la crisis del neoliberalismo financiero. La pos pandemia evidenció aún más esta crisis de los EEUU frente el ascenso de la China, esto implica una transición del orden mundial, la pandemia evidenció cómo fue la capacidad de respuesta y liderazgo mundial para la gestión de la misma, este momento constituyó un punto de quiebre frente al ascenso de occidente que desde el siglo XV ha venido consolidándose con el liderazgo político y económico en el mundo, es de anotar que en el siglo XVIII y XIX, occidente logró marginalizar las culturas universales más populosas, a esto se le suma la conquista que hicieron de África. No obstante, surgió la tercera revolución industrial en la que se impusieron las tecnologías de las comunicaciones que permite interconectar el mundo con una mayor flexibilidad. Esa deslocalización industrial fue aprovechada por China con el desarrollo de un proyecto nacional que implicó el establecimiento de empresas conjuntas entre el capital internacional y la producción nacional, la protección industrial nacional y la obligatoriedad de invertir en China las ganancias obtenidas. Se alejaron de la privatización salvaje y la extranjerización de la matriz productiva, con esto evitaron la desindustrialización nacional que promovía el globalismo neoliberal financiero.

En la década de los 70 los chinos establecieron una relación con EEUU que no implicó su subordinación, ni un capitalismo asociado, ni la aceptación de ocupaciones militares de los EEUU como ocurrió en Europa, ya en la década de los 90 los chinos establecieron una alianza estratégica con los rusos para detener el avance militar de la OTAN bajo la creación de la Organización para la cooperación de Shangai. En este contexto China salta de ser un Estado Nación de la semiperiferia a ser un centro económico mundial.

En la siguiente década comenzó la pérdida de hegemonía de los EEUU, es decir, de la capacidad de liderar los consensos en el orden mundial, esto se ha caracterizado por una pérdida relativa del poder económico, de producción tecnológica, de lograr acuerdos entre su aliados de la OTAN, como en la guerra e invasión a Irak, todo esto se refleja a nivel interno en un descontento de las clases populares y se abrió una puja interna entre dos posturas al interior de las fuerzas políticas dominantes en este país, una que defendía el globalismo financiero y otra que defendía un americanismo proteccionista, ambas posturas están en el marco del neoliberalismo.

La disputa entre el globalismo y el proteccionismo en EEUU

Los efectos internos del declive de los EEUU en la hegemonía global, se refleja internamente en la derrota de Hillary Clinton por los Republicanos en la primera elección de Donald Trump, desde allí los republicanos lanzaron una política nacionalista proteccionista, que golpea varios tratados internacionales con el Pacífico para intentar debilitar el avance de China, Rusia y otros poderes emergentes. Esto es lo que se llama la unipolaridad unilateral de los republicanos contra la unipolaridad globalista de los demócratas en cabeza de los Clinton, Obama y Biden.

Lo que es claro es que el viejo orden mundial no logra detener los nuevos polos de poder emergentes, y sobre esta base han emergido proyectos políticos conservadores en el Norte Global como el que representa Donald Trump en EEUU y el de Boris Johnson en el Reino Unido, que abogan por un proteccionismo de las economías, acompañado de un proyecto anti inmigrantes, anti derechos, patriarcal, misógino, que desdeña de las diversidades sexuales.

En este contexto, en el año 2000 en América Latina surgió una crítica frente al globalismo neoliberal y financiero que se lideraba desde Washington, la crisis del régimen neoliberal y el acercamiento económico al eje Pacífico generó la posibilidad que emergieran diversos gobiernos progresistas, que impugnaron la posición de “patio trasero” de EEUU impuesto por la hegemonía que detentaba Washington en alianza con las elites dominantes en la región latinoamericana, allí se instalaron la primera ola de gobiernos progresistas de la región, con variaciones que en la actualidad ubican a la región con una fortaleza del campo progresista dado por la triada de los gobiernos de Colombia, México y Brasil, que entre otras cosas, han logrado ponerse de acuerdo para ayudar a construir una transición pactada en el conflicto venezolano, al margen de los designios de Washington, que históricamente ha intervenido de manera decisiva en las decisiones de la región latinoamericana.

Los chinos por su parte estratégicamente han postulado una relación dual con los organismos internacionales del viejo orden mundial, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, pero han participado a la creación de nuevos instrumentos alternativos a ese viejo orden mundial, como es el caso de los BRICS y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. En América Latina aparece un actor de integración multilateral denominado CELAC, ante el declive de organismos como Unasur y Prosur.

Otra arista que es importante señalar es que ante la caída de EEUU, la transición es tortuosa, en tanto la industria militar representa un sostén de su economía y eso implica mantener guerras en el mundo, como la de Ucrania, que ya perdieron, ante el insólito silencio de la prensa corporativa mundial que silencia el reconocimiento de este hecho, no obstante los efectos económicos y sociales para la Unión Europea como los principales aliados de los EEUU y para el propio EEUU a nivel interno son muy negativos.  A esto deben sumarle que China ha logrado la supremacía productiva de los medios tecnológicos, el acceso y la producción de las materias primas, en medio de una guerra comercial y financiera en lo que podríamos denominar una transición hacia un nuevo orden mundial multipolar.

El proceso electoral actual en EEUU

Como habíamos dicho, en la actualidad,  en EEUU se enfrenta una disputa electoral entre dos visiones, una que responde a un neoliberalismo progresista que representa el partido demócrata y otra que implica el neoliberalismo reaccionario del partido Republicano, la disputa no es distinta entre la competencia que se presentó entre Hillary Clinton y Donald Trump, con la diferencia que en aquel momento tomaba fuerza al interior del Partido Demócrata la corriente liderada por Berni Sanders, que constituía una ruptura con la visión bipartidista, y una propuesta de verdadera transformación de las realidades de los ciudadanos de los EEUU, su pregunta central era: Por qué si somos el país más rico del mundo, nuestros ciudadanos no tienen acceso universal a la salud y los jóvenes a la educación superior. Esta pregunta sintetiza las deudas históricas de los gobiernos de EEUU con sus ciudadanos y los estrechos márgenes de contraste en sus propuestas de gobierno. Históricamente los dos partidos se han puesto de acuerdo para bajar los impuestos a los más ricos, hacer distribución de la riqueza hacia arriba, con el favorecimiento del 1%, ni antes ni ahora existe diferencia sustancial respecto al genocidio perpetrado por Israel contra el Pueblo de Palestina, como decía Boaventura de Soussa, no es que EEUU apoye a Israel, es que EEUU es Israel, este último controla el poderío financiero de este país.

Es importante recordar que la emergencia de Trump se da en el contexto de la crisis del 2008, el gobierno de Obama en vez de salvar a la gente de la demoledora situación económica, decidió salvar a los bancos. Esto generó una ruptura de la clase trabajadora con el Partido Demócrata que logró capitalizar Trump a partir del discurso del proteccionismo y la re industrialización de los EEUU frente a un globalismo financiero que lo que hacía era exportar trabajadores y jóvenes para las guerras, en palabras de algunos analistas. Tampoco era cierto que Trump era el aliado de los trabajadores, resultó ser un discurso populista vacío. Lo que sí es cierto es que Trump adoptó una política antiderechos, que interpretaba la supremacía blanca de la guerra de secesión, que repele a los migrantes, a las mujeres y las diversidades sexuales.

Esto lo ha sabido capitalizar el globalismo neoliberal demócrata que se reconcilió con estos sectores, a partir de establecer una alianza, que en los términos de la intelectual Nancy Fraser, se trata de acentuar las luchas por el reconocimiento de los negros, las mujeres, la población LGTBI, lo que se denomina el multiculturalismo, el cual oponen al nacionalismo étnico que promueve Trump. En medio de este marco de división de la política de los EEUU, se construyó un vacío para apabullar el campo político antineoliberal que representaba Bernie Sanders, que daba una respuesta a las necesidades de las mayorías de familias que padecen la precarización del empleo, la caída de los niveles de vida, el crecimiento de las deudas de las familias pagando altas tasas de intereses para acceder a bienes y servicios, Obama se había presentado como el Cambio y la Esperanza y entregó estas familias a los mismos intereses minoritarios de Wall Street. El propio Partido Demócrata se encargó de aislar a la corriente Sanderista, que intentó un acuerdo con Biden para hacer una propuesta redistributiva que tampoco fue real.

La situación actual es que EEUU quedó atrapado en un tránsito de dos fuerzas políticas que se niegan a avanzar en un proyecto reformista de justicia social para su ciudadanía, y a trabajar en una transición global hacia un mundo multipolar sin guerras y que enfrente el problema global más importante cual es la crisis climática, que amenaza con dar al traste con la existencia de la humanidad.

Las diferencias entre la candidatura de Kamala Harris y Trump, versa en que la primera adoptará una postura de protección de los derechos de las minorías y las diversidades, pero ha anunciado que continuará con la guerra de Ucrania y el genocidio de Israel en Palestina, Trump se muestra más determinado en su respaldo a Netanyahu, pero dice que no continuará con la guerra de Ucrania, se espera una lucha anti derechos muy decidida de su parte. En cuanto a la transición en la lógica del nuevo orden mundial no se observan cambios significativos, seguramente si gana Kamala eso generará un viento de cola para que otras mujeres comiencen a postularse para asumir cargos de representación política y se inspire un ejercicio paritario en el mundo, que es muy importante, pero es en sí mismo insuficiente para que se hagan las transformaciones que el mundo requiere, si esto no se acompaña de una reflexión que cuestione el militarismo, las guerras, las desigualdades que ha promovido el capitalismo financiero, las injusticias del colonialismo y el cuidado de la madre tierra, será insuficiente la paridad en sí misma para lograr los cambios. Estos no parecen ser temas centrales en el debate electoral en EEUU.

En el momento que se escribe esta columna Harris ha tomado un margen de ventaja sobre Trump, en un panorama que es incierto dado que en igual circunstancia perdió Hillary Clinton con Trump. El Estado profundo con el establecimiento financiero de los EEUU está jugado con Kamala y eso le da grandes posibilidades de ganar. Lo que parece claro es que la decantación de un nuevo orden mundial dependerá poco de este proceso electoral, serán las nuevas fuerzas emergentes y un progresismo global con mayor cohesión y claridad de la necesidad de que se supere la crisis civilizatoria quien construya el nuevo bloque histórico hegemónico multipolar.

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