-.-
El fascismo, palabra que no le gusta a los conservadores que diga, pero que solo aplico a quienes realmente son fascistas, es la eliminación violenta de las diferencias.
Lo que hicieron “los chulavitas” a mediados del siglo XX, cuando realizaron el primer genocidio político en América: el asesinato del pueblo liberal gaitanista, esa vez bajo los discursos de Franco, Mussolini y Hitler, de los cuales el partido conservador no ha pedido perdón al pueblo colombiano, era fascismo, aun resuenan en las calles del Valle de Aburrá, los discursos de los millonarios del entonces, reunidos en el congreso Nazi de Medellín y las páginas del odio, repitiendo los discursos del Führer, en el diario “El colombiano”, sin pedir una sola palabra de perdón; es el mismo fascismo que animó la alianza de políticos, generales y mafiosos a exterminar miles de militantes de la izquierda de Colombia en los años 80.
Aún hoy millones de personas creen, como decían en los púlpitos sobre los gaitanistas, que no es pecado matar comunistas y que ven en la izquierda y en los luchadores y luchadoras sociales y del pueblo al propio satanás, cuando satanás es el que los domina y los conduce políticamente.
La misma alianza que en el gobierno de Turbay que allanó las casas y torturó a 10.000 ciudadanas y ciudadanos de la clase media colombiana, a sus intelectuales quemando libros y banderas, buscando a su enemigo N 1: El M19. La misma alianza que para borrar las huellas de la tortura y la posibilidad de ser juzgados, acabó con las cortes en el palacio de Justicia en 1985.
La misma alianza que decidió crear el paramilitarismo y asesinar 100.000 colombianos y desaparecer otros tantos. La misma alianza que decidió fusilar 6.402 jóvenes inocentes de los barrios populares, solo para contarlos como guerrilleros dados de baja y ganar medallas y votos. La misma que asesinó 60 jóvenes que protestaban, violó a las muchachas embanderadas, destruyó los ojos de decenas de muchachos con sus gases, y encarceló bajo el delito del terrorismo a 3.000 jóvenes que solo protestaban. Eso que hemos visto en la historia de Colombia, debe decirse por su nombre: es el fascismo en su peor versión. Los Nazis. Que no lo escondan bajo remoquetes mentirosos de la política correcta cristiana o la “gente de bien”; lo que ha interrumpido con la sangre la historia de Colombia: es el fascismo.
Le he pedido a los generales de la fuerza pública de hoy que comando, y a quienes en el futuro lo serán, que abran los ojos a la modernidad del siglo, que abracen a su pueblo y lo ayuden, que amen la paz, y que nunca vuelvan un fusil contra una mujer colombiana, un trabajador o un joven del barrio.
Superar el fascismo como ideología subliminal de millones de colombianos es también construir la paz. La gente diferente a nosostros, no tiene que morir asesinada, muchas veces en la diferencia está la razón y la solución de los problemas. Colombia es rica en su diversidad que es también política.
La lucha por la igualdad y la libertad que inició, la cacica, la Gaitana, los principes indígenas, los guerreros milenarios, Benkos Biohó, los comuneros santandereanos, Nariño y Bolívar y tantos otros, sigue viva y la hace las y los diferentes y el pueblo.