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En su serie Publicaciones e Investigaciones, el Banco de la Republica presenta un análisis sobre el impacto del cambio climático en la economía global, y la colombiana en particular, y el papel que juegan los bancos centrales en “esta nueva realidad”.
El documento ‘Cambio climático, política monetaria y bancos centrales’, escrito por Bibiana Taboada-Arango y Mauricio Villamizar-Villegas, afirma que los efectos del cambio climático en la economía “son indiscutibles y ampliamente documentados”, y asegura que los bancos centrales deben incluirlo en sus análisis de política monetaria.
De hecho, en todas sus intervenciones, internacionales como internas, el presidente Gustavo Petro se ha referido al cambio climático como una de las principales amenazas para la existencia de la humanidad.
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La nota de Taboada-Arango y Villamizar-Villegas define el cambio climático como “las variaciones sostenidas de las temperaturas y los patrones medioambientales que se generan a causa del comportamiento humano”, principalmente el calentamiento de la atmósfera producto de la emisión de gases efecto invernadero (dióxido de carbono y metano); quema de combustibles fósiles (carbón y petróleo), la deforestación y las actividades agropecuarias, entre otras causas.
Impactos en la economía
El análisis presenta dos tipos de impacto del cambio climático en la economía: riesgos físicos y riesgos de transición.
Los primeros hacen referencia a fenómenos como sequías, inundaciones, tormentas e incendios, situaciones que afectan la vida de las personas y deterioran la infraestructura física del país, además cambios en el hábitat de algunas poblaciones, en especial las ribereñas, deterioro de cultivos y la red de transporte.
“Hay una correlación muy clara que es indicativa de los efectos que estos eventos climáticos pueden tener en la producción agrícola, el transporte y la generación de energía hidroeléctrica en el país. Además, su frecuencia y magnitud podría continuar aumentando con el cambio climático, por lo que es necesario ponderar estos riesgos en los análisis y decisiones de política pública”, señala el documento.
Y a los riesgos de transición, derivados de la transformación de procesos de producción de energía basada en fuentes fósiles hacia una cimentada en fuentes renovables como las solares, eólicas e hidroeléctricas, también tienen “impactos económicos considerables, no solo porque se requieren cuantiosos recursos de capital para llevar a cabo las inversiones que hagan posible el cambio en la matriz energética, sino porque la estructura productiva de los países está fuertemente atada a sus procesos de generación de energía”, dice el análisis.
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El caso de Colombia
Según el documento, la matriz energética del país se basa en generación hidráulica (66,83%); térmica (30,56%); solar y eólica (,158%) y cogenerador (1,03%).
Sin embargo, aunque el documento sostiene que la extracción de combustibles fósiles juega un papel muy importante en la economía, el presidente Petro considera que se trata de un modelo económico en decadencia.
“El crecimiento del 2% del Producto Interno Bruto lo que muestra es la caída de un modelo de desarrollo económico sustentado en el carbón y el petróleo”, dijo el jefe de Estado al intervenir esta semana en el XXI Congreso Nacional de Infraestructura, en Cartagena.
Para los autores del estudio “no hay duda del impacto significativo que puede llegar a tener el cambio climático en la estructura económica actual”.
Incluso, no descartan que las consecuencias se puedan intensificar “en la medida en que se afecte también la sostenibilidad del sistema financiero, ya que tanto los riesgos físicos como los de transición, se pueden transferir rápidamente del sector real al bancario”.
El papel de los bancos centrales
De otro lado, aclara el la publicación que la generación de energías limpias traerá encadenamientos productivos, empleo y hasta recursos fiscales y externos que pueden ser valiosos para contribuir a restablecer la estabilidad macroeconómica.
“En todo caso, la magnitud de los cambios económicos será cuantiosa y requiere de un entendimiento profundo para asegurar una política pública que promueva la adaptación óptima a esta nueva realidad”, insiste.
Concluye el análisis que en este escenario los bancos centrales juegan un rol fundamental: “Tienen que asegurar que sus análisis y decisiones de política monetaria contemplen de manera adecuada las implicaciones económicas del cambio climático”.