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Un saludo especial a toda la población del Departamento del Norte de Santander que ha sido afectada por el conflicto armado.
A todos y todas las desplazadas que ya suman casi 50 mil personas, de acuerdo a nuestros datos. 
En diferentes puntos y ciudades del Norte de Santander se encuentran a las lideresas, líderes y organizaciones sociales, campesinas y voceros de la comunidad que nos acompaña, que hubiéramos querido escuchar muchos más, pero el tiempo obviamente es limitado. 
Vicepresidente de la República y Ministro de la Igualdad, Francia Elena Márquez.
Gobernador del Departamento del Norte de Santander, William Villamizar Laguado,
Alcalde del municipio de Ocaña, Emiro Cañizares Plata.
Altos mandos de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional.
Congresistas de la República aquí presentes.
Alcaldes municipales de la región.
Directoras, directores, ministras, ministros y funcionarios del Gobierno nacional aquí presentes.
Medios de comunicación.
Y, en general, a todas y todos quienes nos acompañan.
Queríamos, obviamente, después de nuestra reunión de Tibú, el día de los macabros hechos, que hicimos, aún sin mucha información. Indudablemente fue un acto sorpresivo, en todo el sentido de la palabra, y queríamos volver allá a hacer una evaluación con datos, con las posiciones de las comunidades que se han venido expresando. A pesar de las zozobras, siempre la comunidad es fundamental.
Aquí hicimos ya una reunión con la cúpula militar nacional, evaluando militarmente las circunstancias del territorio. 
Ahora, hemos hecho este brochazo de visiones de la comunidad. Ya se venía adelantando previamente un trabajo, que hemos denominado Pacto Social, con diferentes organizaciones sociales, voceros de la comunidad que, más o menos, no es que no conozcamos, se llama el diagnóstico del territorio.
El diagnóstico que aquí se ha expresado en manos de los gobernantes y de la comunidad, pues es realmente el mismo. 
Lo que existe en la región y sus posibilidades están más o menos delineadas por la comunidad ya, desde hace tiempo.
El pacto social es posible en términos de un diálogo social y un acuerdo, pero el punto que falla es la implementación. Como decía mi mamá, mucho tilín, tilín y nada de paletas. 
Y el decreto de conmoción interior trata de llenar ese vacío. Espero que el conjunto del Estado, que no es solamente el Gobierno, nos acompañen en este esfuerzo. 
Sería lamentable un Estado que no es capaz de unirse en torno a un problema concreto y común, como construir la paz en el Catatumbo, porque construirla aquí puede significar construirla a nivel nacional.

Una oportunidad

No hay crisis que no traiga unos efectos positivos, si se busca la solución. La crisis no es total. El papa Francisco en su encíclica Una Casa Común sí prevé que, si somos lo suficientemente estúpidos en el mundo, pues podemos acabar con la casa y por tanto con nosotros mismos.
Es el signo de los tiempos, es lo que discute la humanidad, es decir, una crisis total, definitiva y sin solución.
La extinción de la humanidad. Aquí se percibe, a partir de lo que algún compañero aquí dijo, la crisis climática, que irá en ascenso. Pero, en general, las crisis, y esta última, también, la más grande de todas, la mamá de las crisis, que se nos daña la atmósfera y que provoque entonces la destrucción de la vida, pues es la crisis de las crisis.
Pero en general, en cada crisis hay una oportunidad. Eso no me lo inventé yo. Y, por tanto, aquí tenemos que ver las oportunidades.
Claro, enterrar los muertos, devolver los desplazados, ojalá en un retorno tranquilo, a sus tierras; curar heridas, venganzas. Gabriel García Márquez decía, los colombianos nos matamos es por el orgullo, por la venganza. Y nuestra historia de 75 años ya de conflicto, que comenzó el 9 de abril de 1948 en Bogotá, aunque hay quien dice que venía de atrás, y es cierto, nuestra historia ya de generaciones alrededor de un conflicto que cambia de cara a través de la historia, pero que no finaliza, 75 años de matarnos entre nosotros.
Eso no lo ha vivido ningún país actual del planeta Tierra. Ninguno ha caído en esa trampa. Guerras internas han tenido, guerras civiles, revoluciones, guerras mundiales.
Los europeos se mataron entre ellos, 50 millones, para poder destruir lo peor de la humanidad, que es el fascismo.
Crimen, fascismo es un crimen internacional, un crimen contra la humanidad. No es un sistema de ideas, son acciones delincuenciales contra la vida humana, porque no se acepta la diferencia, la diversidad humana.
Y la diversidad es la raíz de la humanidad. Somos humanidad, porque somos diversos. No se plantea una guerra entre civilizaciones, algunos, precisamente fascistas, piensan así.
Se plantea un diálogo entre civilizaciones para que la humanidad tenga objetivos comunes y los podamos lograr.
El principal, la vida. Por eso no estamos desligados en este territorio de lo que pasa en el mundo, ¿no? 
Y el análisis y las soluciones, sobre todo, tienen que aceptar esa realidad. Ha sido interesante la discusión en la prensa sobre este tema, la forma como aborda el problema.
Pero yo quiero aquí expresar ante ustedes mi reflexión y, creo, las propuestas de solución. Es lo que me corresponde. 
Indudablemente, el Catatumbo viene de años, de décadas, de un conflicto, un uso ideológico en tiempos pasados.
No recuerdo bien el pasaje de la violencia liberal conservadora, porque esto eran selvas. Y fue la violencia liberal conservadora en otras regiones que fue llevando desplazados, huyendo de esa violencia a configurarla a través de la colonización campesina que tumbó la selva.
Pues en esta región que hoy tenemos, la violencia ha estado prácticamente desde el comienzo.
Y esa violencia, ustedes lo dicen, no hay necesidad profundizarlo mucho, tiene una raíz: la desigualdad social de Colombia, la exclusión de la mayor parte de la población que, puesto en un mapa, se puede definir también como una exclusión de las regiones.
En esas regiones excluidas no queda más alternativa que la violencia. Muchas veces, como resistencia armada o, con el paso de los años, desde hace 50 años, medio siglo –no es cualquier periodo, nosotros tenemos doscientos y pico años de existencia como país–, y de esos 50 ya, los últimos 50 años, convivimos con el narcotráfico.
Y el narcotráfico se tomó el territorio, lo convirtió unas veces en la primera zona cocainera, otras regiones han cogido ese premio, entre comillas, terrible, como el Putumayo en este momento. Y me preocupa el Putumayo, ahora que va a elecciones. Ahí debe haber una acción preventiva, porque puede ocurrir lo mismo, pero peor.
Otra frontera, un río nos separa del otro país, ahí. Pero esos ríos van llevando ya no la vida, no los peces, si, no las semillas, que a través de los ríos llegan a los territorios, sino va llevando una de las exportaciones más grandes de cocaína en nuestros últimos 50 años, y de las más grandes, la más grande del mundo. Y no va para los Estados Unidos, por obvias razones.
Yo creo que –como lo dijo aquí una señora líder–, pues estamos cansados de la violencia. 
No podemos proponerles a nuestros hijos que otra generación más sea consumida igual que la nuestra, igual que la de nuestros padres, igual que la de nuestros abuelos, en violencia. La historia de cien años de soledad tiene que terminar.
Ese libro es grande, porque nos expresa, nos expresa nuestra alma, nuestra cultura. En eso consiste el arte. Y leyendo cien años de soledad –o ahora viéndola por Netflix, que ha sido excelente, me parece a mí, esos son gustos– nos expresa, expresa nuestra historia.
Nos matamos por venganzas, y por generaciones. Y esos son los cien años de soledad. Y lo que debe proponer un dirigente político que se precie de ser un buen o una buena dirigente política, es acabar con los cien años de soledad para abrazar la vida.
Porque todos aquí sabemos, este es el país de la vida, de una explosión de la naturaleza que no se ve casi en ningún otro lugar. 
Yo a veces creo que es tanta la vida que por eso es que nos matamos, porque no la apreciamos en su dimensión total. 

Erradicar las causas de la violencia

Aquí lo han dicho, no tengo que profundizar tampoco mucho, la paz consiste en cambiar la economía y en erradicar las causas reales de la violencia.
Problemas de pobreza, de aislamiento, de exclusión. ¿Qué hicieron los anteriores gobiernos? Eso lo escribirán ustedes en sus libros. Se puede decir que nada. Es una mentalidad gubernamental, yo le llamo oligárquica –disculpen la palabra, pero esa se la inventó Aristóteles y me gusta–, que no mira el territorio, que no mira el pueblo, solo piensa en enriquecerse a sí misma.
Y cuando ustedes cogen cualquier cuadro del presupuesto, yo siempre cojo el de las vigencias futuras, que se llama, poca gente sabe de ese tema, ustedes cogen el cuadro de las vigencias futuras, que va a ser la inversión pactada hecha por presidentes durante décadas hacia adelante. No es los cuatro años de gobierno, es a 20, 30 años.
Yo tengo ese cuadrito y me da dolor de estómago, porque ¿qué fue lo que pensaron nuestros gobernantes para proyectar las inversiones a 20, 30 años? Congresistas aquí presentes pueden estudiarlo. Primero, invertir en carreteras. Segundo, esas carreteras están situadas alrededor de Bogotá y alrededor de Medellín.
Y ahí se desprende todo. El pensamiento ha sido, además de construir unos negocios particulares, porque son las carreteras por concesión, con peajes, doble calzada, chéveres, no es que ni siquiera llegan a una frontera. Como para uno decir, es que por lo menos tiene la función de la exportación de nuestros productos.
Ninguna doble calzada llega a la frontera. La que más estaba cerca es la de aquí, pero está difícil juntarla con Bucaramanga. La que sería la más fácil de todas es la de allá, a la Guajira, paraguachón, porque llega a Maracaibo, la segunda ciudad de Venezuela, casi ahí mismo.
Cerca de aquí también. Nos separa el lago de Maracaibo, que no está muy lejos. No llega.
Ni siquiera se les ocurrió que podía ser muy interesante, por Paraguachón, tener una doble calzada y vincular economía de allá y economía de acá legal. Sin subir una sola montaña, porque todo es plano. No.
Tenemos que solucionar cómo sale el capital. No, no cómo sale el capital, cómo entran las importaciones rápidamente a Medellín y a Bogotá. Y ese es el plan de desarrollo y eso excluye el Catatumbo. Cojan ustedes y hagan el ejercicio.
La carretera, compañera ministra del transporte, la carretera a Convención la mata. Yo la veo como la salida, desde el punto de vista colombiano, la salida, porque llegamos al río Magdalena y llegamos a los puertos y el mar.
O a Bogotá, si se quiere, pero yo prefiero mirar el mar. Y miren a cuántos años está proyectada. Miren cuánto se hace al año de esa carretera, si es que se hace.
¿Por qué sí?, me disculpo, el gobernador de Antioquia, todo para hacer el Túnel del Toyo se llama, pero ¿por qué nada para la carretera Quibdó-Medellín, que ya lleva 400 muertos de derrumbes y cosas de esas, 20 años de construcción?
¿O por qué no la carretera del Catatumbo? Desde Tibú hasta la troncal del Magdalena Medio. ¿Por qué no? ¿Dónde está el pensamiento político de Colombia? ¿Qué es lo que piensan? 
Y yo no puedo llegar sino a una razón: puede que me equivoque. Son racistas. No hacen la de Medellín-Quibdó porque son de negros, los pasajeros que irían por ahí, negros y negras. Y no hacen la del Catatumbo, porque piensan que son guerrilleros, así habló hace poco una señora, muy famosa.

Integrar el Catatumbo

Exclusión. Entonces, ¿esto qué es? Democracia, igualdad. Pues yo creo que ahí está el tema central y es lo que tenemos que cambiar.
Con medidas concretas, no con discurso. Eso significa cómo integramos el Catatumbo a una prosperidad. Cómo se enriquece su población.
Enriquecimiento no pensado bajo la mentalidad de (el empresario colombiano Luis Carlos) Sarmiento Angulo o del señor (empresario, inversor, activista político conservador y magnate y fundador, consejero delegado e ingeniero en jefe de SpaceX) Elon Musk, sino enriquecimiento pensado en términos del espíritu humano, que no es que rechace los bienes materiales del hombre, decía un escritor, sino que sea lo necesario para vivir bien. 
Indudablemente, para vivir bien hay que tener una casa más o menos chévere, bonita, con flores, que los niños no vean, cuando nacen, un muro gris ahí, errumboso y sucio, o tierra, sino que puedan ver arte, flores, colores, alegría, amor, porque para hacer eso hay que tener amor. 
Si el niño nace en medio del amor no va a matar a nadie después. La principal política de seguridad, lo dicen los gringos, que ahora no me quieren mucho, pero lo dicen, porque ellos mismos lo han estudiado en su propia tierra, la ciudad de Nueva York, es cuidar integralmente la niñez. 
Y aquí hay una persona que tiene que ver con ese tema, no sé por dónde está. Por allá, en la calle.
Esa es la prioridad, olvidada en Colombia, porque como en Gaza matamos a los niños, ustedes lo ven por la prensa, e incluso aquí en lo que ha pasado. Matando niños como las bombas de Gaza, igualitos a los que tiran las bombas en Gaza. Igualitos, no los diferencia nada. 
¿Quieren verse en un espejo? Miren a Netanyahu, guerrilleros del ELN, deberían mirar a Netanyahu y reconocerse. 

Un problema de soberanía

Y voy a hablar de ese tema, porque al final de las décadas, de las generaciones, el Catatumbo tiene unos actores de la violencia que han cambiado en el tiempo.
Llegaron a defender la población, llegaron a hacer una revolución para mejorar la vida, pero han terminado en lo contrario. Y eso también hay que decirlo, porque ¿qué es lo que vemos en estos días? Una fuerza extranjera ocupando el territorio.
Todos nosotros dijimos, jamás una fuerza extranjera entrará a Colombia, porque nos haremos matar. Hemos perdido mucho el territorio, nos hemos hecho matar. Pero lo que hay en el Catatumbo es una fuerza extranjera ocupando el territorio.
Por eso yo dije en alguna de mis trinos, este es un problema de soberanía nacional, no solo es un conflicto interno. Que los tenemos de antes. 
Dicen que, ¿por qué trino tanto? Pues que la televisión no hace sino hablar pendejadas y mentiras de mí, entonces me toca expresarme yo mismo. l trino que puse sobre el tema de los deportados colombianos tiene 33 millones de personas que lo han leído. Me va mejor que si me traducen unas personas que a veces ni entienden las palabras que yo digo.
Cuando dije ver las cosas dialécticamente un periodista se puso a burlar, porque un periodista, cómico, no sabe qué es dialéctica. 
Pero yo quiero usar la dialéctica en el análisis del Catatumbo, porque todo fluye, y fluye en medio de contradicciones. Y algo puede transformarse en su contrario.
Y entonces lo que estamos observando en lo que eran las guerrillas revolucionarias de Colombia y que estuvieron en el Catatumbo, es que se transformaron en su contrario. Algunos de sus jefes saben de qué estoy hablando, porque también estudiaron dialéctica. Estudiaron al sacerdote Camilo Torres Restrepo, que también estudió dialéctica, y estudiaron a Carlos Marx. 
Yo los vi estudiando. A mí no me dejaban entrar al grupo de estudio, porque creían que yo no había leído a Carlos Marx, pero yo me lo he leído tres veces El capital, en la cárcel, donde estuve con ellos, que también estaban presos, muchos de aquí.
El capital y el señor Carlos Marx decía en algún momento, los seres humanos piensan de acuerdo a sus condiciones materiales de existencia.
Como buen alemán, entonces toca ahí, volver a leer la frase, a ver qué fue lo que quiso decir. Ni más ni menos, traducido a nuestro lenguaje es: pensamos como vivimos. 
Por eso un señor bien acomodado en Miami, periodista, pues puede escribir baboserías de nosotros, porque él está muy cómodo como vive.
Y le importa un bledo que los que no viven como él, allá ilegales, etcétera, entonces sean tratados como perros. Entonces, ¿por qué el presidente? Se emborrachó el presidente, dicen. La mentalidad Cipaya es la que emborracha el cerebro y no lo deja pensar.
Eso es lo que les pasa. Se llama la teoría de la escalera. Por donde yo subí, llegué al techo, pero ahora no quiero que nadie más suba, entonces bota la escalera.
Entonces, no les gusta a los colombianos que ahora llegan. Pero, pensamiento depende de cómo se vive. 
Eso no es siempre así, pero en general, eso le pasó al ELN, porque el ELN al empezar a financiarse con el narcotráfico, y no solamente el ELN, sino casi todas las fuerzas, toda la fuerza de la violencia aquí, en el territorio, empezó a pensar como narcotraficantes.
Ese es el punto. Entonces, no actúa como guerrilla, sino como paramilitares. Y quiere ser paramilitar.

El narcotráfico

Ese es el problema que estamos enfrentando hoy. La guerra en el Catatumbo vive del narcotráfico. El ELN dice que no, que ellos siguen siendo discípulos del sacerdote Camilo Torres Restrepo y que piensan en la revolución, pero ellos configuraron aquí, en esta región, una cosa que llaman EFER.
EFER. Que yo tuve que escribir aquí cómo se traduce, ¿cómo se traduce EFER? Estructura de Financiación y Economía para la Revolución.
Eso ningún periodista lo denuncia, ya he visto por ahí, lo descubrimos. EFER, Economía y Financiación para la Revolución.
Pues yo le aplico la frase de Marx, si los seres humanos viven de acuerdo con sus condiciones materiales de existencia y este EFER lo que hace es traquetear, dominar al campesinado que produce hoja de coca y transformar eso en dinero.
Entonces, el ELN, su pensamiento y su acción se va transformando en eso, traquetismo, no revolución. 
Con cocaína no se hace ninguna revolución en ninguna parte del mundo. Que lo sepan, no lo digo yo, lo puede decir Carlos Marx, en el cual dicen que creen.
¿Pues qué? Yo creo que ya creen más es en Pablo Escobar, porque ese sí enseña cómo era, enseñó cómo era ganarse el billete traqueteando.
Entonces no es el sacerdote Camilo Torres ya, el que está inspirando, no es Carlos Marx ni nada de eso, ni la teología de la liberación, es Pablo Escobar. 
Y por eso su forma de acción ya no es la de antes, la guerrilla, los Che Guevara, no, es como los paramilitares y eso fue lo que hicieron en este territorio, matar al pueblo. 
Yo sé que hay combatientes del ELN de aquí, que como trajeron los del ELN extranjeros, le mataron a su propia familia, a sus primos y están protestando del interior, espero que no lo fusilen, porque una de las cosas que puede pasar, y yo invito a eso, es que la gente del ELN que aún quiera hacer una revolución se separe de los paracos y traquetos. 
Ellos saben. Lo que yo digo es: el momento de definir lo que está en cuestión, además de la estabilidad de la región y del país y de la frontera y de nuestra soberanía nacional y de la paz, lo que está en cuestión es la propia historia del ELN, que la están ensangrentando, ensuciando, enterrando, es el final del ELN. 
Si su propia gente, que sabe por qué estaba peleando, no se separa inmediatamente del tipo de mandos que lo único que le interesa es ver cómo se traquetea para ser poderoso en una región determinada. Eso no es la revolución.
Así que yo invito, y estas cosas están pasando ya, 112 combatientes del Frente 33, dirán arrinconados, sí, pero en su arrinconamiento decidieron, con sus fusiles y sus armas, una tonelada de explosivos, o bien, por ahí, decidieron entre el ELN paramilitar y el Gobierno del cambio, escogemos el gobierno del cambio, eso dijeron.
Fueron allá a la base militar y entregaron sus fusiles, etcétera. Y yo, personalmente voy a posibilitar que tengan un mejor vivir la mayoría de jóvenes, algunos niños, 20 niños, porque es la gente así que puede ayudar a la paz. 
Claro, llevados al extremo, pero decidieron por la paz dejar de disparar al hermano. Y creo que eso puede aumentar. Yo lo invito, al comandante del Frente 33, a que no le pase lo del comandante, ¿cómo se llama?, Carlos Patiño, allá en el Micay, Cauca, que se mató el mismo.
Ocho, ah, el ocho, bueno, yo prefiero no poner los alias, sino los nombres de las personas, porque hay que volver a la persona. Yo me llamé Aureliano algún día, pero Gustavo Petro me suena mejor, aunque llevo algo de eso, lo dije en mi trino.

La persona, comandante del Frente 33, que ya sabe cómo está su situación, me escribió. La carta es bonita, yo creo que hay que publicarla –Otty, no sé, quien la tiene, ¿Usted?– La carta es bonita, bien escrita, pero en el contenido de esa carta dice que queremos dar el paso, que pronto hay que entregarle esto a Petro, dicen.
Pero sí, que la gente de aquí ya votó mayoritariamente por mí. Entonces, no tienen que entregarme nada, simplemente hay que oír al pueblo. Yo los invito a dejar las armas, concentrarse en algún punto donde los cuidamos bien y hablar. 
¿Qué vamos a hablar? Pues también lo he escrito por ahí, la paz es el diálogo entre los desarmados. 
Ustedes, y obviamente la más gente que hay en toda la región, con su diversidad. El diálogo social no es la paz con los armados, es con los desarmados y las desarmadas como se logra un proceso serio de paz, porque si no, como dijo la compañera, pasamos de una guerra a otra guerra, que es lo que estamos viendo después del proceso de paz de Santos, de 2016. 
Fíjense, no lo van a decir por televisión, que la desmovilización hasta ahora alcanzada del Frente 33 es la más grande desmovilización de los tiempos, desde los tiempos, del proceso de paz del 2016. 
Luego, aquí hay un pedazo que en medio de la catástrofe es positivo y hay que profundizar, porque puede ser todo el Frente 33. Y yo lo invito a dar ese paso audaz.
Dice uno de ellos, tenemos que hablar del narcotráfico, ¿y de por qué? Pues claro, hablemos del narcotráfico y de cómo salir, de ellos, con su experiencia, que es su experiencia en la tierra más que en los libros, pero demos el paso.
Permitamos que el acuerdo de paz en el Catatumbo sea el pacto social del Catatumbo, hecho por la gente, con lo que la gente ya ha percibido de su territorio mismo, que ese sea el acuerdo, y pasamos los jóvenes del fusil hacia el libro, del fusil hacia el conocimiento, del fusil hacia la producción. 
Los gobiernos aquí, hasta yo fui testigo de eso, le entregan al guerrillero limonas, como si no fuera un rebelde, un rebelde no se aplaca con limonas, un rebelde se aplaca construyendo una vida buena, de él y de su comunidad, porque todos pertenecen a alguna comunidad, tienen familias, tienen su entorno social. 
También invito a la gente del ELN, una vez se vaya la fuerza extranjera, o la destruyamos, ya no están juntos, porque quiero que ustedes me entiendan, aquí va el Estado a controlar la frontera, si no, pues esto ha sido un problema eterno en el Norte de Santander, sino seguimos en medio de las violencias.
Y por eso, la cúpula militar que está aquí acompañándome, no vamos a reprimir a la población.
Esto no es Uribe, ni es la Comuna 13. Aquí nuestro enemigo no es la gente. Lo que queremos es que la gente sea nuestra amiga y podamos trabajar juntos. Y, por tanto, no vamos a interferir teléfonos, o encarcelar civiles inocentes, o perseguirlos, o hacer toques de queda, o golpearlos con gases lacrimógenos, no.
La paz comienza porque el territorio sea democrático, donde la gente sea libre. Si algo está haciendo el ELN es acabar la libertad y si algo tenemos que hacer nosotros es fundar la libertad.
Emancipar, es la palabra, quienes nos consideramos revolucionarios de verdad somos emancipadores no esclavistas, es lo contrario. Bolívar era un emancipador, le dijeron El Libertador por eso, creaba libertad, era el emancipador.
Colombia se separó de esa ruta y hay que volver, pues si es el diálogo social el eje de la paz en el territorio y si el viejo ELN en este territorio, nacido en este territorio, se da cuenta que está equivocada.
No sé quién, los nombres, supongo que es Pablito, que no es de aquí, y que lo que hicieron fue una ocupación del territorio con formas paramilitares con un solo objetivo, controlar sin diversidad de manera totalitaria, la frontera toda, desde el Cesar hasta Arauca, con la esperanza de que en la guerra entre Musk y Maduro terminen ganando y quedándose con los campos de la hoja de coca y muy bien armados. 
No quiero eso. Eso no es nuestro camino y, entonces, yo le propongo a la población, a la población, dejar el cultivo de hoja de coca y se van los violentos. 
Lo que atrae a los violentos es el cultivo de hoja de coca, no porque la mata tenga la culpa, es una mata más, incluso con un origen cultural, religioso o espiritual, que la encontraron los indígenas. La mata no tiene la culpa, la mata no es la que mata, lo que mata es la codicia que usa esa máquina para sacar esa mata.
Para sacar un químico y venderlo en los países ricos, que por prohibir eso, entonces, se emborrachan con whisky, pero prohíben la cocaína, se emborrachan con vino, prohíben la marihuana, se emborrachan con fentanilo y se matan ellos mismos, pero prohíben lo que es del sur, porque ellos quieren ser poderosos en el norte.
Esa prohibición es la que nos mata, pero eso no lo vamos a poder resolver ni aquí ni mi gobierno. Lo resolverá el mundo en algún momento y, por tanto, nosotros tenemos que actuar en el mundo de hoy, y el mundo de hoy nos lleva a que es mejor no producir hoja de coca, cambiar la economía del territorio. 
Los decretos de Conmoción Interior no van a interferir comunicaciones de ustedes o encarcelar civiles, van es a cambiar la economía del territorio. 
Nos medirán ustedes si somos eficaces o no, pero seremos eficaces si el pueblo nos acompaña. Esa es la fuerza fundamental, sí, la voluntad.

Convocatoria a las mujeres

Y entonces convoco aquí, ya no al Frente 33, ya no sólo a los ELN viejos de aquí, sino que convoco a las mujeres en primerísimo lugar. 
¿Por qué a las mujeres? Porque nosotros los hombres nos gusta la cercanía de la muerte, como decía José Eustasio Rivera en La Vorágine: jugué mi corazón al azar y antes de conocer mujer a alguna, me lo ganó la violencia. Nosotros jugamos el corazón. A veces somos buenos amantes, pero también nos volvemos guerreros y esa acción de ser guerreros es matar o morir.
Y en cambio la mujer tiene una mayor capacidad que el hombre para construir la vida y por eso la violencia en el Catatumbo la puede frenar la mujer. Claro, unida, organizándose, no sola. 
Las mujeres pueden levantar la bandera de la paz en el Catatumbo y se puede hacer, Lilia, cambiando la economía ilícita de la cocaína por la economía lícita de la vida, no la de la muerte, sino la de la vida. 
¿Quién más que las mujeres para ayudarnos? ¿Qué es una economía de la vida? Que lo dijeron. Estoy completamente de acuerdo. Es producir alimentos, producir oxígeno, limpiar el agua, vivir bien dentro de la producción de alimentos, agroindustrializarlos para que ganen más valor y, por tanto, haya más riqueza en el territorio; poder sacarlos, sino es más difícil la cocaína y volver más fácil producir maíz y yuca y cacao y café, etcétera, y cebolla, como dijeron aquí. 
Si yo dificulto la rentabilidad de la cebolla y la cocaína, pues aumenta su valor allá en Estados Unidos, pues esta es pelea de tigre con burro amarrado. 
Pero si lo hago al revés, entonces las mujeres me pueden llevar, mujeres campesinas, a ir cambiando a eso, lo pago, la mata con raíz, la pago. Ese será uno de los decretos aquí que vamos a examinar ahora. 
Pero tengo que pagarla de tal manera que la familia pueda vivir mientras crece la yuca, y la cebolla, y el cacao, y el café, y el pan coger para comer bien. 
Y tengo que garantizar entonces que esos productos puedan salir de la región y entonces las vías campesinas, la carretera al mar. Venezuela no sé si nos ayudará, porque debería haber una carretera a Maracaibo. Había un ferrocarril que hicieron nuestros abuelos y lo dejaron caer. 
Tengo que construir una economía de la vida que significa salud, agua potable, la niñez, toda, debe estar en preescolares, compañeras. 
En el colegio se puede educar en educación superior. El ministro de educación…
—¿Cuántos cupos de educación superior se han abierto en los colegios del Catatumbo?
—Sí, señor presidente. Hemos establecido la estrategia PETIES en diez municipios del Catatumbo y en este momento hemos abierto tránsito inmediato hacia la educación superior con tres nuevos programas en cuatro municipios de la región
—¿Cuántos cupos? Son 393 estudiantes nuevos. Hay 393 estudiantes que, en su secundaria, al finalizar la secundaria, están estudiando acreditadamente.
Esa palabra es clave, cursos de educación superior, es decir, es la universidad en el colegio. 393 es poco, eso tiene que llegar a los mil, dos mil. Es decir, ya el proyecto de universidad está avanzando. 
No es que vamos, que es un error aquí, los funcionarios de la paz a creer que una universidad es hasta que se hace un gran edificio. Y eso pasan años, y se abre, entonces, para que, entre los jóvenes de ese entonces, porque ya los de hoy se perdieron entre el fusil, dijo un comandante del 33.
Si no hay educación la única alternativa es el fusil o irse. Hablamos de la alternativa de la educación, pero eso ya, dentro de diez años.
Es decir, la construcción bonita puede irse haciendo y ahí pasará el tiempo y si la gente cuida que no se roben el billete, pues se abrirá. 
Pero mientras tanto, hay que abrir la educación superior, que es lo importante. En los colegios, todos, todos los de la zona del Catatumbo, todos deben tener educación superior que incluye la tecnológica del SENA, porque aquí también se expresaron, y tiene que ser pertinente, claro que sí, si no enseñamos del campo, del agua y de la vida, no estamos en el territorio. 
Me gusta a mí la filosofía, pero no todos se vuelven filósofos, y el territorio además de filósofos necesita, los agricultores, sembrar bien la comida que da la vida para el mundo, no sólo para Bogotá, para el mundo. 
Por eso abrimos ese programa inmediatamente. Ya está abierto y lo vamos a impulsar, financiar y ampliar. Desde los niños en el preescolar, todos, hasta que puedan salir con educación superior y continuarla transparentemente, ahí sí, en una universidad, que ya no serán sino tres años, porque estudió dos en el colegio.

Los decretos de Conmoción

Entonces, estos decretos, que son de Conmoción Interior, es lo que queremos hacer. Financiar al ejército, sí, y las otras armas aquí, porque el Estado de Colombia se ha respetado, porque a ningún funcionario corrupto por ahí, de aquí o de allá, se le puede ocurrir que lo que hay que proteger y apoyar es el paramilitarismo del ELN. 
Ese se erradica o si no el paramilitarismo del ELN acaba con Venezuela y con Colombia y se vuelve la excusa de la invasión.
Ojo, nosotros aquí queremos paz, no guerra con nadie y no estamos cazando guerra con nadie, sólo nos respetan y para ser respetados necesitamos aquí las armas del pueblo. Ojalá no disparen, ojalá llegue el momento de no disparar. Y llega el momento de no disparar si los jóvenes de aquí armados deciden el camino de la paz. 
¿A cambio de qué? De esto, los otros decretos de Conmoción Interior que vamos ahora enseguida a estudiar. A ver, algunos no me han gustado, otros sí. Para que aquí haya un plan Marshall al social, para que el Catatumbo, después de este gobierno, pueda decir definitivamente: la región cambió y estamos saliendo adelante. 
Para que esto que hagamos aquí en el Catatumbo pueda hacerse en el litoral pacífico, pueda hacerse en el Putumayo, pueda hacerse en el Guaviare, pueda hacerse en el Chocó, etcétera. 
Para que entonces podamos mostrar que sí es posible la paz, que sí es posible en Colombia dejar de matarnos eternamente, que sí es posible que Colombia sea el corazón del mundo, porque es el corazón de la vida, que sí es posible que se terminen los 100 años de soledad y no haya más corazones, no haya más Aurelianos, coroneles Aurelianos Buendía, cambiando el amor por las armas, sino al contrario, jóvenes del ELN y jóvenes del Frente 33 que se matan entre sí y a sus familiares y a las comunidades campesinas. 
Es el momento de cambiar las armas por los amores. Y uno de esos amores, quizás, el más fuerte, es el amor al pueblo. Así que yo los invito a amar el pueblo, transformar, hacer una revolución de verdad. 
Pero eso se hace sin el fusil, con la cabeza y con la unidad popular. Eso se hace con decisión, eso se hace con liderazgo, eso se hace construyendo vida, no muerte.
Los constructores de vida somos los revolucionarios, los constructores de muerte son los fascistas. Así que escojan bien el campo. 
Gracias a todas y todos por haberme escuchado.

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