2019. COLOMBIA. Bicentenario de la Libertad

El 4 de julio de 1819 el Ejército libertador llegó al municipio de Socha. Sus hombres estaban maltrechos y con las ropas desgastadas después de haber atravesado los caminos helados del páramo de Pisba. 

Ese día la población, cuyo nombre viene de la lengua chibcha (y evoca al sol y a Chía, la luna), dejaría de ser la tierra de los astros para convertirse en la ‘Nodriza de la Libertad’ y en la cuna de heroínas como Matilde Anaray.

Matilde fue una mujer valiente, fuera de lo común para su época. “A la llegada de las tropas, el sacerdote de ese entonces, Tomás Romero y el alcalde, Ignacio Sarmiento, convocaron a la ciudadanía a una misa. En el acto religioso les pidieron a los feligreses que se despojaran de sus vestiduras para entregárselas a los patriotas. Matilde, con solo 13 años, dio ejemplo a todo el pueblo y tomó la iniciativa”H

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Doscientos años después, recordamos al pueblo que alimentó y reanimó a Simón Bolívar y a su Ejército después de transitar las cumbres de 3.600 metros del páramo de Pisba,

PANTANO DE VARGAS

Empeñado Barreiro en batir “al Ejército de Descamisados” como escribió en un comunicado a sus inmediatos superiores y Bolívar en obtener una victoria decisiva en Paipa. El primero, en la población, el segundo, en los “Molinos de Bonza”.  

Entre el anochecer del 24 y la madrugada del 25 de julio, el Libertador decidió pasar en balsas el Río Chicamocha, para tomar por la Cruz de Murcia, el camino real que por Toca conducía a Tunja, para interponerse entre Barreiro y las autoridades de la capital.   

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Primera vez que se medían los dos ejércitos en forma regular, cuyos contrastes se podían advertir fácilmente: los realistas disciplinados, descansados, con fama de valientes, bien dotados de armas, municiones y flamantes vestuarios. 

Además, se hicieron dueños de los lugares más ventajosos del terreno. Los Patriotas, en cambio, mal vestidos, algunos con camisas de mujer donadas por las damas de Socha, menores en número, dotación, fama, maltrechos del penoso viaje que acababan de hacer, pero con coraje, decisión y una fe inquebrantable.    

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Las primeras horas peleó únicamente la infantería, los nuestros llevaron la peor parte, hasta el punto de exclamar Barreiro: “Viva España! Ni Dios me quita la victoria….!”    Bolívar, que observaba con angustia el desarrollo de la acción, cuando advirtió que la caballería realista empezaba a movilizarse como una gran serpiente erizada de lanzas, por la callejuela que conducía al cerro del “Cangrejo”, exclamó: “Se nos vino la caballería… se perdió la batalla….!    Más, en el entretanto, el Coronel Juan José Rondón que lo escuchaba le dijo: “Cómo se ha de perder mi General, si mis llaneros ni yo hemos peleado? Déjenos hacer una entrada, mi General…!” y Bolívar, más escéptico que confiado replicó: “haga lo que pueda! Salve usted la patria, Coronel…!”. Aquel negro sublime, como una sombra desalada, bajó por la falda del Cerrito donde se hallaba Bolívar, agitando el sombrero y gritando: “camaradas…! Los que sean valientes síganme…! porque en este momentos triunfamos”. 

De inmediato, con catorce jinetes que lo oyeron, se desató como una tromba diabólica sobre el cerro del “Cangrejo”, que hoy se llama “de Rondón”, en un abrir y cerrar de ojos cayeron sobre los lujosos y bravos tercios españoles, acuchillándolos en forma impresionante y sorpresiva.  Bolívar, estimulado por la valentía de estos hombres, ordena al corneta tocar a la carga, bajando velózmente el cerro y agitando la gorra grita: “Mújica, Infante, Carvajal! ¡Pronto! ¡Pronto! ¡Porque este es el instante de triunfar o morir!”, que en cuestión de media hora cambiaron la faz de la batalla derrotando el enemigo.    

Las estadísticas de la batalla fueron mil realistas muertos y más de doscientos patriotas, se tomaron muchos caballos, más de 1.600 fusiles y muchas cosas que sirvieron para los voluntarios de Tunja y Socorro.  

BATALLA DEL PIENTA…una masacre libertaria

El 4 de agosto de 1819 (a solo tres días de la Batalla del Puente de Boyacá (sobre el río Teatinos), la población de Charalá –actual Santander− acompañada de habitantes de Coromoro, Cincelada, Ocamonte, Riachuelo y Encino, encabezadas por el capitán Fernando Santos Plata enfrentaron a más de 1000 soldados de línea que encabezaba el sanguinario coronel español Lucas González, enviado desde esa zona a reforzar las tropas del coronel José María Barreiro, que habían sido derrotadas en el Pantano de Vargas.

La reacción de la población obedeció a varios hechos, entre ellos el apresamiento y posterior fusilamiento de María Antonia Santos Plata (hermana del capitán de la milicia llamada “Guerrilla la Niebla”), quien fue fusilada en El Socorro, junto a otros milicianos, el 28 de julio de ese mismo 1819, por lo que las milicias guerrilleras se toman a Charalá; pero también, por el traslado a esa población del coronel Antonio Morales Galavís, comisionado por Bolívar y nombrado Gobernador de El Socorro, con una tropa de refuerzo y 140 fusiles. El gobernador chapetón recibió la orden de Barreiro de trasladarse a Cerinza para atacar la retaguardia del ejército patriota comandado por El Libertador Simón Bolívar.

El 29 de julio Lucas González se hallaba ya en Oiba, con más de 1000 soldados disponibles a cumplir la orden de reforzar el ejército realista, pero enterado de la revuelta de Charalá vuelve grupas. El 4 de agosto llega y da comienzo a la batalla que inicia en las orillas del río Pienta, y solo al mediodía logran los chapetones cruzarlo, dándose una batalla, casa por casa, dentro de Charalá, donde son asesinados a mansalva aproximadamente 300 labriegos armados de machetes, garrotes y herramientas de trabajo. Fueron asesinados –la mayoría degollados− incluso dentro de la iglesia, en la que cae la niña, de 13 años, Helenita Santos Rosillo, sobrina del capitán Fernando Santos y de su hermana fusilada, Antonia.

Aunque la Batalla del Pienta se perdió por el asesinato cobarde de 300 personas, de lo que no se salvaron ni ancianos ni niños y mujeres, el desarrollo de la misma impidió que las tropas realistas de Lucas González pudieran unirse a las de Barreiro, y ese hecho (ignorado por nuestra historia) permitió que el Ejército Libertador batiera a los chapetones en Boyacá y sellara en buena parte la Primera Independencia tres días después, el 7 de agosto de 1819. ¡N o fue en vano la heroica batalla!

El capitán Fernando Arias Nieto, uno de los pocos sobrevivientes escribió un artículo informativo sobre la batalla, llamado “En nombre de la libertad”, que ha servido de base para el libro del mismo nombre de Édgar Cano A., y otras obras –una novelada− “La Batalla del Pienta”, de Luis Eduardo Cadena Ortiz, recientemente publicada, que desgraciadamente poca difusión tienen en Santander y el resto del país.

Los gobiernos demagógicos del departamento que han pretendido sacar pecho de esa batalla, se limitaron a hacer un esperpento de “monumento” para instalarlo a orillas del río Pienta, a la entrada de Charalá, elaborado de fibra de vidrio (¡ni siquiera los inmolados merecieron el honor del bronce!), que está vuelto mierda, caído y abonado en un barzal. 

Obligación nuestra es rescatar esa historia olvidada, pero especialmente ahora a 200 años de la Batalla del Pienta

De Toca a Tunja, en la madrugada del 5 de agosto, luego de la contundente victoria, el ejército cruzó por Toca, rumbo a la capital de Boyacá, con el objeto de cerrarle el paso al maltrecho Barreiro y a su tropa sobre el Puente del Río Boyacá, quienes pretendían llegar a Santafé para reorganizarse. null

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CAUSAS DE LA BATALLA DE BOYACÁ

Este enfrentamiento fue la culminación exitosa de la Campaña Libertadora de Nueva Granada, una campaña liderada por Bolívar que tenía como objetivo liberar a Nueva Granada (lo que ahora es Colombia) del dominio del Imperio Español. El resultado de dicha liberación sería la creación de la República de Colombia, lo que comprendería el Virreinato de Nueva Granada, la Capitanía General de Venezuela y la Real Audiencia de Quito. Todos estos territorios estaban dominados completamente por los españoles (excepto el sur y oriente de Venezuela).

Las tropas independentistas, liderados por el general venezolano Simón Bolívarbuscaban desprenderse por completo del ejército realista y el dominio que querían imponer en su tierra los españoles. En síntesis, una disputa territorial fue lo que originó la Batalla de Boyacá.

DESARROLLO DE LA BATALLA DE BOYACÁ

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En la población de Tunja, en la cordillera de los Andes el día sábado, 7 de agosto de 1819 tuvo lugar esta guerra luego de una intensa campaña que evolucionó desde Venezuela hasta la región colombiana de Boyacá con Simón Bolívar al mando. Las intenciones por parte de sus adversarios, es decir, los miembros del ejército realista, eran dirigirse hacia la ciudad principal de Nueva Granada para establecer un grupo lo suficientemente fuerte que pudiera hacer frente a los avances de Bolívar y todos aquellos que lo apoyaban en su lucha por la independencia de la influencia y gobierno de la corona española.

A fin de cumplir con sus objetivos, los realistas, quienes seguían las órdenes de José María Barreiro, jefe al mando de los españoles, tenían que transitar por el puente del Camino Real ubicado en Boyacá. Los miembros del ejército patriota estaban en pleno conocimiento de los movimientos de sus enemigos, por lo que se habían preparado para enfrentarlos. A su mando, Simón Bolívar contaba con 2.850 hombres entre los cuales se encontraban indígenas, negros, zambos, mulatos, mestizos y criollos, los cuales eran considerados como los miembros de menor importancia en la sociedad. Mientras que el ejército español estaba compuesto por más de 2.600 participantes que aparte de armados, estaban entrenados para la guerra.

Desde los lugares más altos de Tunja, los independistas observaban con detenimiento a sus contrarios acercarse al puente Boyacá, por lo que decidieron en ese momento tomar acciones y paralizar su avance. Para ello, usaron la táctica de la emboscada, lo que dio comienzo al enfrentamiento alrededor de media mañana.

Durante la batalla, distintas divisiones que apoyaban a cada bando se unían a medida que ésta se prolongaba. Los momentos más intensos se vivieron después de las dos de la tarde cuando un grupo de militares a caballo junto con Andrés Ibarra sorprendieron a los españoles mientras descansaban para comer. Por otro lado, Francisco Santander, quien también formaba parte de los patriotas, acorraló a otra parte del ejército realista en el puente Boyacá. Sin embargo, el apoyo que necesitaban los realistas no tardó en llegar, pues en ese momento recibieron refuerzos que comenzaron la ofensiva ante Bolívar, quienes también recibieron el soporte de un grupo más de independentistas que arribaron al campo de batalla conocidos como Primero de línea y Cazadores.

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Aproximadamente a las 3 de la tarde, parecía que había dos contiendas simultáneas. Los patriotas tenían en cada extremo a un grupo de realistas quienes se hallaban acorralados frente al río Teatinos, mientras que los demás en la zona plana que conducía a Samacá, lo cual los debilitó, y mucho más cuando se adicionaron a la riña un grupo de lanceros liderados por Juan José Rondón. En este punto, los españoles estaban absolutamente rodeados. A pesar de los esfuerzos de Barreiro por mantener un frente firme, los patriotas parecían adivinar sus movimientos y le obstaculizaban el avance de forma rápida, de manera que no tenían oportunidad de generar nuevas tácticas de defensa. Por ende, llegadas las 4 de la tarde de ese mismo día, los realistas alzaron la bandera blanca en símbolo de rendición.

PEDRO PASCASIO MARTINEZ


Pedro Pascasio Martínez Rojas nació en Belén de Boyacá (Colombia) el 20 de octubre de 1807. Sus padres fueron José Martínez y María Rojas (campesinos).

Siendo niño trabajaba cuidando los caballos del hacendado Juan José Leiva. Aquí conoció a Simón Bolívar, cuando el Libertador llegó a Boyacá en 1819. Bolívar vio sus aptitudes y lo recibió como su ayudante.

El 7 de agosto de 1819, al terminar la batalla de Boyacá, Pedro Pascasio y un soldado negro descubrieron el escondite del coronel español José María Barreiro. Lo tomaron prisionero y entregaron a Simón Bolívar. Pedro Pascasio apenas tenía 12 años de edad. Por su hazaña, Bolívar le otorgó el grado de Sargento y una gratificación de 100 pesos.

Pedro Pascasio Martínez luchó en el ejército patriota hasta que terminó la Guerra de Independencia. Después se dedicó a la agricultura hasta su muerte en Belén de Boyacá el 24 de marzo de 1885.

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RESULTADOS DE LA BATALLA DE BOYACÁ

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Los resultados de la Batalla de Boyacá se ven hasta nuestros días: se logró la independencia de Colombia. El dominio del Virreinato de Nueva Granada pasó a estar en manos de venezolanos-neogranadinos, incluyendo la capital. Aunque en las provincias Pasto y Santa María los realistas resistieron unos años más, no fue suficiente. Después de la Batalla de Boyacá se abrieron las puertas para la inclusión de Venezuela junto con Nueva Granada en la nueva República de Colombia.

No sólo fue una batalla decisiva para la República de Colombia, sino también para el continente entero; fue una de las guerras de emancipación de América Latina más importantes. Es decir, tuvo un rol bastante importante en la liberación de América Latina de manos de los europeos.

¿CUÁNTOS SOLDADOS MURIERON EN LA BATALLA DE BOYACÁ?

En comparación a otras batallas de la Campaña Libertadora de Nueva Granada, en la Batalla de Boyacá no murieron tantos, relativamente: aproximadamente 100 soldados realistas y 13 independentistas perdieron la vida. En cuanto a heridos, hubo unos 150 de parte de los realistas y 53 de parte de los patriotas.

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