51 años de la muerte de Judy Garland

La famosa actriz de Hollywood y madre de Liza Minnelli falleció un día como hoy, 22 de junio, en 1969, a sus 47 años.

Fue hallada muerta en el baño de su casa en Londres y tras haber ingerido una sobredosis de barbitúricos.

Final de la legendaria estrella, cuya vida estuvo marcada tanto por su maravilloso talento, como por su depresión y adicciones,

“Si soy una leyenda tan importante, ¿por qué me siento tan sola?”, llegó a preguntarse Judy, quien desde muy joven estuvo en contacto con las miles de la fama, pero también con su lado más oscuro.

Judy Garland:

Nacida en junio de 1922, a los 13 años ya había firmado un contrato con la MGM y a los 16 le recetaban anfetaminas para que resistiera las largas jornadas de rodaje en Hollywood. 

Poco después comenzaron a suministrarle también medicamentos para calmar su ansiedad generada, entre otras cosas, por no sentirse tan atractiva como el resto de sus contemporáneas.

La inseguridad respecto de su peso perseguiría a Judy durante toda su vida. Quería estar delgada para lucir bien a cuadro, pero se hundió en un círculo vicioso, porque sus adicciones -a menudo- la hacían ver hinchada.

Judy se consagró como estrella gracias a su interpretación de “Dorothy” en El Mago de Oz y, por supuesto, a la canción “Over the Rainbow”.

Pero más allá del éxito, lo que Judy quería era tener una familia, sentir la seguridad del hogar que ella no tuvo, pues su padre, homosexual, abandonó a su madre y a sus hermanas.

Esa necesidad de cariño la llevó a casarse a los 18 años con David Rose, de quien se embarazó muy pronto.

Pero tanto Rose como la madre de Judy hicieron que la actriz se sometiera a un aborto ilegal, pues tener un hijo a esa edad podría afectar su carrera.

El matrimonio con Rose se extendió apenas hasta 1944. Vino entonces la boda con Vincent Minnelli, con quien tuvo a su hija Liza.

La niña se acostumbró pronto a los vaivenes emocionales de su madre.

“Mi infancia fue muy interesante, aunque tuvo muy poco que ver con ser una niña”, aseguró Liza, quien antes de cumplir los 10 años ya había salvado a Judy de sufrir sobredosis, en al menos un par de ocasiones.

Garland consumía somníferos contra el insomnio y estimulantes para estar activa durante el día.

egún el medio a esta difícil situación se sumó la ingesta de alcohol y era una combinación explosiva que le provocaba severos cambios de humor.

Así como las sobredosis eran habituales en la casa de la actriz, también lo eran los intentos de suicidio.

Sidney Luft, el tercer esposo de Judy y con quien estuvo 14 años, recordó en su libro “Judy and I: My life with Judy Garland” la ocasión en que la actriz llegó a degollarse durante una de sus sobredosis.

Garland fue encontrada a tiempo y sobrevivió.

Pero eso no la detendría en sus intentos de acabar con su vida, que en realidad eran una manera de atraer la atención, la forma que conocía 

Stevie Phillips, quien trabajó para la cantante durante cuatro años a principios de la década de los 60, recordó uno de esos episodios en el libro “Judy & Liza & Robert & Freddie & David & Sue & Me”.

Garland tenía programado un concierto en Boston, sostenía entonces un affaire con el productor de cine David Begelman,  su hombre del momento.

Cuando Phillips entró a la habitación del hotel en el que se hospedaba Judy, horas antes del show, se encontró en medio de un lugar salpicado de sangre. Las sábanas, el vestido de Judy, todo teñido de rojo.

“Los episodios suicidas de Judy le daban poder”, escribió Phillips. En esos momentos Judy se convertía en el centro de atención del hombre con el que estuviera obsesionada entonces.

“Ansiaba su amor mucho más que la adoración de sus fans, que no eran más que desconocidos”.

La relación de Judy con Begelman, según Phillips, era la muestra de lo que la actriz solía hacer: creerse sus propias historias, vivir en un mundo alterno.

Judy aseguraba que Begelman estaba enamorado de ella, pero Phillips trabajaba para él y sabía que no era más que un gran mentiroso. 

“La verdad podría haber curado a otra persona, pero no a Judy, que vivía en un mundo ficticio”.

El fantasma del suicidio siempre la persiguió y fue así que un paro cardíaco ocasionado por una sobredosis accidental de barbitúricos la mató.

Al lado de su cama se encontró una receta de 25 pastillas de barbitúricos y un frasco medio vacío.

Según la autopsia, en el revestimiento de su estómago no había inflamación ni residuos, lo que indicaba que consumió los barbitúricos durante un largo periodo y no de golpe.

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