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El rotativo muestra cómo en el país se intercambia pasta de coca por comida.
Este martes la portada de ‘The New York Times’, uno de los diarios más importantes de Estados Unidos, tiene a Colombia como protagonista.
El rotativo muestra en primera plana el drama de los campesinos colombianos, quienes deben intercambiar pasta de coca por comida a cinco años de la firma del acuerdo de paz.
“En 2016, un tratado con los guerrilleros finalizó una guerra que duró décadas. Pero los expertos advierten que se acaba el tiempo para consolidar la paz y el desarme de los grupos rebeldes”, dice el informe que hizo Federico Ríos Escobar, junto a Julie Turkewitz y Sofia Villamil.
Rios publicó en su cuenta de Instagram algunas de las fotografías que comparan el costo de algunos productos en gramos de pasta base de cocaína. “En algunos lugares remotos de Colombia no circula el dinero en efectivo”, menciona el autor.
Los campesinos que viven cerca a La Paz – municipio colombiano ubicado en el departamento del Cesar – han recurrido a esta forma de pago debido a que, según informa el autor,las disidencias de las FARC y otros grupos armados siguen controlando algunas zonas rurales como esta.
De acuerdo a lo que menciona el artículo, un gramo de pasta de coca se utiliza como moneda equivalente a 75 centavos de dólar estadounidense (unos 2.800 pesos colombianos)
De este modo, en el comparativo se puede observar que una Coca Cola personal de 400 mililitros que normalmente costaría unos 3 mil pesos colombianos, cuesta 1.3 gramos de pasta de coca. Por su parte, una cerveza cuesta 1.2 gramos y un pescado 4.9 gramos.
“Se suponía que escenas como estas eran una cosa del pasado en Colombia“, escriben en el rotativo, en el que mencionan que a pesar del acuerdo por el que Juan Manuel Santos ganó un premio Nobel de Paz, “los grupos armados aún controlan pueblos como La Paz. Y, advierten los expertos, la ventana de Colombia para lograr la paz duradera prevista en el acuerdo puede estar cerrándose”.
Del mismo modo, escriben que “el gobierno está permitiendo que los grupos violentos, viejos y nuevos, se muevan y perpetúen nuevos ciclos de violencia”, indicando que el partido del presidente Iván Duque “está aliado con poderosos terratenientes que tienen más que perder si se reescriben las reglas de propiedad de la tierra, y muchos críticos lo acusan de demorar el esfuerzo”.
Se suponía que escenas como estas eran una cosa del pasado en Colombia
Así las cosas, señalan que además del aumento de violencia y la reducción en la seguridad en las zonas rurales, solo el 4 por ciento de las medidas de reforma rural del acuerdo están completas, según el Instituto Kroc de Estudios Internacionales para la Paz que monitorea el progreso del acuerdo.
Además de esto, en junio de este año, un 83 por ciento adicional acababa de comenzar o no se había iniciado en absoluto.
Aquí puede leer el artículo completo de ‘The New York Times’.