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México será el anfitrión ocho años después de un encuentro trilateral marcado por las disputas por la política energética en el marco del T-MEC

Ocho años después, México volverá a ser la sede de la cumbre de Los Three Amigos. Así lo ha anunciado este martes el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, durante su conferencia diaria matutina.

Será durante la primera quincena de diciembre “en un lugar todavía por confirmar”, según fuentes de la Cancillería.

 La última vez que México fue el anfitrión de la cita estaba sobre la mesa el acuerdo comercial con la región Asia-Pacífico. Esta vez, el protagonista será el T-MEC, el tratado de libre comercio de América del Norte. México y EE UU llevan enfrascados varios meses en una disputa sobre la política energética de López Obrador, que amenaza con dirimirse en un panel internacional. Además de la economía, la migración será otro de los grandes temas del encuentro.

El anuncio del presidente mexicano llegó precisamente de una pregunta sobre el conflicto por la política energética. “Nuestras relaciones son muy buenas relaciones con Estados Unidos. Vamos a tener una cumbre en diciembre”, señaló el presidente ante la insistencia de las preguntas sobre el tratado comercial. Los cambios en el sector eléctrico han dado prioridad a la empresa estatal, Comisión Federal de Electricidad (CFE), sobre las empresas privadas, muchas de ellas estadounidenses

EE UU entiende que se están vulnerando los principios de libre competencia que protege el T-MEC. Al amparo del tratado, ambos países tienen abiertas consultas para dirimir el conflicto. López Obrador aseguró la semana pasada que las aguas volvían a su cauce y que EE UU no llevaría el asunto hasta el final. Sin embargo, ayer lunes el embajador estadounidense, Ken Salazar, desmintió al presidente al confirmar que las consultas siguen adelante.

Otro de los temas prioritarios será la migración, una de las patas de la relación regional. Esta mismo martes por la tarde, ambos mandatarios han mantenido una conversación telefónica centrada en aunar esfuerzos en materia migratoria, incluyendo “acciones para reducir el cruce de migrantes indocumentados desde México a EE UU”, según el comunicado de la Casa Blanca. La semana pasada, México y Estados Unidos llegaron a un acuerdo para organizar de una forma más humana y segura el paso de los migrantes a través de su frontera.

Estados Unidos otorgará 65.000 nuevas visas anuales para trabajadores no agrícolas, 20.000 de las cuales irán destinadas a centroamericanos y haitianos. Por otro lado, siguiendo la experiencia exitosa con Ucrania, un cupo de 24.000 venezolanos podrán solicitar una entrada de carácter humanitario por vía aérea y siempre que tengan una persona regularizada de respaldo en Estados Unidos, pero sin pasar por México.

Aumentar las visas de trabajo para los migrantes ha sido una de las demandas más repetidas por el Gobierno mexicano. López Obrador lo expuso explícitamente durante su encuentro en junio en la Casa Blanca. Sin embargo, el acuerdo respecto a los migrantes venezolanos a dejado a miles de ellos varados en territorio mexicano. En agosto, 30.000 migrantes, 23.000 de ellos venezolanos, cruzaron el Tapón del Darién -la inhóspita selva que separa Colombia de Panamá-, y la tendencia al alza a lo largo del año apunta a que en septiembre el número habría sido mayor.

La última reunión trilateral se celebró en noviembre del año pasado en Washington después de cinco años de ninguneo de Donald Trump a sus vecinos. Los temas que marcaron la jornada en aquella ocasión fueron también la economía y la migración. Todas las partes se esforzaron además en escenificar una clima de cordialidad tras las hostilidades de la Administración Trump. Todavía en plena pandemia, se debatió de los problemas logísticos provocados por el encierro y se anticiparon las inversiones directas que EE UU ha formalizado después en varios países de Centroamérica con el objetivo de mitigar las causas de la migración.

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