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Mientras fue director de la empresa mundial de consumo Unilever, entre 2009 y 2019, Paul Polman impulsó el concepto de ‘crecimiento neto positivo’. Es decir que si se quiere lograr un verdadero desarrollo sostenible, las empresas deben darle al planeta más de lo que reciben en beneficios. Esa filosofía la consagró en su libro Net Positive: Cómo las empresas valientes prosperan dando más de lo que reciben, publicado en 2021 y reconocido como uno de los mejores textos empresariales del año.

Recientemente Polman estuvo en Colombia, lo que no es nuevo para él. Ahora como conferencista, invitado por la compañía de lácteos colombiana Alquería, vino a presentar su libro en español y a impulsar, en una conferencia magistral para empresarios que dictó en el municipio de Chía, la necesidad hacer negocios más allá de los resultados financieros y centrándose en lograr que exista un planeta en el futuro.

En entrevista con EL TIEMPO habla sobre Colombia, el nuevo gobierno y la necesidad de hacer crecer los negocios de manera neta positiva.

En 2014, usted aseguró que Colombia tenía un gran potencial para crecer de manera sostenible. ¿Cree que eso se ha logrado?

Colombia tiene muchas cosas a su favor. Y en términos del progreso que ha hecho, ciertamente en esta región del mundo, tiene probablemente una de las políticas más progresistas, que venían ya desde el presidente Duque, que se comprometió a una reducción del 51% de las emisiones de CO2 para 2030. Y ahora también con el nuevo presidente. Así que es uno de los países que han presentado lo que se llama NDC, compromisos determinados a nivel nacional, que son bastante ambiciosos. Han aprobado leyes. Han creado mercados de carbono. Han revisado la biodiversidad y la circularidad. Así que en muchas áreas, yo diría que Colombia está marcando el camino. 

Pero no obstante los avances que han hecho, lo que aún vemos es lo difícil que es transformar los tres sectores más importantes. Esos serían el sector energético, que sigue teniendo subsidios y apoyos a los combustibles fósiles, por lo difícil que es salir de ellos en la situación geopolítica actual. El segundo sector es el del transporte, en el que es necesario electrificar la movilidad, salir del motor de combustión. Aquí tienen intenciones de hacerlo, pero todavía están en un 1 % de alcance, un porcentaje muy bajo. Y poner infraestructuras y estaciones de carga y todas las demás cosas lleva tiempo. 

Y el tercer sector es la agricultura, es el sistema alimentario, que es el principal impulsor del cambio climático en este país. Probablemente, alrededor del 60 % del cambio climático en este país proviene en realidad de la deforestación, y si nos fijamos en los últimos dos años, la deforestación está aumentando (gran parte de las zonas deforestadas en Colombia se usan para desarrollar agricultura). Así que aquí es donde está el reto. Es un reto muy sencillo, las intenciones están ahí. Creo que todo el mundo entiende que tenemos que crear este futuro mejor, pero es difícil de hacer y los problemas que vemos se están volviendo tan rápidamente evidentes y las soluciones que ponemos en marcha no son lo suficientemente rápidas. Así que la brecha está aumentando y eso significa que en muchos casos estamos viendo que las cosas empeoran. 

¿Es más retador ser sostenibles en países como Colombia, donde hay altos niveles de biodiversidad y mayores impactos en el desarrollo de economías productivas?

No creo que sea más difícil en ningún sitio. En realidad, cuanto más esperemos, mayor será el costo de no actuar. Para las empresas es necesario ver las oportunidades al actuar. Desgraciadamente, solo tenemos un plazo limitado para hacerlo. Así que si realmente queremos hacer ese progreso a la velocidad que necesitamos, básicamente los próximos diez años van a ser cruciales. Y tenemos que trabajar juntos. No es algo que pueda hacer ninguna empresa por sí sola. No es algo que un gobierno pueda hacer por sí solo. Así que hay que establecer estas asociaciones con la sociedad civil, los gobiernos y el sector privado, y cuando se crean estas asociaciones, se avanza más rápidamente. 

Yo diría que Colombia es un país que se adapta mejor a estas asociaciones. De hecho, su nuevo presidente ha dicho, como una de sus políticas, que no solo hay que ir hacia la paz, sino también hacia un entorno más sostenible y más equitativo. Y está llamando a ese diálogo. Pide esa asociación. Así que creo que es en esa acción colectiva donde encontrarán más respuestas. 

En su libro habla sobre la necesidad de que los gobiernos actúen como pieza clave en un mundo más sostenible. ¿Ve ese compromiso en el país?

Aún no puedo comentar sobre el presidente Petro porque apenas lleva semanas en el cargo, tuve el gusto de estar en Colombia con el presidente Uribe, con el presidente Santos, con el presidente Duque, y ahora espero que con el presidente Petro. Y siempre he encontrado que a pesar de los retos que tiene este país, que no son pequeños, ustedes siempre lo han sacado adelante de manera constructiva. El año pasado, su crecimiento económico del PIB fue del 10 %. Probablemente ustedes manejaron las empresas mejor que muchos otros países, gracias al trabajo conjunto (entre Gobierno y sector privado).

Usted lleva ya más de una década hablando sobre crecimiento positivo, ¿cree que las empresas han cambiado su visión de la sostenibilidad?

Yo diría que en realidad se ha acelerado desde la pandemia del covid. Si miras en Colombia, ahora hay un 73 % de empresas que emiten informes de sostenibilidad. Eso es un 30 % más que antes de la crisis. Si nos fijamos únicamente en el cambio climático el 20 % de los países habían hecho compromisos climáticos. Ahora tenemos el 65 % de los países. Así que si miras a nivel de país, también aquí en Colombia se ven muchas más cosas entrando en la legislación. A nivel empresarial hemos visto una enorme aceleración en el número de empresas que se involucran, especialmente en torno al cambio climático.

Pero también lo vemos en el mercado financiero. De hecho, yo diría que cada vez más es el mercado financiero el que está impulsando el cambio en las empresas y cada vez más también en los gobiernos. Lo que hemos visto con las empresas es, sobre todo, que los fondos que invirtieron en lo que llamamos ESG (Environmental, Social and Government) superaron ampliamente a los fondos que no tenían en cuenta los aspectos del capital social o medioambiental. 

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