Aspiradora espacial, para limpiar de basura la órbita terrestre
Guglielmo Aglietti, investigador de la Universidad de Surrey, utiliza un ejemplo gráfico para explicar uno de los conflictos que enfrentamos en nuestros planes de conquista espacial: “En el pasado hemos tenido una actitud algo relajada con respecto al espacio, un poco igual que hicimos con el océano. La gente ha estado llenándolo de basura, pensando que el océano era suficientemente grande y no pasaría nada. Ahora tenemos el mismo problema con el espacio debido a décadas de actividad espacial, en las que hemos ido dejando abandonados satélites que ya no están funcionando”. Suena a broma pesada que en un terreno en el que la tecnología exige inversiones multimillonarias y ya se ha cobrado varias vidas humanas, el fracaso pudiera sobrevenirnos por ser sucios. Pero es totalmente cierto.
De hecho, la posibilidad de que ocurra un accidente como el descrito en Gravity, la película dirigida por Alfonso Cuarón y ganadora del Oscar en 2013, es cada vez más real. En ella la nave en la que viajan George Clooney y Sandra Bullock es golpeada por restos de basura espacial, convirtiendo una misión rutinaria en una aventura de supervivencia. Y es que, por mucho que el espacio sea infinito, utilizar la órbita de nuestro planeta como una gigantesca papelera tiene sus consecuencias. En la actualidad hay unas 7.000 toneladas de basura (un peso equivalente al de unos 5.800 turismos) girando a nuestro alrededor, pero de los 40.000 objetos monitorizados en la órbita terrestre menos del 10% son satélites activos, el resto son desperdicios que no sirven para nada. Obviamente, una posible colisión con una nave espacial es tan solo uno de los muchos problemas que genera esta basura, pero no el más probable. Más fácil podría resultar que alguno de estos fragmentos termine golpeando e inutilizando satélites de comunicaciones que nos resultan esenciales para Internet, la geolocalización o los teléfonos móviles. “Algunas órbitas -aseguraba en una entrevista Jason Forshaw, también de la Universidad de Surrey- que utilizamos para obtener imágenes de la Tierra, monitorizar desastres o realizar observaciones meteorológicas, están llenándose de basura a gran velocidad”.
Afortunadamente, si algo ha demostrado nuestra especie a lo largo de la historia es que tiene casi tanta habilidad para resolver problemas como para provocarlos. En el caso de la basura espacial, la solución -aunque compleja- parece simple: se trata de ponerse a limpiar. Y en eso anda el equipo de Remove Debris, creado en la Universidad de Surrey con fondos de la Unión Europea y liderado por el profesor Aglietti. El proyecto ya se está probando de forma experimental y consiste en tres sistemas diferentes para recoger la basura: un arpón que caza los desechos y los desintegra, una red que captura la basura y cambia su rumbo hacia la atmósfera donde igualmente se desintegra, y un dispositivo que arrastra de forma remota los restos y los lleva a lugares lejanos para que se destruyan. Todos ellos son de bajo coste y serán puestos en marcha desde un pequeño satélite cúbico. Aglietti piensa que RemoveDebris puede jugar un papel esencial en los próximos años: “no vamos a recoger cada una de las piezas de basura espacial. Eso es imposible. Tal vez sólo atrapemos una o dos cada año, las más críticas, pero puede ser suficiente para evitar accidentes”. El resto quedará en las manos de los impulsores de próximas misiones espaciales, quienes por el bien de todos deberán aplicar una máxima de sabiduría repetida por las madres de todo el mundo: para no tener que limpiar, lo mejor es no ensuciar…