Por qué la paranoia de la ‘injerencia rusa’ aterrizó aqui, como una nueva amenza al volátil panorama político en Colombia
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, ha mordido el anzuelo de la “injerencia rusa”. Pero, ¿qué tan seria es la ‘amenaza’?
“Están circulando informaciones de posibles ataques o intenciones ‘non sanctas’ que podrían venir incluso del exterior”, dijo Santos, citado por Caracol. Aunque el mandatario no presentó ningún tipo de pruebas de que esas afirmaciones sean ciertas, ordenó la activación de un puesto de mando unificado para “enfrentar cualquier amenaza de seguridad digital”.
Las declaraciones de Santos se dan un día después de que el exsubsecretario de Defensa de EE.UU., Frank Mora, asegurara que Moscú pretende intervenir en las elecciones del país suramericano para “desprestigiar” las democracias de la región y “crear desconfianza”.
Horas más tarde, el embajador de Rusia en Bogotá, Sergey Koshkin, rebatió la acusación de Mora y la insinuación del presidente colombiano, aunque admitió que no le sorprendían: “No hay rusos en sus computadoras. Pueden escoger tranquilamente al candidato que les plazca (…) Perjudicar la solidez de gobiernos de América Latina no es nuestra política”, dijo el diplomático entrevistado por BluRadio.
¿Qué hay detrás?
El episodio no es aislado, advierte el analista político Gabriel Clavijo, quien considera que a pesar de la escasa o nula verificación que hay de los señalamientos contra Rusia, “el rumor puede tener cierto impacto en el ambiente electoral porque lo enrarece”.
“Yo no creo que Putin tenga el poder para montar en Colombia a un candidato de su preferencia ni que esté interesado en nuestro país. Lo único que se puede lograr con todo este rumor es generar una suerte de desazón“, considera Clavijo, quien divide en tres grupos la reacción de los políticos colombianos con respecto a Rusia.
Un primer segmento, conformado por los opositores a Santos, ha hecho mofa de la teoría de la ‘injerencia rusa’ hasta en sus piezas de campaña y la considera “una cortina de humo” del gobierno; otros “más paranoicos” se toman en serio el supuesto interés del Kremlin en la política colombiana; y un tercer grupo, “que es la gran mayoría, ve ese asunto con total indiferencia, y hasta con sorna”.
Paradójico
Según declaraciones de Mora a El Tiempo, organizaciones como la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés) y el American Society prevén hacer un foro para “alertar” sobre la situación en Colombia.
Para Clavijo, resulta paradójico que sea una organización como la NED, acusada de injerencia en otros países, la que dicte recomendaciones para combatir la supuesta ‘injerencia rusa’: “Es contradictorio acudir a lo que se ataca; eso podría causar desestabilización en un futuro porque, recordemos, Colombia es un país altamente polarizado tras el proceso de paz”.
Sin embargo, analistas como Laura Gil consideran que los señalamientos contra Rusia “no pueden convertirse en un problema bilateral” hasta que no se demuestre que, en efecto, hubo algún tipo de intervención.
Además, descartó que esos rumores sean capaces de “enrarecer” el clima electoral en el país, sino más bien alentar al gobierno a “fortalecer sus sistemas para el tema cibernética”. Según la analista, que es crítica con respecto a la política exterior rusa, la única manera de combatir la duda es educar a la ciudadanía “para poder diferenciar las noticias falsas de las verdaderas, y esa es también responsabilidad de un buen periodismo”.
¿Quién se beneficia?
A principios de este año, una pieza de propaganda de la Alianza Verde –opositores a Santos– promovió a dos de sus candidatas legislativas con una suerte de cortometraje en el que se hacía mofa de la supuesta ‘injerencia rusa’ en Colombia. Según las encuestas, el aspirante presidencial de ese mismo partido, Sergio Fajardo, es el que puntea en las encuestas.
Ese hecho levanta suspicacias sobre quién podría beneficiarse de una campaña ‘anti-rusa’ de ese calibre: “Ese rumor puede ser tomado para beneficio de cualquier grupo, como un ‘comodín’ para los partidos de izquierda, de centro o de la misma derecha. Lo que preocupa es que existan ese tipo de jugadas porque en una democracia sólida no debería haber cabida para ellas”, opina Clavijo.
Lo que sí está más o menos claro es que el panorama político en Colombia es volátil. Un ejemplo de eso es que el año pasado, cuando empezó el proceso de postulaciones a las presidenciales, “se tenía clarísimo que el candidato de la derecha, Germán Vargas Lleras, iba a arrasar, y hoy va de tercero en las encuestas”, dice Clavijo.
En los sondeos, quienes puntean son Fajardo (centro-izquierda) y el ex alcalde de Bogotá, Gustavo Petro (izquierda). “¡Imagínate cómo está de inestable el electorado colombiano! La gente está cansada de la política tradicional y pueden haber sorpresas, pero no creo que sea consecuencia de la acción de Putin”, concluye.