El Partido de los Trabajadores cierra filas en torno a Lula
“Estamos aquí para reafirmar la candidatura de Luiz Inácio Lula da Silva. Será nuestro candidato”, dijo la senadora Gleisi Hoffmann, presidenta de la mayor fuerza de izquierda de Brasil, en la apertura de una reunión de la directiva del PT en Sao Paulo.
Lula, de 72 años, llegó al edificio de la Central Única de Trabajadores (CUT), sede de la reunión, acompañado por la exmandataria Dilma Rousseff, su ahijada política destituida en 2016, en el mayor de los muchos reveses que sufrió el partido en los últimos años.
Un afiche gigante en la puerta definía el tono de la reunión: “En defensa de la democracia y de Lula”. Adentro, los partidarios se apiñaban y cantaban “Lula guerrero, del pueblo brasilero”.
“La decisión de ayer fue política. Obviamente que no estoy feliz. Pero dudo de que quienes me juzgaron tengan la conciencia tranquila”, afirmó Lula, que libra uno de los combates más difíciles de su vida y ostenta la contradictoria posición de ser el candidato favorito y uno de los que más rechazo genera entre los brasileños.
“Sin arrogancia, quiero decirles que quiero ser candidato, para ganar las elecciones. ¡Nada de bajar la cabeza!”, agregó el ex dirigente sindical, que en su infancia fue lustrabotas y perdió tres elecciones antes de ser elegido por dos mandatos consecutivos (2003-2010).
Un tribunal de apelación ratificó el miércoles la condena de Lula por corrupción pasiva y lavado de dinero y aumentó su pena de prisión a 12 años y un mes (en primera instancia, era de nueve años y medio).
Según los jueces, el expresidente era propietario de hecho de un apartamento tríplex en el balneario de Guarujá (Sao Paulo) recibido de la constructora OAS a cambio de su mediación para obtener contratos en Petrobras.
Lula enfrenta otros seis procesos judiciales, pero se declara inocente en todos y denuncia una ofensiva judicial para impedir el retorno del PT al poder.
El fallo incrementó la incertidumbre sobre el destino político inmediato de la mayor economía latinoamericana.
La designación de Lula como postulante a la jefatura de Estado es por el momento simbólica, ya que las leyes electorales solo habilitan a los partidos a inscribir a sus candidatos a partir del 20 de julio.
Y pese a disponer de varios recursos para apelar la sentencia, su condena en segunda instancia puede acabar por bloquear su candidatura. Pero su partido no tiene ni quiere un “plan B”.
¿Hasta la victoria?
La senadora Hoffmann, también acusada por corrupción, anticipó que el PT saldrá a las calles y organizará huelgas como parte de un programa de lucha para mantener viva la candidatura de Lula.
El propio expresidente dijo el miércoles por la noche en un mitin con miles de partidarios en Sao Paulo que está más motivado que nunca para buscar su tercer mandato.
“Ahora quiero ser candidato a la presidencia de la República”, proclamó, antes de despedirse con un “¡Hasta nuestra victoria!”.
Esa misma línea fue seguida por Rousseff.
“La persecución política expresada en la condena impide el restablecimiento de la normalidad democrática y la pacificación del país. Una elección que impida competir al expresidente Lula no tendrá legitimidad”, aseguró en una nota.
Para el sociólogo Alberto Almeida, del Instituto Análise, de Sao Paulo, las urgencias del PT proyectan una polarización de los votantes.
“Lo que viene ahora es una gran división en el país, porque hay muchas personas que quieren que Lula sea condenado y no consiga ser candidato, aunque al mismo tiempo está primero en la intención de voto. Vamos a ver mucha polarización y una gran incertidumbre”, dijo