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“Durante el rodaje de una película había una pequeña cabra en el set.

El dueño dijo: date prisa y termines tu escena porque el domingo es la comunión de mi sobrino y ¡tenemos que cocinarla a la parrilla!

Compré el animal, lo até con una cuerda y lo llevé al hotel de cinco estrellas. Me lo subí a mi habitación, ¡qué escándalo!

Ese día decidí dejar el cine y ayudar a los animales. Era junio de 1973, yo tenía 38 años”.

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