Ahhh la inteligente Plutocracia colombiana. “El humo de la guerra no nos dejó ver la corrupción”: Fernando Carrillo, Procurador General de la Nación
El humo de la guerra no nos dejó ver la corrupción y nos aplazó las grandes discusiones sobre temas como la justicia, la salud o las pensiones. Hemos sido incapaces de llegar a consensos por encima de los partidos y de las coyunturas electorales, que nos hubieran permitido tener pactos de Estado sobre esas prioridades.
Antes, la gran amenaza era la violencia contra la libertad en el ejercicio del sufragio, aunque realmente nunca hubo grandes hechos que hubieran coartado ese derecho como un fenómeno preponderante. En este proceso electoral va a ser la primera vez que las Farc no van a ser un agente perturbador y esperamos que el Eln tampoco lo sea. De ahí la importancia del voto limpio, que va contra el fraude y ese círculo vicioso entre la contratación pública y las campañas, y lo que es esencialmente el financiamiento de la política que, todos sabemos, se hace con la corrupción.
Tenemos que combatir esas prácticas informales en los comportamientos políticos de los ciudadanos. La ley define unas inhabilidades e incompatibilidades, pero hay muchos escenarios que hacen parte de la sanción social, en los que nosotros, en ejercicio de la función preventiva, e incluso los mismos medios de comunicación, deberíamos intervenir, por ejemplo, no sólo haciendo el mapa de la corrupción, sino también el mosaico de ésta, para contar quiénes han sido los protagonistas de los grandes escándalos y qué vinculación, así sea familiar, tienen con los candidatos. En Colombia no existen los delitos de sangre, pero lo que sí puede haber es una sanción social a quienes están haciendo política en cuerpo ajeno.
Este país está acostumbrado a que en esas zonas grises caben todos los comportamientos electorales y que comprar votos es normal. Hay que cambiar ese chip, aunque es bastante difícil. Y esa no es sólo una tarea de los organismos de control, tiene que ser de la justicia, la sociedad civil, las veedurías ciudadanas y, por supuesto, los medios de comunicación. Es la campaña de voto limpio, en la que la gente vote por quienes están exentos de dudas, no sólo desde el punto de vista legal sino desde el punto de vista ético. Porque hay conductas contrarias a la ética que no son ilegales. Es la campaña que estamos iniciando con el Consejo Gremial, con los sindicatos y las universidades y de la que tiene que apropiarse la ciudadanía para votar bien. En últimas, se trata de que la gente vote bien, a conciencia.