Evangelio neoliberal cosmológico

Las grandes corporaciones de la comunicación, ávidas por controlar a la audiencia a través de la alienación, el miedo o el morbo, algo totalmente reprobable desde el punto de vista ético, para quienes nos nutrimos de otro tipo de valores, es el punto de partida de una carrera bajo control de gobiernos, con un objetivo muy concreto y claro: llegar hasta donde sea necesario, para mantener anestesiada a la platea de espectadores ávidos y gentiles, por estos carceleros, que desde los medios de manipulación, controlan de manera vil la sobrevida de los incautos espectadores.

Los que piensan que todo ha comenzado hace unos años se equivocan, desde los años de la dictadura, pasando por la llegada de la democracia, que no tengo idea quién ha sabido ganar, con los mercenarios “caballos de Troya” instalados hace tiempo, emitiendo sus claros mensajes marketineros de libertad bajo sospecha. Me refiero a todos los ámbitos del quehacer de una comunidad, como la argentina, tan proclive a consumir tendencias llegadas del norte… vendían Rock and Roll, los Don Nadie pintados de progresistas, hoy neoliberales al “mango”, y un par de generaciones compraron el “verso” que ser rebeldes, vestirse de cuero y decir “fuckyou” los convertían en héroes de la liberación.

Pobres ingenuos, hoy pelados, gordos,  laburando de sol a sol, siguen gritando, ya sin voz: “aguante el Carpo”, “vamos Indio” y así hasta terminar con toda la fauna de deprimentes conductores infectos, que viven como grandes burgueses, en casas de las zona más exclusiva , mandan a sus hijos a colegios privados muy “british” y manejan autos de alta gama…veranean a lo grande, algunos viven junto al mar caribe… los otros van a Miami, bunker argento por excelencia.

No nos agrada convertirnos en profetas del desencanto, pero no puedemos dejar de manifestar lo que sabemos, lo que nos ha costado, por no negociar y denunciar, ser censurados, difamados y amenazados, hasta hoy.

No somos un portavoz de aquellos que no tienen derecho a réplica, ni un adalid de las clases populares, aquellas que aún tienen cojones, hartas de ser continuamente pisoteadas, humilladas y explotadas, pero nuestras palabras pueden ser replicadas, actuar como el eco de miles de personas que replican la nueva consigna del inconformismo: no soportamos más tanta estafa, tanta mentira, tanto fraude, no nos representa nadie. Poco a poco, con esta premisa, el mensaje de los medios de publicidad del gobierno, se convierte en un cuento de terror al mejor estilo de Edgar Allan Poe o de Irving Stone, donde el espacio que ocupa la TV en la sobrevida de la comunidad, es oscuro, tenebroso y de qué manera este mundo de la TV crea a sus propios monstruos, para acabar devorando el sentido de la verdad, como fuente de todo principio emancipador y libertario.

Todas las consignas y los ataques que pueda yo pronunciar en contra del statu quo, no son más que pequeñas dosis de rebelión, que los amables lectores de mis editoriales saben digerir muy bien e incluso comentar. Pero el show continúa. Pues la audiencia televisiva sigue reunida frente a la TV, para disfrutar de su momento de engañosa sensación de libertad, mientras el negocio de la libertad condicional lo manejan las corporaciones a un ritmo vertiginoso.

Puede ser significativo, en este sentido, que el momento en el que empiezo a proclamar la insignificancia del individuo ante la eliminación de las libertades individuales, el momento preciso donde el compromiso con la vida debe primar, es precisamente cuando las audiencias (despojadas de su dosis de adrenalina y alimentadas con el pesimismo) abandonan cualquier ideal libertario, cuyo modelo empieza a parecer agotado por desidia, por cobardía, por temor a quedar fuera del modelo a seguir, por lo que sea, no es tiempo de héroes, estos han muerto.

Hemos escrito estas líneas en un tono deliberadamente aséptico, ahondando en aspectos que están presentes en los medios de comunicación, cada día más atomizados, siguen atacando sin piedad en una batalla sin cuartel por la atención del público, los electores del títere que ocupará el cargo en el ejecutivo, y donde las líneas rojas de la ética se desplazan hacia el “todo vale”. No hay más que dedicar una tarde (no recomiendo hacerlo más tiempo) a hacer zapping por los canales de la televisión actual para darse cuenta cuánta basura nos entregan con las peores intenciones. La verdad es incompatible con los medios económicos de publicidad (algunos los denominan de manera optimista de comunicación), como tampoco a los capo mafia que los controlan y dirigen, no les gusta la verdad primero porque le gusta operar en secreto y segundo porque no da dinero ya que la masa no le gusta la verdad sino es agradable.

El poder lo controla todo por ello se pueden ver todo tipo de porquerías en TV y leer mentiras atroces en los medios gráficos, como también rodar películas desagradables… creo el mundo sabe que las cosas no están bien. Hay crisis de valores, que se elevan sobre las económicas… hay millones de hambreados e indigentes… y lo peor es que nadie avizora una salida digna, entonces el ciudadano medio sigue sentado frente a la TV y las verdades que desagradan se conjuran en el evangelio del Neoliberalismo Cosmológico.

Un mundo perfecto según los grandes corporacionistas, donde prometen que trabajarán todos en la Gran Multinacional Global, aún no fundada, pero prometida en campañas electorales eternas. Estos corporacionistas, aseguran que para ello no hay que detener el flujo del dinero ya que no existen ni patrias ni gobiernos. El dinero hermana, afirman, como demuestra el que en el mundo de los negocios sólo hay socios, los árabes autócratas y los chinos neocomunistas, los yankysanarquistas, los argentinos arrodillados… Las fusiones y lo universal del dinero acaban con la competencia y por tanto con la libertad y la diversidad.

Tenemos que internalizar, de que, según pasaron los años, se agudizó la brecha generacional. La TV modificó de forma diversa el paradigma de las diferentes generaciones, cada una asimiló el mensaje manipulador de un modo particular, pero todos han sido penetrados por el discurso alienante y adictivo. Esto es algo que podemos entender hoy muy bien con Internet. Para los jóvenes hoy el mundo digital y real son uno y eso les diferencia de los que, por edad, les parecen dos cosas distintas. Esto ha cambiado la forma de relacionarse y la sentimentalidad de la juventud. En ella los mayores están preocupados porque los jóvenes consideran igual de real lo que sale en la TV que lo que ocurre en sus casas y la cantidad de información ha entumecido su empatía haciéndolos más distantes y fríos.

Este editorial trata de animar a la gente a protestar y a no refugiarse en sí mismos. A comenzar el cambio desde abajo, diciendo no, en vez de pretender cambiar las cosas desde arriba, el modelo que el sistema impone a diestra y siniestra. Con no permitir ciertas cosas, la situación cambiaría. Es tan sencillo como eso… Y no olvidemos, que no existen ya, para el Neoliberalismo, ni naciones ni pueblos… no hay rusos, ni árabes, ni terceros mundos. Existe un enorme sistema un vasto y salvaje entramado multinacional, dominio de petrodólares, euros, yen y libras, que determina la totalidad de la vida en esta tierra.

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