Las gemelas Salamanca, bailarinas colombianas en la cúspide
Las gemelas Salamanca crecieron sostenidas sobre la finura de un par de puntas de ballet, aprendieron a girar, saltar y hacer de su cuerpo un arte, mientras parecía que levitaban.
Alejandra y Andrea entraron en el mundo dancístico a los 8 años, cuando su madre, María Victoria López, decidió llevarlas a una audición en Incolballet.
Ese día lloraron, relata Alejandra Salamanca, ahora con una sonrisa en su rostro, porque no querían saber nada de baile, ni de audiciones, ni de un nuevo colegio. Además, sus intereses eran otros: Andrea practicaba karate y Alejandra, fútbol.
“El día de las audiciones teníamos un paseo con el colegio en el que estábamos y nos pusimos a llorar porque no queríamos saber nada de ballet, estábamos enfocadas en cosas muy diferentes”, evoca Alejandra.
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A pesar de estar en desacuerdo las gemelas Salamanca llegaron a la audición e impresionaron a los jurados. Cada uno de los cinco filtros fueron aprobados y con felicitaciones de por medio. Al sonar la música no había excusa que contara, sus almas eran felices y sus cuerpos no paraban. “En reuniones familiares siempre éramos las que cantábamos y bailábamos, creo que por esto fue que nuestros padres vieron que la danza era para nosotras”, cuenta Andrea.
Se graduaron a los 16 como bailarinas profesionales de ballet con énfasis en contemporáneo. Enamoradas del baile y de la disciplina que lo acompaña, lograron conocer distintas personas, colores y sabores del mundo. Participaron en cursos de verano en el American Ballet y se presentaron en diversos festivales internacionales de danza en países como Bélgica, Alemania, Francia, Rusia España, Holanda, Suecia, Cuba, Ecuador, Guatemala, Estados Unidos y Canadá.
Con su talento llenaron de magia distintos escenarios del mundo, como el Teatro Bolshoi, en Rusia, y el Volksbühne, en Alemania.
Los viajes, al igual que la danza, son una de sus pasiones más fervientes. Por eso, de puntitas han bailado en más de doce países. Sin embargo, esta actividad no siempre la han cumplido juntas.
Por razones de trabajo estuvieron dos años separadas. Alejandra se encontraba en Canadá y Andrea trabajaba con el Ballet Hispánico, en New York. Y aunque Andrea asegura que esa experiencia fue un proceso enriquecedor, admite que “fue muy duro. Estando lejos se sentía mucho más la conexión que tenemos, sin embargo, el hacer las cosas cada quien por su cuenta es bueno, somos gemelas, pero cada una tiene una identidad y toma decisiones diferentes”.
Sin embargo, a mediados del 2009 la aventura que estaban viviendo iba a tomar un rumbo diferente. Andrea empezó a sentir dolor en la cadera y aunque al principio no le pareció importante, supo que algo estaba mal cuando su hermana tuvo el mismo síntoma. “Era un dolor incómodo, perdíamos rotación y flexibilidad. Cuando decidimos ir al médico nos dimos cuenta de que teníamos pinzamiento de cadera, necesitábamos una cirugía, pero no queríamos aceptarlo”.
Finalmente las gemelas Salamanca tuvieron que entrar a un quirófano, pues el dolor era insoportable. Solo pensaban “en salir bailando del hospital”, sin saber que ese sería su fin como bailarinas profesionales, ya no dejarían mudo al público en los grandes teatros, ya no las cegaría la intensidad de las luces.
A pesar de esto, tuvieron la oportunidad de despedirse hace un año, en el Festival Internacional de Ballet, de Cali, con Jorge Amarante como coreógrafo invitado del espectáculo ‘Mariposa’, llamado así por su retiro como bailarinas profesionales. “Con este proyecto pudimos pisar por última vez un escenario a nivel profesional y además, con nuestro coreógrafo favorito, Jorge Amarante, quien anteriormente sacó lo mejor de nosotras como bailarinas”, cuenta Andrea Salamanca con los ojos brillantes de alegría.
Antes de esta despedida del público, las hermanas Salamanca necesitaron alejarse de su pasión. Para ello realizaron un viaje a Miami. No querían saber nada de danza y mucho menos ir a un teatro. Andrea cuenta que en la Capital del Sol “hicimos todo tipo de cosas: promotion, fotos, limpiamos autos y edificios, hasta que empezamos a enseñarles a niñas entre los 3 y 4 años, eso fue algo que empezamos a hacer por necesidad, pero fue todo un proceso en nuestras vidas, ya que nos complementó como personas y bailarinas”.
Alejandra cuenta un poco del proceso que significó enseñar para ellas: salir de las puntas para sentarse a hablar de sus experiencias y ver crecer grandes talentos como los que fueron ella y su hermana profesionalmente. “Nosotras éramos las solistas de la compañía, estuvimos en muchos papeles principales, nos contrató La La La Human Steps, una de las mejores compañías del mundo, Ballet Hispánico, en New York, y pasamos al proceso de enseñar, a compartir el mundo maravilloso del ballet y a dejar de pensar en nosotras como bailarinas”.
Después de cinco meses de dar clases en Miami, las gemelas Salamanca llegaron en 2014 a Colombia y Alejandro Romero, amigo en ese entonces de ambas, y hoy novio de Andrea, las invitó a un local de smoothies (donde preparan bebidas saludables) que acababa de abrir.
Cuando lo visitaron vieron que tenía un salón acondicionado para hacer ‘pole’ dance en la parte de atrás. Andrea cuenta que le hizo una propuesta sin saber qué pasaría: “Le propuse que quitáramos los tubos y pusiéramos barras de ballet para dar clase. Y en menos de seis meses ya no cabíamos en ese lugar, así que tomamos una casa que estaban alquilando muy cerca de donde estábamos. Ahí dimos clase por dos años hasta que terminó el contrato”.
En ese momento las hermanas Salamanca pensaron que no volverían a dar clase. Habían visto cerca de 25 casas para acondicionar una como escuela de baile y ninguna funcionaba. “Decidimos dejar de buscar y dejarle todo a Dios. Una semana después me llamó Luz Elena Morales, directora de la Academia de Baile Escena, diciendo que iba a irse de una casa que tenía acondicionada y quería dejarla en buenas manos, ahora llevamos diez meses en esta”. Andrea asegura que todo ha sido obra de Dios. ‘Up stage’, la academia de las hermanas Salamanca lleva tres años llenando de arte la vida de niños y adultos.
Cuenta con 12 profesores incluidas Alejandra y Andrea; en la academia se dan clase aproximadamente a 200 personas entre adultos y niños. Las temáticas van desde contemporánea, hip hop, jazz, puntas, ballet, hasta una técnica que ellas mismas han creado, Ballet Fitness.
Ballet Fitness es un método creado por las gemelas Salamanca gracias a la búsqueda que tuvieron para mantener su cuerpo como el de una bailarina de ballet, aun cuando dejaron de bailar profesionalmente. Su técnica es para aquellos que no pudieron dedicarse a la danza, para quienes no cumplían con los estándares físicos que encierra la disciplina tradicional; para adultos, adolescentes y para quienes quieren sentirse como si bailaran mientras ejercitan su cuerpo.
Alejandra asegura que esta técnica es para todo el mundo. “En Ballet Fitness se utilizan desde la primera posición en ballet hasta la quinta, releves, grand pliés, demi plies, brazos, acento de piernas como jetes, baterías, fondu, lanzamiento de pierna y rotaciones en Ballet Fitness. El cuerpo trabaja diferente y lo hace con su propio peso, estos son ejercicios que la gente nunca ha hecho y que no van a encontrar en un gimnasio o crossfit”.
Esta técnica cambia las puntas tradicionales por zapatos deportivos, preferiblemente elásticos, no se practica con un tutú, pero no deja de ser estilizado y clásico como el ballet que se conoce.
Las gemelas Salamanca trasformaron su pasión en una técnica que rompe excusas y prejuicios. En Ballet Fitness tienen alumnas desde los 15 a los 63 años, a las cuales les recalcan a diario lo únicas que son. Alejandra asegura que “realmente no hay excusas, el ambiente es hermoso, es un espacio para respetar a todos y sentirse bien”.