Windrush, la generación de caribeños que llegó para reconstruir Inglaterra, pasada la 2a. Guerra Mundial, a quienes hoy MAY pide disculpas
El motivo es la falta de documentación oficial que, en muchos casos, acredita su llegada y su permiso para quedarse tras la publicación del Acta de Inmigración de 1971, que autorizaba la permanencia de los ciudadanos de países de la Commonwealth que vivían ya en Reino Unido.
El gobierno no conservó un registro de las personas que recibieron la autorización, por lo que para muchos de los miembros de la generación Windrush es difícil demostrar que están en el país de manera legal.
Algunos, de hecho, nunca llegaron a tramitar su pasaporte de Reino Unido porque siempre se consideraron británicos, dado que sus países aún eran colonias no independientes de Londres.
Después de que la prensa británica sacara a la luz varios casos de personas que estaban siendo amenazadas con ser deportadas, la polémica llegó al parlamento británico y la primera ministra británica, Theresa May, se disculpó este martes ante los líderes de países del Caribe en una reunión de la Commonwealth en Londres.
Admitió estar “sinceramente apenada” por la ansiedad causada a estos ciudadanos por el miedo a ser deportados, “valoró” su contribución en el país y aseguró que tienen derecho a permanecer en Reino Unido.
“Una pesadilla”
Whitfield Francis es una de las personas que fueron identificadas incorrectamente por las autoridades británicas como inmigrantes ilegales.
Este hombre nacido hace 59 años en Jamaica llegó a Inglaterra hace 50 acompañado de sus padres.
No supo que había problemas con su permanencia en el país hasta que intentó cambiar de trabajo hace cuatro años y no fue capaz de demostrar su estatus legal con documentos.
Desde entonces, este padre de cuatro hijos nacidos en Gran Bretaña no ha podido trabajar.
“Ha sido un momento terrible para nosotros. Nuestros hijos tenían miedo de no volver a ver a su padre cada vez que iba a tratar de arreglar las cosas”, dice su excompañera, Helen Cappasso.
“No puedo describir la pesadilla que ha sido, y aún no ha terminado”.
Francis, que actualmente duerme en sofás de vecinos en Birmingham ante la imposibilidad de alquilar un apartamento, dice que la promesa del gobierno de ayudar a los afectados le ha dado nuevas esperanzas de que pueda volver a trabajar.
Por su parte, la jamaicana Paulette Wilson vive en Reino Unido desde los 10 años. Por eso no comprendió cuando recibió una carta en la que se le decía que estaba en el país de manera ilegal y que tenía seis meses para abandonarlo.
Wilson, de 61 años, pasó dos años viviendo con la amenaza de la deportación e incluso pasó una semana en un centro de detención de inmigrantes en Bedfordshire que ella describe como “una pesadilla”. “Todavía estoy pasando por aquel infierno”, dice.
Una organización benéfica le ayudó y acabó consiguiendo un permiso de residencia biométrico que demuestra que puede permanecer en el país, aunque debe ser renovado en 2024.
La mujer agradece la última declaración del gobierno, pero se pregunta: “¿Qué hay de todas las otras personas que fueron expulsadas antes de que mi caso se diera a conocer?”.
El inicio de la generación
Dada la ausencia de documentación oficial y el hecho de que muchos niños viajaran utilizando el pasaporte de sus padres, no está claro cuántas personas forman parte de esta generación, pero se estima que fueron miles.
Todo comenzó en 1948 con la llegada al puerto de Tilbury, en Inglaterra, de 492 ciudadanos del Caribe. Muchos de ellos eran menores de edad.
El barco en el que viajaron, el Empire Windrush, daría nombre a toda una generación que se trasladó a Reino Unido desde sus colonias caribeñas hasta 1971.
Aquel barco, que viajaba desde Australia a Inglaterra a través del Atlántico, atracó en Kingston para recoger a cientos de personas que habían visto un anuncio publicado en un periódico jamaicano en el que se ofrecía transporte barato a quien estuviera dispuesto a trabajar en Reino Unido.
Tras llegar a un país aún seriamente afectado por la reciente Segunda Guerra Mundial, muchos se emplearon en trabajos de construcción, fábricas, enfermería, limpieza o como conductores de tren.
A bordo de aquel primer barco llegó Sam Beaver King, quien pronto encontró trabajo en Reino Unido como cartero. Más tarde, este jamaicano se convirtió en el primer alcalde negro del municipio de Southwark, en el sur de Londres. Murió en 2016 a la edad de 90 años.
La llegada de pasajeros afrocaribeños como Beaver King fue un hito en la historia moderna británica, y su imagen saliendo de la pasarela del barco es considerada por historiadores como el símbolo del comienzo de la sociedad multicultural con la que muchos asocian a Reino Unido hoy en día.
Disturbios raciales
Sin embargo, aquella primera generación de recién llegados también tuvo que soportar los prejuicios y el racismo de algunos sectores de la sociedad británica blanca. Incluso algunos bares e iglesias prohibían la entrada de personas negras.
En la década de 1950 se registraron importantes disturbios en ciudades como Londres, Birmingham o Nottingham.
En 1958, los ataques de cientos de jóvenes blancos a las casas de personas negras en el área de Notting Hill en Londres fueron el origen del conocido Carnaval de este barrio, fundado un año después como respuesta positiva de la comunidad caribeña de la zona y que se celebra anualmente como uno de los mayores símbolos de la cultura negra británica.
En la actualidad, otros eventos conmemoran la llegada de aquel barco en 1948. En la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, por ejemplo, se presentó una réplica del mismo.
Ahora se preparan exposiciones y eventos culturales para celebrar, el próximo 22 de junio de 2018, el 70º aniversario de su atraque del Windrush en tierras inglesas y la consecuente llegada de los primeros inmigrantes caribeños a Reino Unido que ha marcado a toda una generación.