Con sus dos grandes rectores santandereanos

Rendimos, hoy, un sencillo, sentido y respetuoso homenaje a la gran Alma Mater de los colombianos, en su sesquicentenario, para que se mantenga vivo el espíritu de sus fundadores y, para que los gobernantes, de turno reconozcan la trascendencia que tiene, para bien de una Colombia progresista y democrática: la UNIVERSIDAD NACIONAL…

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Igualmente exaltamos a los gestores primigenios y a sus dos grandes rectores santandereanos: MARIO LATORRE RUEDA, el “último de los liberales radicales” e IGNACIO MANTILLA, su faro académico y administrativo de la hora de ahora.

En 1849 llegó al poder el general José Hilario López, de ideas liberales avanzadas. Puso punto final a la esclavitud en Colombia y declaró vigentes las libertades individuales, entre ellas la libertad para formarse y ejercer, motu propio, cualquier profesión.

En 1849 llegó al poder el general José Hilario López, de ideas liberales avanzadas. Puso punto final a la esclavitud en Colombia y declaró vigentes las libertades individuales, entre ellas la libertad para formarse y ejercer, motu propio, cualquier profesión.

Como resultado de la ley del 15 de mayo de 1850, se suprimieron las universidades y se consagró la libertad absoluta de enseñanza y ejercicio de las profesiones sin necesidad de grado académico.

1867 Santos Acosta, en su condición de presidente de la República, sancionó la Ley 66 del 22 de septiembre, que dio origen a la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia.

El respectivo Decreto Orgánico de la Universidad fue firmado el 13 de enero de 1868. En él se designa como primer rector al abogado Ezequiel Rojas, ideólogo del Partido Liberal, aún en ciernes, quien no aceptó por motivos de salud, recayendo entonces el nombramiento en Manuel Ancízar.

En el extenso informe que el rector Ancízar presentó el primero de febrero de 1869 dando cuenta de las labores de la Universidad durante el primer año de funcionamiento, quedó registrado que en ese periodo asistieron 335 alumnos, todos de sexo masculino, procedentes de distintas regiones del país.

El plantel docente lo conformaron 46 destacadas figuras de la intelectualidad nacional. El presupuesto asignado por el gobierno para la vigencia de 1868 fue de 30.092 pesos. Según el sociólogo Rodrigo Alzate, “el espíritu liberal y aun radical del presidente Santos Acosta quedó revelado en el hecho de que la infraestructura y la dotación presupuestal de la institución se obtuvieran a costa de la Iglesia y del Ejército”.

En el gobierno progresista de Alfonso López Pumarejo logró que la U. Nacional tuviera su propio campus, digno de una universidad moderna, y que por su extensión y su encalada planta física recibiera el nombre de Ciudad Blanca.

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