La Presidenta de Croacia

Pocos cargos políticos se han mostrado tan entusiastas con su selección como la presidenta de Croacia, Kolinda Grabar-Kitarovic. Durante el Mundial, se la ha visto animar a los jugadores como si no hubiera mañana. En las gradas, entre los aficionados, y en el palco, junto a las autoridades, no se ha quitado de encima la camiseta de cuadros rojos y blancos de la selección. Pagó de su bolsillo el viaje a Rusia y se descontó del sueldo los días que ha pasado allí para animar a la selección. Es una incondicional de Croacia. Quedó sobradamente demostrado cuando el país se clasificó para semifinales. La presidenta bajó a los vestuarios para celebrar la victoria con los jugadores, a quienes abrazó efusivamente sin preocuparse demasiado por el protocolo. Incluso estando en la cumbre de la OTAN en Bruselas el día que Croacia jugaba la semifinal contra Inglaterra, la mandataria hizo gala de su apoyo al equipo. Regaló una camiseta de la selección croata personalizada al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y otra a la primera ministra británica, Theresa May. También se fotografió junto a su rival francés, el presidente Emmanuel Macron, cuyo país se disputa la final contra Croacia mañana por la tarde.

Kolinda Grabar-Kitarovic, la fan más incondicional de Croacia

La pasión por el fútbol y por la patria de la presidenta ha quedado más que demostrada. Pero a muchos croatas no les habrá resultado nada nuevo. Grabar-Kitarovic es una veterana de la política de Croacia, en la construcción de cuyo Estado ha trabajado desde su nacimiento en 1991. En plena guerra civil se puso al lado del partido que capitaneó la independencia, la conservadora Unión Democrática Croata (HDZ) que lideraba Franjo Tudjman.

La presidenta no se considera feminista y tiene como referentes a Margaret Thatcher y Angela Merkel

“Mi familia me alentaba a emigrar pero me negué. Era el momento de quedarse y creer en el país”, dijo en una entrevista a Euronews el 2015. Grabar-Kitarovic había regresado de cursar un año de bachillerato en Los Álamos, Estados Unidos, para matricularse en Arte y Literatura Inglesa y Española en Zagreb. Aun no había acabado la carrera, cuando a sus 24 años entró como asesora de cooperación internacional del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Se graduó un año más tarde y en 1995 empezó estudios diplomáticos en Viena, que compaginó con distintos cargos en el Ministerio de Asuntos Exteriores. En 1997, fue enviada a Canadá como consejera diplomática en la embajada de Ottawa y en el 2000, regresó a Zagreb, donde cursó un máster en relaciones internacionales. Siempre bajo el paraguas de la HZD (en la que estuvo afiliada hasta ser presidenta), volvió al Gobierno como ministra de Asuntos Europeos y dos años más tarde también asumió la cartera de Asuntos Exteriores.

Madre de Luka y Katarina, su ­carrera siempre se ha desarrollado entre la política y la diplomacia, donde se ha desenvuelto con el ­dominio de siete lenguas. Habla croata, inglés, español y portugués y entiende el alemán, el francés y el italiano.

En el 2008, fue embajadora en Estados Unidos (con un episodio oscuro, en el que fue acusada junto a su marido de usar el vehículo oficial para asuntos privados) hasta que en el 2011 llegó a la OTAN como adjunta a la secretaría general, un cargo que ocupó durante cuatro años.

Grabar-Kitarovic alcanzó la presidencia del país en el 2015 tras ganar las elecciones por la mínima al socialdemócrata Ivo Josipovic. Esta croata –procedente de una familia de charcuteros cerca de Rijeka, una localidad costera al noroeste del país, donde nació en 1968– se convertía así en la primera mujer presidenta y la más joven en el cargo de la historia de Croacia, al tomar posesión con 46 años.

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Pese a ostentar un cargo más representativo que ejecutivo (el presidente croata tiene funciones diplomáticas y es el jefe de las Fuerzas Armadas), en su discurso inaugural apeló a los ciudadanos a unir su ­“patriotismo, amor y fe en la tierra” para remontar la economía del país, una de las más pobres de la UE. En la entrevista que concedió a Eu­ronews aquel año, se mostró preocupada por el creciente euroes­cepticismo de los croatas, que aseguró que no notaban los beneficios de formar parte de la Unión. Grabar trabajó desde principios de los 2000 para integrar el país en la UE, impulsó la iniciativa Tres Mares (para sumar fuerzas con sus vecinos europeos) y manifestó su voluntad de integrar Croacia en la eurozona en el 2020. Considera que el pro­blema migratorio debe resolverse de forma conjunta y es contraria a cerrar fronteras de forma con­tundente.

Practica el catolicismo aunque defiende el aborto y la equiparación de derechos de las uniones de homosexuales al matrimonio. La revista Forbes la sitúa en el puesto 39 de mujeres más poderosas en el mundo. En esta faceta, ha afirmado sentirse víctima del sexismo al que hay que combatir, dice, no desde el feminismo sino desde la defensa de la igualdad, como cualquier otra causa, ya sea racial o religiosa. Entre sus referentes se encuentran mandatarias como Margaret Thatcher o Angela Merkel. A ella, de momento, le quedan dos años más en el poder, y para siempre un Mundial que seguro que recordará sea cual sea el resultado de la final.

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