SEVEN SEAS EXPLORER, el barco más lujoso jamás construido

Viajando en el barco más lujoso jamás construido

Un elegante barco construido en Italia y operado por Regent Seven Seas Cruises, que tiene como frase de presentación registrada ”ser el barco más lujoso jamás construido”.

Partamos de una premisa: el lujo es algo muy subjetivo y es difícil tener una postura común sobre lo que realmente significa. En todo caso, Regent, filial de Norwegian Cruise Line Holdings Ltd. ha dado un importante giro al mercado de los viajes marítimos con la incorporación de un barco como su Seven Seas Explorer, que estará todo este lunes amarrado junto al World Trade Center de Barcelona, en la terminal sur. Para este buque, la idea de Frank del Rio, Consejero Delegado del holding y un apasionado del sector, fue construir el mejor barco y dar el mejor servicio posible. Después de tres días vividos a bordo, posiblemente esto es así.

El proyecto ha costado 400 millones de euros, una cifra redonda para un barco de 55.000 toneladas, 224 metros de eslora y 14 puentes; unas medidas que otra compañía de cruceros pensaría para tener una capacidad de entre 1.200 y 1.500 pasajeros.

En este caso no es así: la capacidad máxima del buque es de 750 personas atendidas por 552 tripulantes, lo que da un ratio de 1,36 pasajeros por tripulante. En este sector, entre las muchas variables que definen la categoría de un barco, esa proporción junto a la disponibilidad de metros cuadrados por persona, son las que marcan la diferencia y la calidad del servicio, como en este caso.

Escalera principal entre los puentes 4 y 5 del buque, estrenado en verano de 2016

Escalera principal entre los puentes 4 y 5 del buque, estrenado en verano de 2016 

Otro detalle es que el 100% de los alojamientos, a los que en principio se tendría que denominar como camarotes, son suites con terraza privada. Estas van desde los 30 m2 de la más pequeña, hasta los 412 metros de superficie que tiene la mayor, bautizada como Regent Suite, una estancia que ocupa toda la parte superior delantera del buque, sobre el puente de mando.

Además de unas zonas de descanso únicas, dispone de un salón-comedor, servicio exclusivo de mayordomo, una sala de lectura con vistas de 270º y un spa privado que incluye todos los tratamientos que el pasajero desee, a modo de ‘barra libre’ de relax.

Como todos los servicios de este nivel tienen un precio, la tarifa diaria de esta estancia para dos personas es de 10.000 euros por día y además de los detalles anteriores también tiene dos cuadros originales de Picasso en la entrada, un piano de media cola de la Steinway & Sons en el salón principal y una barra de coctelería con servicio permanente si se requiere.

Charlene Lynette Wittstock, princesa consorte de Mónaco fue la madrina del buque en 2016. Este cuadro cerca de la recepción lo recuerda

Charlene Lynette Wittstock, princesa consorte de Mónaco fue la madrina del buque en 2016. Este cuadro cerca de la recepción lo recuerda

El lujo de la suite más espectacular no queda exclusivamente allí: a bordo se han usado 14.000 m2 de mármol, del que casi la mitad es de Carrara y embellece el atrio, los suelos de los ascensores, muchas paredes, los baños públicos y los de las 375 suites. Los detalles también están los 256 candelabros repartidos por todo el barco, cada uno personalizado y único, hechos a mano en tres diferentes países de Europa: Inglaterra, República Checa y Alemania, a las que hay que añadir cerca de 2.200 obras de arte: pintura contemporánea, esculturas y piezas de vidrio o cerámica, elegidas por del Rio, que además de ser quien toma las decisiones de mayor calado en la empresa (también está al caso de detalles sorprendentemente pequeños) es coleccionista de arte y quien observa cada zona del barco para elegir donde se instala cada obra, incluidos los cuadros de Picasso, Chagall o los tambores giratorios de una rueda de oración tibetana hecha en bronce que luce adecuadamente en la entrada del restaurante asiático.

El de especialidades orientales es uno de los seis restaurantes abiertos en cada cena, mientras que a mediodía son dos. Entre los primeros, uno de especialidades mediterráneas e internacionales, otro italiano, un francés y uno centrado en carnes y pescados al grill, pensando especialmente en el público estadounidense que ya no tan solo en esta naviera sino en general sigue siendo el mercado de pasajeros más grande que usan los cruceros.

Los máximos responsables de que todo lo anterior funcione a la perfección y al nivel “del barco más lujoso jamás construido” son el director general, el chef ejecutivo y el director de comidas y bebidas. El primer papel lo ejerce Andreas Piccinin,que tiene responsabilidad sobre 450 de los 550 tripulantes. Los otros 100 están en labores técnicas y de navegación. Como manager general, ejerce el mando del buque en un puesto que seria equivalente al del director de hotel. “Creo que hay una cosa que es importante en un puesto…y es haber pasado por todos los anteriores. Yo entre en el sector como camarero auxiliar y he aprendido, mucho, muchísimo con los años y con la formación extra que he tenido. Creo que me puedo poner en todas las situaciones y comprenderlas”, comenta.

El director general del barco, Andreas Piccinin, el chef ejecutivo, Sean Emsile y el director de comidas y bebidas Stephane Carriou en su encuentro a bordo con La Vanguardia

El director general del barco, Andreas Piccinin, el chef ejecutivo, Sean Emsile y el director de comidas y bebidas Stephane Carriou en su encuentro a bordo con La Vanguardia (JOF)

Algo similar sucede con Sean Emsile, el chef ejecutivo para el que trabajan otros 85 cocineros divididos entre todos los fogones y cocinas del barco. “Trabajar a este nivel es muy exigente y un reto diario. Hay que adaptarse a todo y ofrecer siempre lo mejor de ti y tu gente…y eso se nota hasta en el plato”, indica. Mientras que para Stephane Carriou cada nuevo viaje es un reto. Como responsable de comidas y bebidas es quien tiene que realizar una serie de pedidos muy singulares como el que hoy se cargará en Barcelona.

Un Vesper Martini preparado por una de las barmaids del Seven seas Explorer
Un Vesper Martini preparado por una de las barmaids del Seven seas Explorer (JOF)

Entre el pedido que Carriou ha solicitado para el próximo viaje se incluyen 3.430 litros de leche, 950 botellas de champán, 2.300 de vino tinto, 2.100 de blanco y algo más de 1.000 botellas de licores variados. En cuanto a otros productos, se cargarán 140 kilos de salmón ahumado y 193 de salmón del Atlántico. Se esperan 362 kilos de lenguado, 1.263 docenas de huevos, 1.900 kilos de pollo y 181 kilos de costillas. “Esa es una cifra general a la que hay que añadir otras como las verduras,frutas de estación…o cualquier capricho que tengan nuestros pasajeros. Si no lo tenemos y quieren alguna marca singular de, pongamos, cerveza, pues en el siguiente puerto nuestro agente ya tiene el pedido solicitado para entregarlo o incluso puede bajar a tierra alguien de nuestro equipo a comprar”, aclara el director de comidas y bebidas.

“Hay algo que también tenemos muy, muy en cuenta”, indica a continuación el director general del Explorer. “Está claro que nos volcamos en nuestros pasajeros, que son los que dan sentido a la compañía, aunque también tenemos mucho cuidado de nuestro personal en cuanto a horarios, tiempos de descanso, que puedan desconectar y que estén motivados. Sin esa parte, esta maquinaria que está en marcha permanentemente, no funcionaria como debe”, confiesa.

La recepción del barco en el puente cinco. La tranquilidad es el denominador común a bordo del buque
La recepción del barco en el puente cinco. La tranquilidad es el denominador común a bordo del buque (JOF)

El lujo está a la vista: en las suites, en las zonas comunes, en la calidad de la comida y el nivel de las bebidas. En las piscinas, incluida una desbordante a popa como parte del spa, en la escuela de cocina o en una fabulosa biblioteca donde dejar pasar los días y la navegación entre cientos de libros, guías, atlas y confortables sillones. Y hay también un lujo de lo intangible, en lo que no se ve y está ahí: un servicio que se adelanta a las necesidades del pasajero, que memoriza nombres e incluso recuerda los gustos de sus huéspedes desde la primera vez que piden algo.

También el lujo está en no tener nunca la sensación de que el barco esté lleno, pues aun estándolo, no lo parece, del mismo modo que no hay colas, ni ruido, ni avisos innecesarios por megafonía ni música fuera de los sitios donde ha de sonar. El lujo esta también en lo que no se ve… pero se percibe. El hecho de que prácticamente todo esté incluido en la tarifa, incluidas la mayor parte de excursiones e incluso en algunos casos los traslados desde y hacia el puerto de embarque volando en clase business también suma a la buena percepción del viaje.

El capitán Rosario Vasta en su puesto del puente de mando poco antes de zarpar desde el puerto de Palamós rumbo a Barcelona
El capitán Rosario Vasta en su puesto del puente de mando poco antes de zarpar desde el puerto de Palamós rumbo a Barcelona (JOF)

“Yo no estoy casado. Mi familia son mis padres, mi gato…y bueno, esto de aquí a lo que le tengo un gran cariño” confiesa Rosario Vasta, mientras señala y acaricia con cuidado uno de los paneles del puente de mando del Seven Seas Explorer. Varo que lleva navegando en buques civiles desde 1992 tras pasar casi cinco años por la marina militar italiana, reconoce lo mucho que ha cambiado para bien el sector tecnológicamente y en especial en el barco que manda. “No está toda la inversión a modo de operación de cara a la galería. En temas tecnológicos, de seguridad o de navegación, nuestro armador ha echado el resto: quería un barco muy muy bueno y lo ha conseguido en todos los aspectos”, reconoce con orgullo, sintiéndose muy honrado de estar al timón de un proyecto así.

Tranquilidad en piscina central del barco. Agua sobre el agua
Tranquilidad en piscina central del barco. Agua sobre el agua (JOF)

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