URUGUAY. Llega la utraderecha con Juan Sartori
Este multimillonario irrumpe en la política
Dueño de un equipo de fútbol inglés y marido de la hija de un magnate ruso, Juan Sartori presenta por sorpresa su precandidatura presidencial por la derecha, Asegura que su objetivo en la política es de largo plazo y está convencido de que su proyecto tiene chances de éxito y es muy válido. Minimiza las críticas de paracaidista y no cree tener solución para todos los problemas.
La irrupción de Sartori, casado con la hija de un magnate ruso, es una primera prueba para el Partido Nacional (PN, centroderecha), una de las formaciones más viejas y tradicionales del país sudamericano. Sartori, que vive en el extranjero desde hace 20 años, apareció de la nada hace unos meses anunciando su candidatura por el PN —donde nadie lo conocía— aupado por un pequeño grupo que lo había inscrito como miembro, abriendo la posibilidad de que se presente a las elecciones internas (primarias) de junio del año que viene. De esos comicios saldrá el nombre de los cabezas de cartel presidenciales de las diferentes formaciones políticas uruguayas rumbo a las presidenciales de finales de octubre.
No tiene experiencia política, se siente blanco por convicción, y, convencido de que hay etapas distintas en la vida, se decidió a competir por la candidatura presidencial por el Partido Nacional en el entendido de que le llegó el momento de ser más útil, más altruista y de hacer algo que tenga impacto en su país, Uruguay. Aunque tiene un diagnóstico sobre la situación del país y de qué hacer para proyectarlo, asegura que todavía está en una fase de escuchar a la gente.
Después de lanzar una operación de marketing para crear expectativas, con la pregunta “¿quién es Sartori?” diseminada por las redes sociales, el empresario hizo su presentación oficial el martes por la noche en un teatro de Montevideo. Apareció en solitario, con un fondo dominado por la bandera uruguaya. “Yo soy Sartori”, exclamó antes de iniciar un discurso en el que se esforzó en la defensa de “los logros basados en el esfuerzo” y la ética de los negocios como trampolín hacia la política. Los dirigentes del PN no acudieron al acto y los medios de comunicación le dieron la atención justa al evento, sin grandes despliegues.
-¿Por qué un empresario exitoso y hasta ahora ajeno a la política decide competir por la Presidencia?
-Para empezar era algo que sentía hace mucho tiempo, desde que empecé mi carrera empresarial. Cada uno hace patria a su manera haga lo que haga. Eso es porque hay etapas distintas en la vida, yo sentía que ese momento de gran empuje empresarial ya era satisfactorio para mí, ya había llegado a su conclusión. Entonces empecé a preguntarme ahora qué sigue, cuál es el próximo desafío con el cual puedo ser útil para mi país y ayudar a los demás y empecé a estudiar de qué manera podía hacer algo más útil, más altruista y que tenga impacto en mi país.
-¿Por qué hacerlo dentro del Partido Nacional?
-Yo soy blanco por convicción. Es el Partido con el que me he sentido más en sintonía históricamente. Leía el otro día a Pivel Devoto que dice que quien conoce la historia del Uruguay no tiene otra opción que ser blanco. Además creo que es el que mejor sintonía tiene con el proyecto que yo veo de país, que es de muchas libertades, de mucho crecimiento económico, pragmático para resolver las cosas. Es ahí donde sentí que podía llevar adelante mi proyecto.
-El anuncio de su candidatura generó revuelo y resistencias en la interna del Partido Nacional. ¿Cómo lo evalúa?
-Yo creo que eso es normal. Los sistemas que hace mucho que están establecidos y con poca novedad tienen anticuerpos muy fuertes y creo que la reacción más allá de algún momento donde algunos no entendieron bien, formalmente el Partido siempre recibió muy bien la postulación. Y que estamos contribuyendo al Partido Nacional ya coordinando con todos los precandidatos cómo hacemos para trabajar en equipo. Por supuesto que en el corto plazo tenemos una competencia, pero sin perder, si es posible, la amistad y, sobre todo, las ganas de seguir trabajando juntos por el Partido.
-Para algunos usted pretende, con su holgura económica, comprarse un lugar en la política nacional.
-A mí me ha ido bien en lo económico y tengo la libertad de, por lo menos, avanzar sin comprometer ideas, sin tener que recaudar fondos de gente que quiere influenciar lo que estás diciendo o lo que vas a hacer. No estoy detrás de un cargo. Estoy tratando de hacer política con muy buenas intenciones en el objetivo y es verdad que tengo la suerte de poder hacerlo sin comprometer eso.
-¿Tiene un diagnóstico sobre cuál es la situación del país y cuáles las necesidades de Uruguay para proyectarse?
-Yo creo que Uruguay tiene que ser un país abierto al mundo. Seguimos beneficiándonos de una prosperidad, de un nivel de servicios públicos que es más alto que en otros países de la región y que siempre lo fue. Entonces la gran preocupación mía es cómo mantener ese Uruguay vanguardista, civilizado, con un nivel de servicios públicos de calidad, en un contexto donde la economía se viene complicando. Entonces es ahí donde la posibilidad de usar las ventajas competitivas de nuestro país -que son la seguridad jurídica, credibilidad, potencial y capacidad de su gente con gente muy bien formada y con muchas ganas- para tratar de hacer crecer las inversiones, la economía y, sobre todo, el gran problema que yo veo hoy que es generar más trabajo. La gran prioridad debe ser cómo reorganizamos el modelo de país para poder seguir creciendo y seguir desarrollándonos desde el punto de vista económico, pero también desde el punto de vista político y social.
-¿A qué se refiere cuando habla de un país más abierto?
-Yo tengo claro que un país no se administra como una empresa. Entonces el único criterio no puede ser el de entradas menos salidas, hay que tratar de hacerlo con una eficiencia que no son solo números, es una eficiencia que también es social. Para mí una economía fuerte con generación de oportunidades, usando el potencial y la capacidad de los uruguayos puede permitirnos mantener un nivel de vida mejor, y podríamos vivir muchísimo mejor, si le damos un poco más de ímpetu a esa diferencia.
-¿Cómo hacerlo?
-En un país que no es tan grande, por qué no podemos entendernos alrededor de problemas que son importantes para todos, la inseguridad, mejorar la educación. Pretender resolver todo es imposible. Entonces tenemos que ser pragmáticos en los grandes problemas que tiene el país. Deberíamos encontrar una forma de trabajar todos juntos a pesar de la competencia política.
-¿Es a eso a lo que se refería cuando en el acto de presentación habló de alcanzar un pacto de civilidad y convivencia?
-Sí y también en base a la experiencia que he vivido en estas últimas semanas. La política llena de emboscadas -en eso sí no tengo experiencia- de daño, de criticar al otro; no veo la política así, no es como quiero hacerlo. Tengo una propuesta que le voy a presentar al directorio. Se la vamos a hacer llegar y seguramente sea algo que interese y que muchos otros candidatos le puedan aportar nuevos elementos. Es una idea interna porque no podemos pelearnos todos durante seis meses porque después vamos a llegar muy dolidos y débiles a una competencia que va a ser muy dura en segunda vuelta.
-¿El hacer referencia a la situación judicial de su suegro forma parte de lo mismo?
-No solo eso. Podemos hacer una lista de todo lo que se ha dicho a lo largo de las últimas dos semanas. Yo con mi suegro tengo una muy buena relación, pero siempre pensé que a la familia y a los negocios no hay que mezclarlos. Él es el padre de mi mujer y el abuelo de mis hijos con quien paso momentos muy lindos. Es un empresario muy exitoso y muy importante en el mundo. Nadie está por encima de la ley. Estoy seguro que le va a ir muy bien en los procesos que enfrente y si no será un mal momento para mi mujer. Pero es algo independiente de mí.