‘Grasa de la buena’: Científicos por fin hallan una molécula que acabaría con obesidad
Investigadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) han encontrado una molécula que podría ayudar a combatir la obesidad, mediante la activación de la llamada grasa marrón.
Aunque la obesidad es una enfermedad relacionada con la acumulación excesiva de grasa en el cuerpo, resulta que en el tejido adiposo podría residir la clave para luchar contra el sobrepeso. De hecho, un grupo de científicos de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) ha encontrado una molécula que podría ayudar a combatir la obesidad, activando la grasa ‘buena’, tal y como han podido comprobar en prometedores experimentos con ratones.
¿La grasa ‘buena’?
De entrada, no toda la grasa es mala. Existen dos tipos de tejido adiposo:
- La grasa blanca, que almacena energía, se descompone con dificultad y, en consecuencia, puede provocar obesidad.
- La grasa parda o marrón, que quema las calorías para producir calor en respuesta al frío ambiental.
La segunda es capaz de quemar cantidades enormes de energía. Cuando está completamente activada, tan solo 100 gramos pueden quemar 3.400 calorías al día, “casi el doble de la ingesta diaria de alimentos y más que suficiente para combatir rápidamente la obesidad”, explican tres de los autores del estudio, Samuel Virtue, Antonio Vidal-Puig y Vanessa Pellegrinelli, en un artículo para The Conversation. Además, por razones que la ciencia aún no entiende, cuando la grasa parda quema energía, el cuerpo no lo percibe, lo que significa que la persona no ingiere más alimentos para mantener el mismo peso.
Este tipo de grasa ‘buena’ está presente en la mayoría de especies de mamíferos, pero en distintas cantidades. Es abundante, por ejemplo, en los recién nacidos, a quienes ayuda a mantener el calor corporal cuando son más vulnerables, o en los animales que hibernan, para que mantengan la temperatura en el período invernal.
Por desgracia, en los adultos su cantidad es bastante pequeña y, lo que es peor, casi siempre está inactiva. Sin embargo, estudios recientes sugieren que podemos aumentar y activar el tejido adiposo marrón. Según los científicos, de momento se conocen dos maneras de hacerlo.
Método 1: Seguro, pero desagradable
Los investigadores indican que la única forma fiable de aumentar la cantidad y la actividad de la grasa parda es imitar las condiciones de un invierno frío, sin calefacción central y ropa de abrigo. En este caso, el sistema nervioso hará que las grasas pardas se activen y aumenten de tamaño. Sin embargo, “dejar a una persona en una habitación fría durante días no es práctico, sin mencionar lo realmente desagradable que resulta”, reconocen los científicos.
Otra opción pasaría por imitar las señales nerviosas que se activan con la grasa marrón, pero los medicamentos que lo hacen también aumentan la presión arterial y la frecuencia cardíaca, lo que puede provocar ataques cardíacos, especialmente en personas obesas.
Finalmente, aunque pudiéramos hacer que todas las células de grasa blanca del cuerpo se volvieran marrones, ello no necesariamente ayudaría, ya que la grasa parda necesita un excelente suministro de sangre para proporcionar todas las calorías que puede quemar, y también necesita que los nervios entren en contacto con las células de esta grasa para activarlas.
Método 2: Molécula potencialmente ‘milagrosa’
Es ahí donde interviene una molécula llamada BMP8b, identificada por los científicos hace unos años. Los investigadores detectaron la BMP8b en ratones y vieron que estaba presente en niveles mucho más altos en la grasa marrón que en la grasa blanca, aumentando su cantidad al someter a los roedores al frío. Por otro lado, la eliminación de BMP8b en ratones impedía el funcionamiento de la grasa parda.
Como los humanos también tienen BMP8b y se encuentra presente en la sangre, los investigadores creen que podría usarse como medicamento para aumentar la cantidad de grasa parda y su actividad. Sin embargo, antes de probar los efectos de la BMP8b en humanos, decidieron investigar su efecto en ratones.
Con ese objetivo diseñaron genéticamente la grasa blanca de los ratones, de tal forma que tuviera tanta BMP8b como la grasa marrón de los ratones normales. De esa forma los investigadores descubrieron que el aumento de los niveles de BMP8b convertía la grasa blanca en marrón, haciendo que aumentara su actividad y que los ratones fueran más sensibles a las señales nerviosas que activan la grasa parda. Además, resultó que la BMP8b también incrementó la cantidad de vasos sanguíneos y de nervios en la grasa blanca y marrón.
Los autores del artículo califican esta combinación de factores de “realmente emocionante”, ya que la BMP8b podría hacer “que los humanos tuvieran más grasa marrón con un buen suministro de combustible”. Además, al aumentar el número de nervios en la grasa marrón, cualquier señal del cerebro para activar la grasa se amplificaría. Finalmente, como la BMP8b hace que la grasa parda sea más sensible a las señales de los nervios que la activan, esta propiedad podría usarse en medicamentos que imiten estas señales en dosis más bajas, evitando así el riesgo de ataques cardíacos.
Si bien estos resultados son prometedores, los investigadores estiman que se necesitarán más estudios para probar si la BMP8b puede cambiar el funcionamiento de la grasa marrón en los seres humanos.