PREMIER LEAGUE. El Manchester City derrotó al imbatible Liverpool
El equipo de Guardiola se queda a cuatro puntos del líder tras derrotarlo en un partido cerrado y definido por detalles
Cayó el Liverpool en un partido que bien pudo ser de empate, un choque definido por detalles, tan nimios como la ínfima distancia que faltó para que llegase un gol que le pudo complicar la vida al Manchester City, vencedor al fin del duelo estelar de la Premier League. Llegó la primera derrota del Liverpool (2-1) tras 21 partidos. Era una final, previno Pep Guardiola. Lo era más para su equipo que para el líder, que llegó al Etihad Stadium con siete puntos de ventaja sobre su rival. Se va con un colchón de cuatro puntos, así que hay liga porque no es tan solo que el City haya descontado sino que a partir de ahora, campeón vigente como es, seguramente empezará a jugar con el sistema nervioso de un Liverpool que hasta ahora es el mejor equipo del campeonato, pero que tiene encima el peso de la historia, la de un grande que no gana la liga desde 1990.
Trent Alexander-Arnold
26
A. Robertson
4
El Liverpool se quedó a menos de media pulgada de un gol que pudo cambiar el partido y quien sabe si el campeonato. Ocurrió recién pasado el cuarto de hora de partido, tras una puesta en acción cautelosa y prudente. De pronto saltó la chispa, la del tridente atacante del Liverpool. En ellos nació, creció y murió una jugada que Salah acudió a alumbrar al círculo central para trazar una vertical centelleante que aclaró Firmino con un toque genial que dejó al egipcio en tres cuartos con el caramelo de un balón profundo hacia Mané. El senegalés encaró la portería y remató a la cepa de uno de sus palos.
El rechace armó un zafarrancho. Stones acudió presto al despeje y sin miramientos lo estrelló en su portero, luego sacó el rechace sobre la línea de gol en lo que antes de que llegase la tecnología se conocía como gol fantasma. Nadie protestó porque a estas alturas la máquina ofrece menos dudas que el hombre. Y la Premier, donde el videoarbitraje no llegará hasta la próxima temporada, sí dispone de un avanzado sistema de ojo de halcón que le indica de inmediato al árbitro si el balón traspasa la línea de gol. Faltaron 1,13 centímetros para que la superase. Por una uña no marcó el Liverpool.
El ejemplo vale para definir que fue un partido de detalles, durante bastantes minutos tan cerrado como el que jugaron ambos contendientes empataron sin goles en Anfield el pasado mes de octubre. Al City le costó desmontar al Liverpool, que ha dado un paso adelante respecto a la pasada Premier porque defiende mejor. Atrás se ha armado porque tiene dos jóvenes laterales que van a más, en la meta Allison no tiene nada que ver con Mignolet o Karius, y el central Van Dijk, que había llegado al equipo hace un año por estas fechas, se ha consolidado como uno de los líderes no ya de la zaga sino del equipo. Pero la mejora es sobre todo colectiva, fundamentada además en el titánico esfuerzo de los tres centrocampistas, a los que Klopp no les pide fruslerías con la pelota, pero sí les demanda un esfuerzo brutal en la presión, las coberturas y los apoyos. Por ahí negó el Liverpool lo mejor del City, singularmente a Bernardo y David Silva, que apenas aparecieron.
Se supone que en amplia desventaja en la clasificación y jugando como local, el City debía exponerse más que el rival. Lo hizo, pero sin alardes. No combinó como le agrada, le faltó velocidad en la circulación y, sobre todo, remate. No tiró a gol en 40 minutos, pero cuando lo hizo disparó un obús y dinamitó el partido. La mecha la prendió Agüero, que encontró un gol en la nada, en un balón que parecía inocuo en el primer palo. Allí se adelantó a Lovren, que ejerció de miranda, y disparó sin miramientos para colocar la pelota justo entre la cabeza de Allison y la escuadra de su portería.
La ventaja le llegó al City cuando el descanso estaba vecino, así que invitaba a la maniobra. Klopp, que había retomado su clásico 4-3-3, retomó el dibujo con Salah en punta por delante de Firmino. Y el Liverpool es otro cuando el brasileño baja unos metros y entra en el circuito de la pelota. Quizás pierda contundencia el equipo, pero gana fútbol. Y el Liverpool se fue a por el partido con esas armas, redobló la presión, que en la primera parte había sido tibia, y tomó el control. Empató en un ataque armado por los dos laterales, bien arriba ambos, y definida por Firmino. Llevó el partido a su terreno el líder de la Premier, lo tenía cocinado, pero nada está escrito cuando enfrente sobra el talento. El partido se decantó en un retrato de la ecléctica evolución del fútbol de Guardiola en las islas, un ataque frenético, con una conducción de Sterling, maniobra de distracción en el desmarque de Agüero y remate colocado de Sané.
El Liverpool no se conformó porque su naturaleza es indómita. Pudieron empatar Salah y Wijnaldum. Fernandinho, que sostuvo la medular del City, sacó un remate del holandés bajo palos. También la sentencia pudo llegar del bando blue con el partido roto. Acabó con todo en el campo Klopp, retrato de un equipo generoso. El City contuvo para ganar puntos y tiempo.