GRAN BRETAÑA. Hace 129 años se filmó la primera escena, de la primera película de la historia.

 El 14 de octubre de 1888, el inventor francés Louis le Prince, se encontraba filmando en Leeds, Inglaterra, “La escena del jardín de Roundhay”, la película más antigua de la historia.

Con este cortometraje filmado en la casa de sus suegros, Louis se adelantó 7 años a la fecha en la que se consideró el nacimiento del cine, el 28 de diciembre de 1895 cuando se presentó la primera película de los hermanos Lumiére. De igual manera el inventor francés se adelantó 2 años al prototipo cinematográfico desarrollado por Thomas Edison.

El corto tiene 20 fotogramas e inicialmente duraba 1,66 segundos, sin embargo, varios años mas tarde en 1930, el Museo Nacional de Ciencias de Londres produjo copias fotográficas de los 20 cuadros de la película, re-grabando la secuencia y convirtiéndola a 52 fotogramas. Luego de esto se lanzó una versión digital remasterizada que dura 2,11 segundos.

Louis le Prince filmó poco después de “La escena del jardín de Roundhay”, su segunda película titulada “El puente de Leeds”, por lo que es considerado por muchos como el verdadero inventor del cine, sin embargo, dos años más tarde de grabar el cortometraje, desapareció misteriosamente en 1890 y hasta la fecha se ha convertido en un caso sin resolver, pues los oficiales nunca encontraron su cuerpo, ni algún rastro de lo que le pudo haber ocurrido.

La desconocida historia de Louis Le Prince, ¿el verdadero inventor del cine?

La desconocida historia de Louis Le Prince, el verdadero inventor del cine

  • Fue el hombre que realizó en 1888 las primeras imágenes en movimiento

Muchos historiadores consideran a Louis Aimé Augustin Le Prince como el verdadero inventor del séptimo arte, ya que realizó sus primeras imágenes en movimiento en octubre de 1888 con una obra titulada La escena del jardín de Roundhay . Eran apenas dos segundos de metraje y para ello utilizó una cámara con una lente única, el mismo procedimiento que le sirvió para filmar los carros a caballo o a los peatones en El puente de Leeds (Inglaterra). Estos dos títulos prueban que el francés se adelantó varios años a otros nombres ilustres como el estadounidense Thomas Edison, que patentó la primera cámara cinematográfica en 1891, o a sus famosos compatriotas los hermanos Lumière, que rodaron su primer película en 1895.

Sin embargo, ¿por qué se conoce tan poco acerca de la vida y la obra de este inventor y fotógrafo?. El realizador David Nicholas Wilkinson ha intentado investigar sobre su enigmática figura en el documental El gran misterio de la Historia del cine (The First Film, 2015) que se emite este 8 de abril en el canal TCM. El filme recoge la desconocida y a la vez trágica existencia de este hombre que desapareció como por arte de magia el 16 de septiembre de 1890 tras visitar a su hermano en Dijon, tan solo unas semanas antes de presentar en público su invención. “Subió a bordo del tren de Dijon a París y nunca se volvió a saber de él”, afirma el director.

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 En el documental se puede apreciar a Wilkinson caminando sobre el puente de Leeds, donde se detiene para leer una placa: “Louis Aimé Augustin Le Prince llegó a Leeds en 1866 y llevó a cabo experimentos cinematográficos. En 1888 patentó una cámara de una lente con la que filmó el puente desde este edificio. Aquella fue seguramente la primera filmación de imágenes en movimiento”.

Lo cierto es que el inventor francés fue el primero en captar movimiento desde un punto de vista, además de inmortalizar el carácter y la coreografía. Todo en tres secuencias que han sobrevivido y que son anteriores a Edison y los Lumière. Una historia que ha obsesionado al autor del documental, que muestra evidencias que prueban que Le Prince fue el primer cámara del mundo, el primer director y el primer productor de cine.

Le Prince planeó presentar su obra en público en Nueva York en 1890, pero jamás lo llegó a hacer

En una industria plagada de tragedias, sin duda la de Le Prince fue la primera en sacudir los cimientos del sector, sentencia Wilkinson. Eso sí, prácticamente de forma anónima y sin dejar rastro alguno, porque nunca recibió el reconocimiento que merecía.

Nacido en Metz, Francia, el 28 de agosto 1841, en 1866 se mudó al Reino Unido y en 1881 visitó por primera vez los Estados Unidos. Al trabajar en el taller fotográfico de su padre adquirió grandes conocimientos sobre el funcionamiento de los daguerrotipos y la química para capturar imágenes. Comenzó a experimentar con la idea de fotos móviles y planeó presentar su obra en público por primera vez en Nueva York en 1890.

Su misteriosa desaparición es algo que ha permanecido por desgracia en el olvido. La policía francesa, Scotland Yard y la familia de Le Prince realizaron exhaustivas búsquedas, pero nunca llegaron a encontrar su cuerpo o su equipaje. Fue cómo si se lo hubiera tragado la tierra. Las teorías que se barajaron entonces van desde el suicidio por sus supuestos problemas económicos hasta un asesinato por parte de su hermano Albert debido a la herencia de su madre.

No se descarta que fuera la primera víctima de la llamada “guerra de patentes”

Tampoco se descarta que fuera la primera víctima de la llamada “guerra de patentes”, es decir, la encarnizada lucha que mantenía Edison por hacerse con la exclusiva y el monopolio del invento de las imágenes en movimiento. Al menos esa era la hipótesis que mantuvo siempre Lizzie, la viuda del inventor francés. Incluso hay quienes han especulado que su familia le ordenó que se fuera tras descubrir que era homosexual.

La película se sirve de numerosos testimonios para explicar la historia de este pionero que no logró inscribir su nombre en mayúsculas en la historia del cine, pero que sin duda se habría convertido en un personaje famoso, según sostiene Wilkinson. También recurre a antiguos policías para ordenar las piezas del misterioso puzle que significó su desaparición. Todo ello da como resultado una crónica realmente sorprendente que deambula entre la reconstrucción histórica y un filme de misterio, al más puro estilo de Agatha Christie.

El inventor desapareció como por arte de magia el 16 de septiembre de 1890 tras visitar a su hermano en Dijon

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