Seis toxinas que debilitan la democracia
Hay elecciones o referendos cuyos resultados cambian el rumbo de la historia.
En junio de 2016, por ejemplo, los británicos votaron a favor de que su país rompiera con la Unión Europea —el famoso Brexit—. Otro ejemplo ocurrió cuando Donald Trump ganó las elecciones que lo llevaron a la Casa Blanca, también en 2016. O cuando en diciembre de 1998 los venezolanos eligieron como presidente a Hugo Chávez.
El Brexit ha sumido en una profunda crisis al sistema político inglés, Trump ha transformado la política de su país y quizás del mundo y Chávez es el responsable de una catástrofe nacional que está por convertirse en una peligrosa crisis regional.
Estos tres casos son, por supuesto, muy diferentes. Pero también tienen semejanzas que iluminan importantes toxinas que minan las democracias del mundo actual:
1. La antipolítica. Los tres son manifestaciones concretas del rechazo a los “políticos de siempre” y de la presunción de que los gobernantes tradicionales usan la política para su beneficio personal y no en aras del bien común. Quienes votaron a favor del Brexit, Trump y Chávez sentían que solo desalojando a quienes gobernaban mejoraría su situación personal o, al menos, serviría para darle una lección a los poderosos. “Que se vayan todos” y “nada puede ser peor de lo que hay” son sus consignas.
Las invasiones son ahora más baratas, clandestinas y se llevan a cabo con armas cibernéticas y ordenadores
2. Partidos débiles. En estos tres ejemplos, los inesperados resultados de las consultas electorales fueron posibles gracias a la debilidad de los partidos políticos tradicionales. Los dos grandes partidos británicos —el laborista y el conservador— estaban escindidos internamente y eso les impidió confrontar eficazmente a quienes promovían el Brexit. Lo mismo le ocurrió al partido republicano de Estados Unidos, cuya fragmentación hizo posible que un político advenedizo como Trump llegase a ser su candidato presidencial. Lo mismo ocurrió en Venezuela, donde los dos grandes partidos históricos colapsaron, dejándole la puerta abierta a Hugo Chávez.
3. La normalización de la mentira. Casi inmediatamente después de su triunfo en el referendo sobre el Brexit, se supo que sus promotores habían mentido, exagerando los beneficios que tendría para el Reino Unido salir de la Unión Europea y minimizando los costos y dificultades que esa salida tendría para los británicos. En su primer año como presidente, Donald Trump dijo de promedio cerca de seis mentiras o afirmaciones engañosas cada día, según la cuenta que lleva The Washington Post. En el segundo año el promedio subió a más de 16 al día y, en lo que va del 2019, lleva 22 mentiras diarias. El presidente estadounidense ha normalizado la mentira. Hugo Chávez hizo lo mismo. En Internet hay un inmenso acervo de vídeos y grabaciones en los cuales se puede ver y oír al presidente venezolano mintiendo flagrantemente.
4. La manipulación digital. La cuenta de Twitter de Donald Trump es una de sus más potentes armas políticas. Chris Wylie, el arrepentido exdirector de investigación de la empresa Cambridge Analytica, ha declarado ante el Parlamento británico que esa empresa usó las redes sociales para influir sobre el resultado del referéndum a favor del Brexit. Aló Presidente, el programa dominical protagonizado por Chávez, se convirtió en un principalísimo instrumento de propaganda, movilización política y manipulación de la opinión pública. Todos los políticos, en todas partes y desde siempre, han usado los medios de comunicación social para obtener y retener el poder. Pocos lo han hecho con la habilidad, el descaro y la sofisticación tecnológica con los cuales Trump, Chávez y los defensores del Brexit lo han hecho.
5. La intervención extranjera furtiva. Las agencias de inteligencia de EE UU y el fiscal especial Robert S. Mueller concluyeron que el Gobierno ruso influyó clandestinamente en los comicios estadounidenses de 2016. Antes del referendo sobre el Brexit, más de 150.000 cuentas de Twitter en ruso enviaron decenas de miles de mensajes en inglés urgiendo a los británicos a salir de la Unión Europea. La influencia de Cuba en Venezuela había sido mantenida en secreto, pero hoy ya es una realidad ampliamente reconocida. Las invasiones son ahora más baratas, clandestinas y se llevan a cabo con ordenadores y armas cibernéticas.
6. El nacionalismo. Las promesas de autodeterminación y revancha contra los maltratos recibidos por parte de otros países fueron claves en el éxito electoral de Chávez, Trump y el Brexit. En los tres casos, las denuncias contra la globalización, el comercio internacional y “países que se aprovechan de nosotros” rindieron dividendos políticos. La hostilidad de Chávez contra EE UU y la de Trump y los defensores del Brexit contra los inmigrantes también fueron determinantes.
Estos seis factores ilustran el tipo de toxinas que están afectando la política de muchos países. En algunos de ellos han surgido anticuerpos que las resisten. El resultado de este choque entre toxinas y anticuerpos políticos moldeará el mundo que nos viene.