Los grandes beneficios de viajar, según Barack Obama
BEl político y ganador del Premio Nobel de la Paz conversó con el presidente ejecutivo de la cadena de hoteles Hilton, Chris Nassetta, sobre cómo viajar nos ayuda a descubrir el lugar que ocupamos en el mundo y la importancia de celebrar las ricas diferencias de cada cultura.
Los comentarios de Obama son un recordatorio elocuente de que viajar forja conexiones, inspira la transformación y crea empatía.
Este es un resumen de la charla.
¿Cuál es la experiencia de viaje más memorable que has tenido y por qué?
Yo he viajado mucho, así que me es difícil elegir un solo momento.
Creo que es justo decir que, para mí, poder viajar con mis hijas es lo más memorable.
Hay algo espectacular en ver un lugar, experimentar una cultura diferente, exponerse a nuevas ideas. Viajar te hace crecer. Pero como padre, cuando puedes ver esa sensación de descubrimiento en los ojos de tus hijos, eso es más especial que cualquier otra cosa.
Por lo tanto, diría que los viajes más memorables que he hecho han sido con las chicas.
Algunos de esos viajes han sido espectaculares. Nos recuerdo, por ejemplo, caminando por el Kremlin cuando yo era presidente y Sasha tenía unos 7 años y llevaba puesta una gabardina, así que parecía una espía internacional.
Ese fue un gran viaje porque fuimos a Rusia y luego a Italia. Yo estaba allí para la cumbre del G20, pero ellas viajaron a Roma y pudieron ir al Vaticano y encontrarse con el Papa.
De ahí nos fuimos a Ghana donde nos recibieron, literalmente, bailando en la pista de aterrizaje.
Así que ver a una niña de 10 años y otra de 7 poder experimentar ese extenso recorrido del mundo, hasta cierto punto por primera vez, es algo que siempre recordaré.
También hay algo único en poder viajar cuando eres joven.
Como algunos de ustedes saben, mi padre era de Kenia, pero yo no lo conocí bien. Lo conocí una vez, pero básicamente, me criaron en Estados Unidos.
Mi primer viaje a Kenia fue cuando ya tenía unos 20 años.
Me había graduado de la universidad, tenía mi primer trabajo y en ese momento murió mi padre, por lo que quería entenderlo y comprender la tierra de donde venía. Entonces, viajé a Kenia por un mes.
Pero primero vine a Europa. Hasta ese momento yo nunca había viajado por Europa. Y ese viaje fue memorable porque era parte de mi propio descubrimiento.
Viajaba solo, quedándome en pensiones muy básicas y compraba una baguette y un poco de queso y eso era lo que comía todos los días. Un poco de vino también de vez en cuando.
Ese tipo de viajes son muy memorables porque son parte de ti cuando eres una persona joven que intenta descubrir cuál es tu lugar en el mundo.
Fui a Kenia y pasé un mes allí. Fui a un safari, estuve con miembros de mi familia que nunca había conocido antes y eso fue muy especial.
Con tanta información y un ciclo de noticias de 24 horas, ¿tiene algún consejo sobre cómo filtrar qué es ruido y qué es lo realmente importante?
Bueno, estamos pasando por un período de cambios que, en décadas anteriores, podían tardar generaciones, y ahora se están implementando a gran velocidad.
La era de la información, la globalización y los avances tecnológicos han unido al mundo de una manera que cuando yo estaba creciendo, no era el caso.
Es esta oportunidad extraordinaria, pero también está creando nuevos desafíos.
Y creo que probablemente en este momento, lo que más estamos viendo es cómo esos cambios propiciados por la tecnología, la globalización y este flujo constante de información hace que las personas se sientan inseguras del mundo que les rodea.
Parte de esto es muy concreto: los cambios económicos que se han producido significan que, particularmente en las economías avanzadas, pero incluso en los países de ingresos medios, las personas que se sentían bastante cómodas en su empleo de por vida, con su pensión asegurada y sus beneficios, de repente se dieron cuenta de que tenían que actualizarse para mantenerse a flote.
Entonces, ya sea el Brexit en Reino Unido o los trastornos políticos que han ocurrido en Estados Unidos, o el resurgimiento del populismo en Europa continental, no son solo reacciones a cambios económicos sino también a que las personas sienten como si su estatus se estuviera erosionado, o su sentido de lo que es su país estuviera siendo socavado.
Nacionalismo, nativismo, xenofobia, sentimiento antiinmigrante: esos son rasgos peligrosos.
Reconozco que tengo algunos prejuicios porque, en virtud de mi nacimiento y mi educación, soy alguien que cree en unir a las personas en lugar de separarlas en “nosotros” y “ellos”.
Pero creo que, objetivamente, si intentamos reafirmar fronteras muy fijas en un momento en que la tecnología y la información no tienen fronteras, no solo vamos a fallar sino que vamos a ver cada vez más conflictos y choques entre la gente.
Esa es la tendencia más importante que veo porque me preocupa, porque no está aislada a un país en particular, sino que es un fenómeno global.
Obviamente, uno de los beneficios de la industria del turismo y los viajes es recordarle a la gente el increíble valor de nuestra diversidad en este planeta y las diferencias que tenemos, porque eso es lo que hace que la comida en Sevilla sea diferente a la comida en Bangkok, y ambas son realmente buenas.
Pero viajar también nos recuerda lo que tenemos en común y lo que somos: la capacidad de reconocernos a nosotros mismos en otros, de modo que si recorres un pequeño pueblo de Kenia y ves a una madre y un niño jugando y riendo, de la misma manera que lo hace una madre y su niño en Virginia o en Hawái.
Ahora bien, además de este problema general de la desestabilización de nuestra política, también me preocupa la desestabilización de nuestro entorno.
El cambio climático no es algo del futuro. Está demostrado que está ocurriendo en este momento, y ya estamos viendo el impacto.
Y algunos de los lugares más hermosos de este planeta, esos que más deseamos visitar y compartir con nuestros hijos y nietos, están en riesgo.
Algunos de los sitios más espectaculares de nuestra civilización están construidos a lo largo de líneas costeras que no sobrevivirán si el océano sube dos metros.
Y luego, y aquí es donde convergen los dos problemas que acabo de mencionar, el cambio climático contribuirá a los patrones de migración y a los refugiados, las sequías y las hambrunas, todo lo cual tendrá un impacto en el aumento de personas buscando subsistencia.
No los puedes contener con un muro. Al menos no por mucho tiempo.
Por lo tanto, debemos preocuparnos por el cambio climático, incluso si sentimos que vivimos en países ricos que de alguna manera se pueden adaptar y administrar, porque hay grandes porciones del mundo con cientos de millones o miles de millones de personas que no van a ser capaces de gestionarlo y eso alterará fundamentalmente nuestra economía global.
¿Pero hacia dónde vamos? La globalización es bastante imparable, entonces, ¿cómo se resuelve esto?
Bueno, la buena noticia es que las generaciones que vienen detrás son más sofisticadas, más conocedoras del mundo, más cosmopolitas, aprecian más otras culturas que las personas mayores.
Cuando miro a Malia y a Sasha, en parte porque han podido consumir todo el mundo a través de un teléfono móvil, no temen la diferencia, no temen el cambio, no temen las cosas que son inusuales o desconocidas. Ese es el mundo en el que han crecido.
Como consecuencia, creo que la política de mirar hacia atrás y erigir muros es una política que no apela a los jóvenes y que ellos rechazan fuertemente.
Hay una correlación bastante fuerte, al menos en Estados Unidos, entre las actitudes progresistas (sobre diferencias culturales, raciales y de orientación sexual) y la edad.
Ahora, creo que la mala noticia es que a las personas mayores no les gusta entregar el poder. Y las instituciones que hemos construido no están equipadas para responder a las demandas que tienen los jóvenes para enfrentar algo como el cambio climático o tener una actitud más abierta hacia las personas que se ven diferentes o que provienen de diferentes religiones.
Las personas mayores tienden a votar más que los jóvenes. Entonces parte de la clave es lograr que los jóvenes se involucren más para asegurarse de que sus preocupaciones estén representadas.
Sin embargo, una última cosa que me preocupa es que la forma en que operan nuestros medios de comunicación actualmente hace que sea difícil para nosotros crear democracias que funcionen bien.
Lo dije antes: cuando yo crecí había tres estaciones de televisión. Y todas, más o menos, decían lo mismo. Y había periódicos importantes, pero todos tenían un cierto estándar editorial y periodístico.
Como consecuencia, ya sea que usted fuera conservador o liberal, independientemente de su postura política, básicamente obtenías un conjunto similar de hechos e información.
Hoy en día, los medios de comunicación están tan divididos que si hablas con alguien en EE.UU. que ve la cadena Fox News y hablas con alguien que lee el diario The New York Times tienen una visión completamente diferente del mundo.
Y eso hace que sea más difícil llegar a un terreno común y ser capaces de crear cohesión para resolver grandes problemas.
Y así, cuando incluyes las redes sociales y el hecho de que, básicamente, puedes dedicar todo tu tiempo a obtener información de personas que ya están de acuerdo contigo, y esa información refuerza tus prejuicios existentes y refuerza una visión muy estrecha del mundo, puede ser una cosa muy peligrosa.
Entonces, creo que una de las cosas con las que tendremos que luchar es: ¿cómo no solo fomentamos los viajes y la mentalidad abierta entre las élites, sino cómo las personas comunes tienen la oportunidad de experimentar diferentes culturas y escuchar e interactuar con personas que no están de acuerdo con ellos exactamente en todo y no tienen las mismas inclinaciones políticas?