‘Quebrantos’, el luto colectivo de Colombia por sus líderes asesinados

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La artista Doris Salcedo canaliza el hastío de la sociedad ante las incesantes muertes de activistas desde la firma del acuerdo de paz

El crujido de los vidrios representa el luto que no cesa en Colombia. El persistente asesinato de líderes sociales a lo largo y ancho de la geografía del país está fracturando el tejido social. Esa es la metáfora que eligió Doris Salcedopara denunciar el hastío de la sociedad por medio de Quebrantos, una intervención artística en plena Plaza de Bolívar, en el centro histórico de Bogotá. Una suerte de ritual colectivo que sus promotores definen como una acción de duelo monumental que busca enaltecer a las víctimas.

Setenta líderes de distintas regiones, con la ayuda de 300 voluntarios, participaron en la obra.

Quebrantos congregó a lo largo de este lunes a más de 70 líderes de distintas regiones, convocados por la Comisión de la Verdad. Ellos, con la ayuda de 300 voluntarios, escribieron en vidrio fracturado los nombres de 165 de los cerca de 500 activistas y defensores de derechos humanos asesinados luego de haber levantado su voz contra el despojo de tierras, los cultivos ilícitos o la minería ilegal en los dos años y medio que han transcurrido desde la firma de los acuerdos de paz entre la exguerrilla de las FARC y el Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018).

Un activista escribe en vidrio fracturado el nombre de un líder asesinado.
Un activista escribe en vidrio fracturado el nombre de un líder asesinado. CAMILO ROZO

“El vidrio al igual que la vida es frágil, y una vez se rompe no se puede restaurar”, ha explicado Salcedo sobre una obra efímera que busca reflexionar sobre estas pérdidas que están ocurriendo con una frecuencia inusitada. “Estas personas ya fueron asesinadas, si las olvidamos las asesinamos dos veces. Este tipo de acto pretende que estas personas se mantengan vivas a través de la invocación continua de sus nombres”. El duelo, que tradicionalmente ha sido visto como un acto privado, debe ser transformado en este caso en un acto público, sostiene la artista. “Al romper vidrio estamos rompiendo el silencio, si logramos romper el silencio alrededor de estas muertes desgarradoras de pronto lograremos que paren”.

Salcedo, comprometida a fondo con la implementación de un acuerdo de paz que atraviesa un momento crítico, se ha propuesto demostrar que los colombianos no están condenados a nuevos ciclos de violencia, que son capaces de desarmarse como sociedad. El año pasado presentó su obra Fragmentos, construida con el metal fundido de 37 toneladas de armamento entregado por los exguerrilleros. Las 1.300 placas metálicas intervenidas a martillazos por mujeres que sufrieron abusos sexuales en el marco del conflicto armado ahora son el piso de ese espacio de arte y memoria.

La artista latinoamericana más reconocida y valorada en el mundo se ha volcado en más de una ocasión a la Plaza de Bolívar, el corazón político del país. “Lo que yo quiero es permitir que los ausentes se manifiesten ahí, en ese centro de poder que es exclusivo para los vivos”, explicó a comienzos de año en una celebrada charla el Hay Festival de Cartagena. “Siento que tenemos la obligación de increpar ese poder”.

La plaza fue también el escenario de Sumando ausencias, una enorme mortaja blanca con 11 kilómetros de puntadas cosidas por 10.000 personas que recogía la voz de las víctimas en medio del clamor por rescatar el acuerdo de paz, días después del plebiscito en que el pacto original fue rechazado por una estrecha diferencia. Y a pocas cuadras, en una antigua casona, se ubica Fragmentos. El hilo conductor de todas estas intervenciones es que son trabajos colectivos. “Sin la presencia de estos líderes solo sería vidrio roto. Esto es lo que le entrega sentido a la obra”, apunta la artista.

Uno de los nombres escritros con vidrio fracturado como parte de 'Quebrantos'

Quebrantos también sirve como preámbulo del primer diálogo público de la Comisión de la Verdad sobre la no repetición, centrado en ese rosario de crímenes contra activistas. “No hemos encarado a fondo el problema”, advierte el sacerdote católico Francisco de Roux, quien preside la comisión. “Los líderes siguen siendo asesinados en los más diversos lugares y por las más diversas razones: las luchas por las tierras, el problema del narcotráfico, la defensa del medioambiente”. El homicidio de líderes sociales y defensores de derechos humanos amenaza la implementación de un difícil acuerdo, arduamente buscado, que todavía es motivo de debates. Solo en los cuatro primeros meses de 2019 se denunciaron más de medio centenar de asesinatos, de acuerdo con la ONU. Un país fracturado, como los vidrios de la Plaza de Bolívar, que reclama pasar la página de la violencia.

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