Descubiertos 2 planetas similares a la Tierra en una estrella cercana
Podrían tener agua líquida en su superficie y son candidatos para la búsqueda de vida extraterrestre
La estrella de Teegarden, una enana roja cercana al sol, alberga dos planetas de masas similares a la de la Tierra y que podrían tener agua líquida en su superficie. Los ha descubierto una investigación del consorcio internacional Carmenes y liderada desde la Universidad de Gotinga, cuyos resultados se publican hoy en la revista Astronomy & Astrophysics.
La estrella de Teegarden se encuentra a tan sólo 12,5 años luz de la Tierra; si se ordenasen las estrellas de nuestro entorno en orden de proximidad, sería la número 24. Se trata de una enana roja ultrafría diez veces más pequeña que el sol. Es tan tenue que su existencia pasó desapercibida hasta hace sólo 16 años, cuando la halló un equipo liderado por el astrofísico de la NASA Bonnard Teegarden, de quien heredó el nombre.
Ahora, el instrumento Carmenes del Observatorio de Calar Alto, en Almería, especializado la caza de exoplanetas en estrellas pequeñas de nuestro entorno más cercano, ha realizado más de 200 observaciones de la estrella de Teegarden. Los investigadores han detectado que la estrella oscila ligeramente a causa de la influencia gravitatoria de otros dos cuerpos que la orbitan: dos planetas de masa similar a la de la Tierra. En el estudio de la estrella también han participado otros telescopios, como el Joan Oró del Observatori Astronòmic en el Montsec del Institut d’Estudis Espacials de Catalunya (IEEC), que han permitido comprobar que las señales detectadas no se deben a otros factores, como la actividad del astro.
Teegarden b y c
Ambos planetas se encuentran en la zona habitable del sistema, donde la temperatura es suficientemente templada como para que pueda existir agua líquida en su superficie
Los planetas descubiertos por Carmenes, bautizados Teegarden b y c, se encuentran muy cerca de su estrella, a una distancia menor de un 5% de la que separa la Tierra del sol, por lo que sus órbitas son muy cortas: un año en Teegarden b dura sólo 5 días, y en Teegarden c, 11.
No obstante, la temperatura de la estrella de Teegarden –2.600 grados centígrados – es muy inferior a la del sol –5.500 grados–. Por eso, a pesar de la proximidad a su estrella, ambos mundos están en lo que se conoce como la zona habitable del sistema, es decir, en la región donde la temperatura es suficientemente templada como para que pueda existir agua líquida en su superficie. Teegarden c, que se encuentra algo más lejos de su estrella, tiene más posibilidades que su compañero.
Los dos planetas tienen una masa de aproximadamente 1,1 veces la de la Tierra y “lo más probable es que sean de tipo rocoso”, explica Ignasi Ribas, director del IEEC e investigador del CSIC en el Institut de Ciències de l’Espai (ICE, IEEC-CSIC). “Nos los podemos imaginar como nuestra Tierra, pero con una estrella en el cielo mucho más roja y menos luminosa que nuestro sol”.
Los planetas de Teegarden “están entre los mejores candidatos a encontrar agua líquida o vida, pero todavía no tenemos la tecnología que nos permita comprobarlo”, añade Ribas, que es el científico del proyecto Carmenes y coautor de la investigación. Sin embargo, los telescopios que se están construyendo para la próxima década, como el telescopio espacial James Webb de la NASA o el Telescopio Extremadamente Grande (ELT por sus siglas en inglés) del Observatorio Europeo Austral (ESO), podrían llegar a tomar imágenes de ellos y determinar si realmente tienen agua.
El número de planetas potencialmente habitables en el entorno solar es muy grande”
IGNASI RIBAS
Casualmente, a partir de 2044 la Tierra pasará cada año entre el sol y la estrella de Teegarden. Si hubiera allí vida inteligente que tuviera una tecnología similar a la nuestra, en pocos años podría descubrir nuestro planeta con una de las técnicas que más ha utilizado la humanidad para detectar exoplanetas: apuntar a una estrella con un telescopio y registrar si su luminosidad disminuye periódicamente por el paso de un planeta por delante de ella. Se trata de un método que proporciona más información sobre los exoplanetas que el que se ha utilizado para detectar los mundos de Teegarden, que aparentemente no se cruzan entre ella y nosotros. “Desde Teegarden, el sol es una de las estrellas más brillantes, así que desde allí se podría conocer y estudiar en detalle. No tiene más consecuencias, pero no deja de ser curioso”, apunta Ignasi Ribas.
Según Ribas, lo más probable es que Teegarden b y c no sean los únicos planetas de un sistema que podría parecerse al de Trappist-1, donde en 2017 se descubrieron siete planetas parecidos a la Tierra. “Estamos viendo que las estrellas ultrafrías tienen sistemas planetarios muy ricos. Y eso es una muy buena noticia. Todo parece indicar que la abundancia de planetas alrededor de estrellas cercanas es muy alta y eso hace aumentar la probabilidad de que haya un planeta de tipo rocoso en su zona habitable, como en este caso. Al final, eso querría decir que el número de planetas potencialmente habitables en el entorno solar es muy grande”, concluye Ribas.