Atrapados (voluntariamente) en el hielo para estudiar cómo se derrite el Ártico
600 investigadores de 19 nacionalidades, entre ellos, tres grupos del CSIC, participan en el proyecto MOSAIC, con
siderado el más importante de la historia en estas aguas polares
El proyecto de investigación en la región Ártica “más importante de la historia”, según afirman fuentes de reconocida solvencia. En total, 600 científicos de 19 nacionalidades participarán, por turnos, en la expedición a bordo del rompehielos Polarstern . Este buque científico del instituto alemán Alfred Wegener zarpó el viernes 20 de febrero del puerto de Tromsø (norte de Noruega) en dirección a un punto situado a unos 200 kilómetros del polo Norte geográfico, donde quedará fondeado -y atrapado voluntariamente en el hielo- durante todo el invierno para facilitar el estudio de la vida en el Ártico y, en especial, los efectos del cambio climático esta región. Otras tres grandes naves participarán en el apoyo a esta misión científica.
La iniciativa ha sido denominada MOSAIC (acrónimo de Multidisciplinary drifting Observatory for the Study of Arctic Climate) y pretende dar un paso adelante “en el conocimiento del sistema climático ártico y su representación en los modelos globales” para mejorar el conocimiento científico con vistas a elaborar futuras políticas de mitigación y adaptación al cambio climático, señalan sus promotores.
La expedición tendrá una duración estimada de 390 días y en parte seguirá la ruta de la histórica expedición liderada por el aventurero noruego Fritjof Nansen a finales del siglo XIX.
Durante la travesía, que durará en total más de un año, los expedicionarios experimentarán 150 días con noche polar y trabajarán en zonas en las que se alcanzan temperaturas de hasta 45 grados bajo cero.
Muchos procesos del sistema climático del Ártico apenas están representados en los modelos climáticos “porque no han sido aún lo suficientemente comprendidos”, según destaca el resumn de objetivos de esta misión internacional, que alerta de que mientras no entendamos esos procesos, las proyecciones sobre cambio climático no serán “sólidas”.
3El calentamiento global está provocando una progresiva reducción del hielo marino y los expertos temen una desaparición total en el futuro. ”Necesitamos saber si eso va a ocurrir y cuándo podría ocurrir. Y para ello hace falta realizar observaciones. Por eso hemos impulsado esta expedición”, dijo Rex a la televisión pública noruega NRK.
Participación del CSIC
Desde España, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) no duda en afirmar que MOSAIC es “la mayor expedición científica al Ártico de la historia”, y explica que entre los 600 investigadores que trabajaran este invierno a bordo del Polarstern se incluyen tres equipos del propio CSIC, procedentes del Instituto de Ciencias del Mar (Barcelona) y del Instituto de Ciencias del Espacio-Instituto de Estudios Espaciales de Catalunya, y financiados por la Agencia Estatal de Investigación.
Desde el Instituto de Ciencias del Mar, el investigador del CSIC Manuel Dall’Osto viajará a bordo del Polarstern entre julio y septiembre de 2020 para realizar mediciones atmosféricas y estudiar el impacto de la vida marina en la formación de las nubes.
“Las nubes son clave para regular la temperatura del planeta. Sin nubes tendríamos una Tierra mucho más cálida. Pero no entendemos suficientemente bien cómo se forman y se destruyen, y eso nos está limitando mucho en las proyecciones de clima y de cambio climático”, añade. “Con nuestra campaña queremos saber qué sinergia se establece entre la materia de origen biológico y las nubes, qué tipo de plancton favorece más la formación de nubes y en qué regiones del océano esta relación es más importante”, explica Dall’Osto.
También desde el Instituto de Ciencias del Mar, otro equipo de investigadores estudiará la masa y el grosor del hielo marino mediante mediciones vía satélite. Los científicos desplegarán un novedoso radiómetro de microondas, montado sobre un trineo, que permitirá medir el espesor del hielo durante todo el año.
El radiómetro opera en la frecuencia 1.4GHz y ha sido diseñado y construido por la empresa española Balamis. “El Ártico es una de las regiones más remotas del planeta, y de más difícil acceso, por lo que para monitorizar de forma continua el estado del hielo es imprescindible recurrir a la información vía satélite”, explica la investigadora del CSIC Carolina Gabarro, directora del estudio. “Nuestro radiómetro permitirá mejorar los modelos de transferencia radiativa del hielo marino y la nieve para lograr estimaciones más fiables del espesor del hielo desde los satélites”, añade.
“La información proporcionada por estos satélites sobre el hielo marino son cruciales para comprender los cambios que afronta el Ártico bajo la amenaza del cambio climático y, en particular, para estudiar la evolución de la masa de hielo marino y el equilibrio ártico”, detalla Gabarro. “Todas estas medidas permitirán mejorar los modelos matemáticos, y por lo tanto la información geofísica que nos ofrecen los satélites SMOS (de la Agencia Espacial Europea) y SMAP (de la NASA) que miden el grosor del hielo marino”, detalla la investigadora.
El tercer equipo español que trabaja en la expedición MOSAIC pertenece al Instituto de Ciencias del Espacio (ICE-CSIC) y al Instituto de Estudios Espaciales de Catalunya (IEEC) y estudiará la interacción entre el hielo marino y las señales de navegación transmitidas desde satélite (como los GPS). “Estas señales, después de reflejarse en el hielo, pueden ser detectadas y analizadas para extraer información del hielo marino: su grosor, rugosidad, cantidad de sal, presencia de agua en superficie, etc”, explica la investigadora del CSIC Estel Cardellach, del ICE/IEEC.
El estudio del ICE/IEEC se realizará mediante dos experimentos: uno instalado en la banquisa de hielo y otro a bordo de un avión de investigación que sobrevolará la zona y recogerá grandes cantidades de datos, que se sumarán a los datos obtenidos por otros grupos de investigación de MOSAIC. “Si los estudios confirman que esta técnica de medición mediante señales de navegación proporciona una gran precisión, se podría aplicar desde satélites de bajo coste para monitorizar los polos de forma continua”, señala Cardellach en una nota oficial difundida por el CSIC.