Los jóvenes, la voz poderosa del planeta. Sofía Bin, la Greta Thunberg sudamericana, brasileña quien vive Argentina
Vino de Brasil hace tres años, y en la Argentina encontró su objetivo: procurar que los recursos naturales estén disponibles para otras generaciones. Dice que aún estamos a tiempo.
El miércoles 25 pasado, luego de un furioso discurso, la activista medioambiental sueca Greta Thunberg (16) fue distinguida con el “Nobel alternativo” por su batalla ecologista en la Cumbre de Acción Climática en la sede de Naciones Unidas.
Aquí, siguiendo esa línea de pensamiento, con un perfil más bajo pero no menos importante, el principal objetivo de Sofía Tapia Bin (18), esta nueva luchadora ecologista, es procurar que los recursos naturales estén disponibles para las generaciones futuras.Promueve una gestión responsable del agua y propone cambiar la manera de relacionarnos con el ambiente.
Es que ellas son jóvenes líderes que buscan herramientas para revertir el daño que sufre el planeta. Hacen sonar la alarma. Piden poner un alto con la voz vigorosa de esa edad y llaman al empoderamiento para cambiar la realidad. Sofía es consciente “de que el cambio no se hará solo, y que si no lo hago yo, nadie lo hará por mí”. Aún estamos a tiempo, revela. Pero reclaman más velocidad a los dirigentes mundiales frente a la emergencia climática.
El viernes 27 pasado la Argentina se sumó al pedido global de los jóvenes. Fue el “Fridays for Future”, y la convocatoria se replicó en más de 160 países. La denuncia es urgente y los jóvenes son protagonistas en esta campaña: contra la modorra de muchos, y nada menos que con el planeta sobre los hombros. El cronómetro está encendido.
LA CARTA. Nací en la ciudad de Sao Paulo, donde vivía con mi mamá Ana Paula, mi papá Décio y mi hermano mayor Lorenzo. Cuando tenía ocho años mis papás se separaron y al poco tiempo mi mamá se mudó a la Argentina. Mi hermano y yo seguimos viviendo con papá en Brasil, quien desde el primer día nos incentivó a cuidar el medio ambiente: bañarme rápido y llevar bolsas reutilizables al super. A medida que iba creciendo, esas pequeñas cosas comenzaron a tomar fuerza en mi interior y se arraigaban cada vez más, por lo que empecé a tratar de concientizar a mi entorno. En ese momento estudiaba en el colegio Santa Catarina, en donde ya promovían buenas acciones. Si bien siempre me gustó mucho Sao Paulo, con el tiempo empecé a darme cuenta de que el mundo era mucho más grande de lo que yo conocía, y me dieron ganas de cambiar. Me fui a vivir con mamá a la Argentina, a Mar del Plata, en 2016.NEWSLETTERS CLARÍN
Yo no le encuentro sentido a salir del secundario sabiendo el teorema de Pitágoras y no saber cómo estamos empeorando el cambio climático, sobre los contaminantes emergentes, los microplásticos en el agua, las superbacterias y muchas otras problemáticas que deben ser escuchadas y solucionadas. Es fundamental generar conciencia desde temprana edad. Mi tío y mi mamá trabajan con temas relacionados al agua y con el tiempo fui escuchando cuestiones de la empresa, planteos que ellos hacían sobre medio ambiente y todo eso me llamaba mucho la atención, aunque previamente nunca me había dado cuenta de la importancia que yo le daba a estos temas. Entonces en febrero de 2020 empezaré mis estudios en la Tecnicatura en Procedimientos y Tecnologías Ambientales en la Universidad Tecnológica Nacional, y a posteriori la licenciatura en Gestión Ambiental. También estoy realizando una pasantía en la Asociación Latinoamérica de Desalación y Reúso de Agua (ALADYR). Es una asociación que tiene como propósito promover, proteger y desarrollar tecnologías y proyectos destinados a la desalación y tratamiento de agua para su reúso y consumobajo estándares de sustentabilidad y respeto ambiental.
Soy consciente de que el cambio no se hará solo, y que si no lo hago yo, nadie lo hará por mí”
Allí aprendí sobre la huella hídrica, contaminantes emergentes y la necesidad de actualizar las normativas del rubro. Podemos hacer una enorme diferencia con pequeños actos, porque a través de ellos, realizados por varias personas, se obtienen resultados evidentes. El ser humano ha desarrollado las herramientas para revertir el daño. Es sólo cuestión de que la gente esté dispuesta a hacer los cambios necesarios: no usar pajitas de plástico, bañarse más rápido, reducir-reutilizar-reciclar y comprar a conciencia. Este mes fui a California y tuve la oportunidad de visitar una planta gigante de reúso para fines potables -Pico Rivera- Water Department-, en California, Estados Unidos, y fue uno de los puntos más altos de mi viaje, lo que puede parecer raro, pero lo que yo quiero mostrar es que se puede construir un mundo mejor, de hacer la diferencia y soy consciente de que el cambio no se hará solo, y que si no lo hago yo, nadie lo hará por mí. Fue una experiencia inolvidable, es ver cómo del efluente más contaminado podemos producir agua con una pureza superior a la que solemos consumir.
Recursos. Sofía Tapia Bin en la planta gigante de reúso de agua para fines potables, Pico Rivera- Water Department-, California, Estados Unidos.
A pesar de vivir en la época de la información, existe mucho desconocimiento sobre los procedimientos y tecnologías que permiten adoptar la economía circular en la gestión del agua. En mi casa bajamos un 90% el consumo de carne, la ganadería impacta en el medio ambiente. Nadie tiene en cuenta el agua virtual. Una vez que te das cuenta de la cantidad de agua utilizada para producir cada bien de consumo, tus hábitos efectivamente cambian. La producción de un kilo de carne usa tres mil litros de agua. El hecho de comernos una hamburguesa es una decisión. Pero en el momento que tiramos la mitad de ella, estamos tirando también los miles de litros de agua aparte del desperdicio, algo inaceptable teniendo en cuenta que mucha gente está pasando hambre en la actualidad. Me parece que la falta de información es muy grande, infelizmente es un factor que empeora mucho la situación en la cual nos encontramos: qué está pasando con el medio ambiente, con nuestros ecosistemas, y entonces poder informar a la gente y concientizar y encontrar soluciones para ayudar al planeta y a los que vivimos en él, en todas las maneras que yo pueda.
El ser humano está acostumbrado a tener siempre un plan B, pero el tema es que no hay una Tierra B. Si no empezamos a hacer cambios significativos ahora, no habrá nada que solucione la situación después. Hay que estar dispuesto a cambiar el estilo de vida para realmente colaborar. Mis objetivos son procurar que los recursos naturales estén disponibles para las generaciones futuras. No busco extremismos, no funcionan a largo plazo, pero sí mostrar la dimensión que pueden llegar a tener los pequeños actos. Es el camino que elegí.