Copa Davis 2019. ESPAÑA CAMPEÓN

La Davis de Piqué, la del Mundial de países, fue la Davis de Nadal, la de un monstruo de pasión desbordada que estuvo 14 horas y 12 minutos en pista, participando en ocho de las once victorias de España (cinco individuales y un dobles), para conquistar la sexta Ensaladera. El trofeo mítico, reluciente, que con 119 años de historia no pierde su aura romántica pese al cambio de formato y sigue encumbrando o hundiendo a tenistas. Y cuya cúspide está el campeón de 19 Grand Slams.

Derrotó Nadal a Denis Shapovalov por 6-3 y 7-6 (7) en 1h:54 y la Caja Mágica explotó. Como lo hicieron Roberto Bautista, Pablo Carreño, Feliciano López y Marcel Granollers. Los cinco jugaron en Madrid. Unos tuvieron un papel dulce y otros ingrato. Pero juntos fueron más fuertes alrededor del mito. No hizo falta el dobles tras el 2-0 a Canadá. España es campeona ocho años después, tras los éxitos del 2000, 2004, 2008, 2009 y 2011. El mejor equipo del siglo XXI tiene un líder inigualable al frente.

La primera edición de las finales de Copa Davis bajo el formato del grupo Kosmos, que preside el futbolista del Barcelona y que reunió a 18 países en Madrid, hizo honor a su lema de ‘New era, same soul’ (Nuevos tiempos, el mismo alma) porque, entre otras cosas, Nadal se empeñó en que fuese así. En que la épica y el honor no desaparecieran. Es su quinta Davis (en la final de Mar del Plata no jugó, pero la ITF reconoce como campeones a todos los que participan en eliminatorias previas), igual número que tiene ya Feliciano, tres suma Granollers y Bautista y Carreño se estrenaron.

Mientras atronaban los acordes épicos del Carmina Burana, como en Gladiator, el equipo español salió a la pista con Roberto Bautista en sus filas. El hombre que tuvo que dejar la Copa Davis hace tres días por la muerte de su padre quería acabar lo que empezó hace una semana. Y con ese deseo dio a España el primer punto de la final, al derrotar a Felix Auger-Aliassime por 7-6 (3) y 6-3 en 1h:49. Con el corazón encogido y la cabeza fría. Echando paladas sobre un mal recuerdo para mirar hacia adelante, cerró el partido, levantó su dedo índice y la mirada al cielo y corrió a abrazarse con sus compañeros. Liberado y feliz. “Había que dar la cara y un paso al frente, porque todo eran adversidades y me he sabido sobreponer”, contó luego emocionado. Esas adversidades eran, también, las lesiones de Carreño y Granollers.

Juanjo Martín (EFE)

Se puso frente a Auger-Aliassine, uno de esos NextGen que quieren tirar la puerta a sus 19 años y ya es 29 del mundo. El canadiense no había jugado en toda la semana, porque arrastraba molestias en el tobillo izquierdo. Pero había sido reemplazado con éxito por el sorprendente Vasek Pospisil (29 años y 150º), que no salió pese a llegar a la final con el aval de haber ganado tres de sus cuatro individuales esta semana y tres dobles junto a Denis Shapovalov. Los canadienses habían realizado todo el recorrido hacia su primera final con solo dos hombres.

Aliassime se vio delante de una Caja Mágica que era una caldera, con solo un partido de Davis de experiencia, y Bautista tuvo paciencia para dejar que le fuera pesando (acabó con 45 errores no forzados). Neutralizó una bola de break en el primer set, avanzó hasta el desempate y ahí fue un ciclón (7/3). Levantó los brazos, gritó “¡Vamos!” y el público le siguió.

España - Canadá en directo: final de la Copa Davis, Nadal vs Shapovalov

No perdió la seriedad Bautista y, aprovechando el shock del joven Alisassime, logró una rotura para 2-0 y para dispararse hacia el triunfo con drives que cortaban el aire e incursiones precisas en la red. El canadiense neutralizó la ventaja, pero volvió a perder su servicio. Era el día de Bautista, no el suyo.

Llegó el turno de Nadal, y de una historia conocida. Su 29ª victoria seguida en individuales cayó ante Denis Shapovalov, 20 años y 15º del ranking y que le había ganado una vez.  Solo cometió 14 errores no forzados. En el segundo set, el rubio nacido en Tel Aviv sacó su orgullo de futuro campeón ante el número uno, ya con síntomas lógicos de cansancio. Tuvo dos bolas de break y levantó dos partido en el desempate, procurándose incluso una de set. El gigante la levantó. Y a la tercera fue la vencida. Shapovalov estrelló un resto en la red y Nadal se tiró al suelo, síntoma de triunfo grande. Como en los más deseados. La angustia dio paso al disfrute. De su mano, claro. La Davis de España es su Davis.


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