Mensaje de Navidad. Francisco pide esperanza ante las “agitaciones sociales y políticas” en varios países de Latinoamérica y recuerda a Siria, Libia y el drama migratorio

El papa Francisco se refirió en su mensaje de Navidad a las “tinieblas” que se abaten sobre el mundo y pidió esperanza ante las “agitaciones sociales y políticas” en varios países de Latinoamérica, además de recordar la situación en Siria, Líbano o el drama de la migración.

Asomado al balcón de la logia central de la basílica de San Pedro, el papa comenzó su mensaje observando que hay tinieblas en los corazones humanos, en las relaciones personales y las familias y en los conflictos económicos, geopolíticos y ecológicos, pero añadió “que más grande es la luz de Cristo”. Por ello, pidió que Cristo “sea luz para tantos niños que sufren la guerra y los conflictos en Oriente Medio y en diversos países del mundo”.

Como es ya habitual, en el mensaje del papa Francisco para la Navidad abandonó la alegría del nacimiento de Dios expresado en la misa del Gallo, para ir enumerando las injusticias y los numerosos conflictos presentes en el mundo. Jorge Bergoglio deseó así “consuelo para el amado pueblo sirio, que todavía no ve el final de las hostilidades que han desgarrado el país en este decenio”.

Y exhortó a que Dios “remueva las conciencias de los hombres de buena voluntad” e “inspire a los gobernantes y a la comunidad internacional para encontrar soluciones que garanticen la seguridad y la convivencia pacífica de los pueblos de la región y ponga fin a sus sufrimientos”. En este mensaje navideño citó también la actual crisis en Líbano y deseó que el país pueda superarla y “descubra nuevamente su vocación de ser un mensaje de libertad y de armoniosa coexistencia para todos”. Pidió también la paz en “Tierra Santa” y “consolación para Irak, atravesado por tensiones sociales”, y para Yemen, “probado por una grave crisis humanitaria”, y también recordó las crisis de algunos países “en el continente americano”, y pidió “esperanza” para que puedan superar “el período de agitaciones sociales y políticas” que están pasando, aunque sin citar las naciones a las que se refería.

Sí nombró a Venezuela y rogó para que Dios “reanime al querido pueblo venezolano probado largamente por tensiones políticas y sociales, y no le haga faltar el auxilio que necesita”. También pidió soluciones para la conseguir la paz en Ucrania y la República del Congo y “luz para los pueblos de África, donde perduran situaciones sociales y políticas que a menudo obligan a las personas a emigrar, privándolas de una casa y de una familia”. Mencionó también a aquellos que son perseguidos a causa de su fe y “especialmente los misioneros y los fieles secuestrados, y para cuantos caen víctimas de ataques por parte de grupos extremistas, sobre todo en Burkina Faso, Malí, Níger y Nigeria”.

Tuvo un recuerdo para los migrantes que bajo “causa de estas y otras injusticias, deben emigrar con la esperanza de una vida segura”. “La injusticia los obliga a atravesar desiertos y mares, transformados en cementerios. La injusticia los fuerza a sufrir abusos indecibles, esclavitudes de todo tipo y torturas en campos de detención inhumanos. La injusticia les niega lugares donde podrían tener la esperanza de una vida digna y les hace encontrar muros de indiferencia”, lamentó. Y anheló que recuperen la sonrisa lo niños de todo el mundo, “especialmente a los abandonados y a los que han sufrido a causa de la violencia”.

“Que, en este día de fiesta, conceda su ternura a todos, e ilumine las tinieblas de este mundo”, concluyó. Después Francisco otorgó la tradicional bendición Urbi et Orbi y afirmó que “todos estamos llamados a dar esperanza al mundo, anunciando con palabras y sobre todo con el testimonio de nuestra vida que nació Jesús, nuestra paz”. Finalmente deseó a todos los fieles “un buen almuerzo de Navidad”.

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