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Samuel Jaimes Botía, de colita en el pelo, un cincuentón con cara de
rockero, arquitecto, especializado en Europa y residente en Barcelona,
llegó a una terna en enero pasado para la selección del nuevo director
del Área Metropolitana de Bucaramanga. Aunque la Alcaldía de
Bucaramanga se inclinaba por Gustavo Duarte, los Alcaldes de
Floridablanca, Piedecuesta y Girón decidieron designar a Samuel. Y
Samuel llegó con todas las buenas intenciones, pero le faltó
experiencia en la Administración pública, el sospesar los intereses
políticos, y lo que el Senador José Luis Mendoza identificaba como “la
mielecita”, que en el lenguaje parroquial son pequeñas porciones de
mermelada o cariñitos a quienes sobrevuelan alrededor de los intereses
y programas direccionados por el Área. Además el polifacético Samuel
se encontró con el chicharrón de la sobretasa ambiental que en
Bucaramanga intentó manejar el anterior Rodolfo Hernández al no
enviársela a la CDMB. Por eso los $47 mil millones que le iban a
llegar al Área este año, se lo pasaron a la CDMB en cumplimiento de
una decisión del Tribunal santandereano. Además el Área le quedó
debiendo a la CDMB $12 mil millones representados en 3 mil de la
sobretasa, 2 mil de una retribución por intereses de la sobretasa y 7
mil de un convenio interadministrativo con la corporación. Además por
esas fallas de manejo, el Área tiene más de 60 demandas, una de ellas
de la señora Adriana Serrano próxima a fallar que le significarán un
desembolso de $ 1.200 millones. Por todo ello el AMB registra un
panorama negro pues su presupuesto para el año entrante, fuera de
deudas, debería ser de 70 mil millones de pesos, y solo asciende a 8
mil millones. En la dirección de la entidad como encargada la
profesional Martha Janeth Lancheros, Secretaria General, quien llegó
en marzo pasado y que también tenía sus reparos sobre la forma tan
romántica, y nada efectiva, con la cual Samuel manejaba el Área