Nuevo partido político colombiano: “Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común”

La imagen puede contener: una o varias personas, multitud, concierto y nocheEl paso a la política sin armas es una instancia clave en la implementación del acuerdo de paz que las FARC firmaron con el gobierno en noviembre de 2016 para poner fin a más de 50 años de un conflicto armado que dejó más de 220.000 muertos y millones de afectados.Todavía hay mucha hostilidad hacia las FARC. Todavía hay asesinatos en zonas remotas, y zonas menos remotas, de este país. No creo que haya una conspiración universal, tampoco creo que tenga que ver con el Ejército o la Policía. Es simplemente imposible proteger grandes cantidades de personas en un país que todavía tiene esa tradición de violencia.

Malcolm Deas
Malcolm Deas es uno de los más agudos estudiosos de la historia de Colombia.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ya dejaron las armas, dejaron de ser una guerrilla, la más grande y antigua entre las que estaban activas en toda América. Entre este 27 de agosto y 1 de septiembre delegados de esa organización se reúnen en Bogotá para convertirse en un partido político legal que disputará curules en las elecciones legislativas de 2018.En un momento de transformación histórica para Colombia como este, quién mejor para hablar que uno de los historiadores que más ha estudiado y mejor conoce este país. El británico Malcolm Deas llegó por primera vez a la nación sudamericana en la primera mitad de la década de 1960 y es uno de los observadores más agudos acerca del país y sus dinámicas.

BBC Mundo conversó recientemente con él en un ritual de sabor inglés ejecutado en pleno Bogotá: tomando té a las 5 de la tarde en su apartamento de la capital.

La primera pregunta fue acerca de este hito histórico, la transformación de las FARC en partido político. Luego la conversación derivó hacia lo que esta era de cambios para el país puede implicar a futuro, incluyendo la posición de Deas respecto al temor de algunos en Colombia de que esta nación pueda seguir el camino de Venezuela.


Las FARC van a crear un partido político, otros grupos guerrilleros han hecho lo mismo en el pasado tras dejar las armas, ¿qué cree que va a ocurrir con las FARC?

Tenemos la transición de una guerrilla, una organización militar, a un partido político. Una de las dificultades será que lo que produce disciplina dentro de una guerrilla es el conflicto y una vez que el conflicto desaparece es más difícil mantener la disciplina.

Sin conflicto, las FARC intentarán mantener la disciplina y su poder a nivel local, pero será más difícil sin el poder de las armas, porque no podrán ir por ahí amenazando a la gente. Sus métodos deben cambiar.

Las FARC han estado manejando elecciones locales en una forma levemente encubierta por muchos años

No obstante, tienen su mística, nunca dudé de que la tuvieran. También tienen la vieja disciplina del comunismo de Moscú, la estructura, son centralistas democráticos, obedecen órdenes y tienen una estructura.

Tienen actividad en regiones en las que dominaron, un poder de facto de carácter político. No es como si las FARC no supieran nada acerca de elecciones. Las FARC han estado manejando elecciones locales en una forma levemente encubierta por muchos años.

Qué tienen las FARC a su favor: esa llegada a nivel local, cierta mística y disciplina, aunque no les va a ser fácil mantenerla

Con la Unión Patriótica (partido conformado en la década de 1980 con diferentes expresiones de la izquierda) pusieron sus propios candidatos, lo que no fue una buena idea, porque no se puede combinar un partido político pacífico con una guerrilla armada. Eso no funciona en ningún lado, esa era la fracasada doctrina de la combinación de todas las formas de lucha.

Qué tienen las FARC a su favor: esa llegada a nivel local, cierta mística y disciplina, aunque no les va a ser fácil mantenerla.

Inevitablemente, también, si el juego es limpio, van a tener a su disposición un cierto nivel de recursos. Nadie en este país cree que se puede hacer política sin recursos.

Iván Márquez (izq.) y Carlos Antonio Lozada (izq.), líderes de las FARC.Deas se pregunta si de las FARC emergerá alguien con verdadero talento político. Iván Márquez (izq.) y Carlos Antonio Lozada (izq.) son dos que aspiran a ello.

Lo que me genera cierta inquietud es que este todavía es un país muy violento.

Si las FARC entran con demasiada fuerza, si son muy duros en la forma en que se justifican a sí mismas, si son demasiado agresivas en sus propuestas, si siguen siendo demasiado leninistas, la reacción puede ser violenta.

Y la capacidad de las fuerzas de seguridad para proteger a la gente en este enorme país es limitada, así que si las FARC fueran a escuchar mi consejo -aunque dudo que lo hagan- les diría que arranquen de a poco, que no arranquen agitando su programa de máxima, insistiendo en que son aún marxista-leninistas, porque eso puede provocar una respuesta violenta.

Sí creo que las FARC tienen un futuro político, pero no creo que les vaya a ser necesariamente fácil Tampoco sabemos quién dentro del movimiento emergerá como alguien con talento político. El talento militar es una cosa, algunos en las FARC eran muy capaces en ese sentido. Las FARC eran un grupo guerrillero muy capaz, no hay duda de ello, sabían hacerlo. Pero todavía está abierta la pregunta de si tienen muchos líderes capaces de transformar esa habilidad en habilidad política.

Por ejemplo el M-19, que era una guerrilla mucho más pequeña (que se desmovilizó en 1990), sólo produjo dos o tres líderes con algún talento político. Uno de ellos es Antonio Navarro Wolff, quien creo que es un ejemplo admirable, un muy muy buen político y muy franco acerca de los errores de su movimiento en el pasado.

No hay texto alternativo automático disponible.Las FARC se resisten más a reconocer errores, creo que es algo estructural. Si se está dirigiendo una guerrilla revolucionaria, no se admite que se cometen errores. Van a tener que ajustarse en ese sentido.

Sí creo que las FARC tienen un futuro político, pero no creo que les vaya a ser necesariamente fácil.

Cuando el M-19, que era una guerrilla mucho más pequeña, menos amenazante y menos doctrinaria, hizo la paz hubo un período como de luna de miel, en el que la gente se sacaba fotos con ellos y les ponía a sus hijos sus nombres.

No duró, porque la política en este país es difícil. No se consiguen votos en Colombia a cambio de nada. En este país los políticos tienen que trabajar extremadamente duro y hay mucha competencia.

¿Cuán optimista es que tras el acuerdo con las FARC, con la salida de las FARC como grupo armado, los cambios que necesita Colombia vayan a ocurrir?

Inevitablemente va a haber algún tipo de cambio positivo en la agenda nacional.

Algunos dicen que no, que las fuerzas de los críticos del acuerdo de paz, como el expresidente Álvaro Uribe, etc., están al alza y que el próximo gobierno estará a la derecha del actual.

No estoy seguro de que esa sea una forma completa de ver las cosas, porque la buena política se basa mucho más en el futuro que en el pasado. No creo que discusiones y recriminaciones acerca de los defectos del acuerdo de paz tengan tanta fuerza política. La gente se aburre.

Este será alguna vez un país importante, no estoy muy seguro cuándo

Una vez que no haya conflicto (todavía persiste el conflicto con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional y hay violencia ejercida por grupos armados organizados, como el Clan del Golfo), los gobiernos van a tener más tiempo y más presión para considerar otras áreas de la vida nacional en los que se habían pospuesto problemas urgentes.

Como la educación, el futuro de la economía rural, la seguridad.

Álvaro UribeDerechos de autor de la imagenRAUL ARBOLEDA/ AFP
Image captionDeas no cree que las posiciones de oposición al acuerdo de paz con las FARC, como la del expresidente Álvaro Uribe (en la foto) vayan a tener tanto peso en la disputa política.

Mi regla es que ningún gobierno puede pensar en más de tres cosas a la vez. Tiene que ser un gobierno muy competente para pensar en tres cosas en vez de dos.

Aquí hemos tenido por años la inteligencia, el esfuerzo administrativo, todo el gobierno enfocado en el conflicto. Ha sido más difícil enfocarse en otras áreas de la vida nacional.

(Todos estos cambios) no necesariamente se absorben de forma inmediata, pero creo que ocurrirá eventualmente. Ya el debate político en el país es muy rico, muy crítico. Ahora se está debatiendo la corrupción, hay tres (ex)miembros de la Corte Suprema en problemas. Eso no necesariamente lo colma a uno de entusiasmo, pero se puede tener algo de optimismo cuando ya se está hablando de estas cosas. Esta vez, a lo mejor, la limpieza sea efectiva.

El fin del conflicto ofrece esa perspectiva y nadie puede cambiar eso. Tampoco creo que la gente sea capaz de dar marcha atrás.

La paz con las FARC es un hecho, dejaron de luchar, entregaron sus armas, no tienen ninguna intención de comenzar a pelear de nuevo. Ese es un hecho político y me parece que un hecho político derrota a cualquier caudal de teoría.

El presidente Alfonso López Michelsen siempre se refería a Colombia como el Tíbet de Suramérica, muy aislado por su topografía. Eso ha cambiado mucho

Este país tiene enormes energías. Cuando la gente visita Colombia, se encuentra con las ciudades. Este es un país de muchas ciudades, no solo una. Y piensan: “¡Dios, ¿quién hizo todo esto?!”. Y fue la gente, todo tipo de gente. Fueron empresarios, arquitectos, narcos.

Este es un país muy creativo. Y sí, como en otros lugares, hay todo tipo de perversidades, pero yo aquí veo todavía cierto un cierto dinamismo. Si uno va a Medellín, aún en Bogotá, -que tiene los vicios de toda capital, con demasiados burócratas, demasiados abogados- siente una gran cantidad de energía e ingenio.

¿Cómo cree que esta era de Colombia será descrita por los historiadores de aquí a 50 años?

Tengo muy poca confianza en los historiadores (ríe). Ese es el problema con la historia escrita por historiadores, son perfectamente capaces de equivocarse.

Este será alguna vez un país importante, no estoy muy seguro cuándo.

Tiene hoy la tercera población más grande de América Latina, detrás de Brasil y México. Alguna gente dice que es la tercera economía de esta parte del mundo, algo que depende de lo que esté ocurriendo con la moneda argentina.

Hasta hace muy poco Colombia era un país muy aislado.

Miembros del Ejército de ColombiaA Deas le preocupa que las fuerzas de seguridad colombianas no puedan proteger a los miembros de las FARC ante posibles actos de violencia contra sus miembros.

El presidente Alfonso López Michelsen siempre se refería a Colombia como el Tíbet de Suramérica, muy aislado por su topografía. Eso ha cambiado mucho. Las comunicaciones han mejorado enormemente, muchos más colombianos viajan, mucha más gente está visitando este país. Una cosa que ha crecido mucho en el último par de años ha sido el turismo. Este es un muy bello país, extremadamente hospitalario.

Desde el cambio de siglo han estado pasado dos cosas: ha habido un esfuerzo más consistente y exitoso para enfrentar el problema de la violencia en el país; todavía queda mucho por hacer, pero se ha hecho mucho, por una combinación de las políticas de seguridad del (ex)presidente Uribe y las políticas del presidente (Juan Manuel) Santos, que son complementarias, no antagónicas.

Lo segundo es que este enorme y topográficamente muy difícil país finalmente ha reconocido que se debe gobernar todo, que el gobierno no puede descuidar áreas del país.

Puede ser una visión optimista, pero son dos cosas que se puede decir que pasaron en las dos primeras décadas del siglo (XXI).

¿Cuál sería la visión pesimista?

Al mirar la economía, esta era hasta tiempos recientes una economía cafetera. Los colombianos producían café, su producción era muy eficiente, eran muchos productores pequeños y medianos, era una razonablemente democrática economía de exportación que garantizaba una cierta distribución del ingreso.

Esto ha cambiado mucho recientemente: esta ha pasado a ser una economía minera, una economía del carbón, el petróleo, del níquel, del gas. Eso genera otra estructura de cosas.

Creo que (el presidente Juan Manuel Santos) será recordado en forma más positiva que lo que muestran sus actuales cifras de valoración

Como en el resto del mundo, la distribución del ingreso en Colombia, que iba en la dirección correcta en los 70 y 80 se invirtió: la brecha entre los de mayor y los de menor ingreso se ha incrementado. Hay mucho lujo, muchas tiendas caras. Pero al mismo tiempo hubo un incremento en el bienestar e ingreso de los colombianos del común.

Se puede tener una economía donde crece la brecha entre ricos y pobres pero al mismo tiempo los pobres colombianos están mejor. El sur de Bogotá está mejor de lo que estaba. Hay un consumo popular hoy en Colombia. Hay aquí una revolución de las motocicletas chinas, que en las áreas rurales han tenido un gran impacto. Todo esto es bueno.

Sigue sonando optimista…

Cuál es el punto de ser pesimista. No es fácil conocer el futuro.

Hay tanta belleza aquí en este país, es el más espectacular para ver.

Los colombianos en general no han tenido vidas fáciles. Ser desempleado en Colombia no es fácil. Todo el mundo tiene un plan, a veces eso lleva a un individualismo excesivo, pero los colombianos no se quedan esperando a que alguien venga a ayudarlos.

Eso se ve en los pequeños negocios, por ejemplo. La gente trabaja muy duro aquí y los resultados son más que satisfactorios.

¿Cómo cree que será recordado el presidente Juan Manuel Santos?

Creo que será recordado en forma más positiva que lo que muestran sus actuales cifras de valoración (muy bajas). Lo que las encuestas no miden es la profundidad del sentimiento (de rechazo). Los colombianos son muy superficiales a la hora de emitir sus juicios sobre los políticos. Se solía decir que todos aquí aman a los expresidentes pero no soportan a los presidentes.

Creo que la gente va a reconocer a Santos. Déjeme mencionar las que considero virtudes de Santos, quien tiene algunas cualidades políticas excepcionales. Una es que nunca entra en pánico, y este es un país que brinda muchas ocasiones para entrar en pánico. Él nunca pierde el temperamento.

Juan Manuel SantosDeas cree que el presidente Juan Manuel Santos tiene varias virtudes como mandatario.

El mejor discurso que le escuché pronunciar fue el que dio la noche en que perdió el plebiscito sobre los acuerdos de paz. Todos pensaban que iba a ganar. Perdió, ese fue un enorme chasco. Salió ante las cámaras después del resultado, creo que fue un discurso de muy buen juicio, dijo todo lo que tenía que decir: admitió la derrota, le dijo a los colombianos que esto no era el fin del mundo, que no abandonaría la paz, que volvería al tablero (a rediseñar el acuerdo) y que así tenía que ser. Lo hizo de perfectamente. Esa es una cualidad.

Santos es también casi siempre cortés. La cortesía es, creo, un valor político subestimado. Él no es agresivo.

Algunos creen que delega en exceso. Sí, cuando delega, delega.

No ha tenido mucha suerte en lo económico, que es algo siempre importante: a la economía colombiana no le ha ido tan bien.

Y, por supuesto, como todos los gobiernos colombianos, nadie puede gobernar este país sin algunas alianzas peculiares, sin algunos escándalos espectaculares. Simplemente no es posible hacerlo sin eso (ríe).

Marcha contra el gobierno.Muchos en Colombia no ven con buenos ojos al presidente.

Pero yo creo que la gente va a reconocer que este acuerdo de paz con todos sus bemoles y todas sus imperfecciones es un gran paso.

Así que no le va a ir mal (a Santos) y merece que no le vaya mal.

La gente dice que el país está polarizado. No, este país está dividido. Si quieren ver un país polarizado, miren al país vecino. Creo que en Venezuela la vida ha sido horrible recientemente, porque se vive en la política todo el día, a toda hora, no se puede escapar. Es un país crónica y visceralmente dividido.

Colombia es ciertamente un país con opiniones divididas. Uribe tiene mucho apoyo, mantuvo su respaldo en las encuestas de forma extraordinaria, los colombianos no están totalmente de acuerdo con la paz.

Sí, hay divisiones, pero no son viscerales, no es ese tipo de división que le arruina a uno el día, que hace que no pueda pensar en otra cosa. Hay mucho en el medio: tenemos 18 precandidatos presidenciales. Un amigo dice que entonces no tenemos ninguno, que de algún modo es cierto. Pero todos ellos ocupan un muy amplio espectro político: de un lado están las FARC y del otro está (el exprocurador Alejandro) Ordóñez. Porque Uribe no se puede encasillar tan fácilmente como extrema derecha. Uribe es más complejo que eso, empezó como un liberal de izquierda.

Un hábito colombiano es tener una discusión política en la que se van acumulando problemas y más problemas hasta que la mesa revienta de problemas. Y luego alguien dice: “Bueno, a almorzar”. Y listo.

También soy optimista porque este es un país en que la democracia y el estado de derecho no son superficiales.

Hay una combinación de legalismo e ilegalidad en muchas partes, no soy iluso. ¿Pero quién se atrevería en Colombia a decir que no habrá elecciones en 2018? ¿Quién se atrevería a tocar el calendario electoral? Nadie. ¿Quién se atrevería a censurar en este país? Nadie.

Estos valores democráticos están muy establecidos. Se entiende al mirar la historia del país: pasaron mucho tiempo estableciéndolos.

Es difícil entonces creer que Colombia podría ir en la dirección de Venezuela…

Creo que es improbable, pero el populismo ocurre cuando hay un vacío, como hubo al final de los 90 en Venezuela. Así entra Chávez en escena.

Pero siempre hay que estar alerta, porque los populismos llegan rápida y sorprendentemente. No necesariamente dan aviso.

Aquí creo que se equivocan quienes creen que en Colombia nada tiene que cambiar en la política tras la paz.

Ciertamente creo que hay cosas que tienen que cambiar. La agenda nacional se tiene que concentrar de forma más efectiva en las cosas que mencionaba: educación, seguridad y desarrollo rural y también salud.

Creo que es poco sabio si la gente cree que ya está, que al terminar con las FARC se puede seguir como si nada hubiera cambiado.

Este país tiene muchos políticos que compiten entre sí todo el tiempo. Es difícil que haya un vacío, por lo tanto es menos probable que haya un vacío. Pero cuando se tienen muchos políticos y mucha corrupción y nadie ofreciendo una salida, puede haber problemas. Puede venir alguien, golpear la piñata y hacer que todo de desparrame.

Siempre hay que estar atentos. Los políticos deberían estar atentos y tener un cierto temor. Todavía hay mucha inequidad, mucha injusticia, muchas cosas que no están bien en este país.

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