El cambio que impulsa Biden en la economía de EE.UU. supone “una ruptura con el neoliberalismo”
El primer discurso formal del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ante el Congreso será recordado por varias razones, y una de ellas es sin dudas su propuesta de cambiar la relación entre el gobierno y la sociedad.
Biden detalló en su mensaje del miércoles frente a los legisladores un programa económico que suma US$4 billones en ayudas sociales e inversiones públicas para generar trabajo, poniendo al Estado en el centro de los esfuerzos de reactivación.
Las propuestas incluyen un “Plan de Empleo” por US$2,3 billones para construir desde carreteras hasta aeropuertos y mejorar el acceso al agua potable, entre otras medidas.
El mandatario ha planteado además un “Plan de Familias” por US$1,8 billones para ampliar el acceso a programas de educación y cuidado infantil.
Ambas iniciativas se financiarían con un aumento de impuestos a las corporaciones y los más ricos, y se suman al “Plan de Rescate” por US$1,9 billones aprobado en marzo, que contempla pagos directos a los estadounidenses y beneficios adicionales de desempleo.
Un programa económico de estas características habría sido impensable hasta poco tiempo atrás en EE.UU., donde el sector privado -y no el Estado- suele ser el motor clave de la economía.
“El cambio es lo suficientemente grande como para describirlo como una ruptura con el neoliberalismo“, sostiene J.W. Mason, un profesor de economía en el John Jay College de Nueva York y miembro del Instituto Roosevelt, enuna entrevista con BBC Mundo.
A su juicio, estas medidas son proporcionales a la magnitud de la crisis que atraviesa EE.UU. tras la pandemia de coronavirus y el colapso económico con millones de empleos perdidos.
Lo que sigue es una síntesis del diálogo telefónico con Mason, editada por motivos de claridad:
¿Cuál es el cambio más significativo que Biden produjo en sus primeros 100 días como presidente desde un punto de vista económico?
Lo que ha cambiado fundamentalmente es la voluntad de tener un grado de gasto público proporcional al nivel de crisis que enfrentamos.
En la última generación hubo una vacilación en hacer que el sector público hiciera lo que requería la situación en la que nos encontrábamos, debido a temores a la deuda pública, a dañar el incentivo de las personas para trabajar o por otras razones.
Y esta vez no se ve eso.
¿Esto marca un cambio de paradigma en términos de pensamiento económico desde la Casa Blanca?
Absolutamente. La otra cara de eso es una expansión en las ideas de la gente sobre lo que el gobierno es capaz de hacer.
Algo de esto lo hemos visto con la respuesta al covid, que por supuesto fue muy mala al inicio, pero con la financiación pública al desarrollo de las vacunas y la velocidad con la que se han implementado, es una especie de ejemplo de lo que puede hacer el gobierno cuando funciona bien.
Y creo que hay una voluntad de mirar cosas como la política climática y ver un papel mucho más importante y directo para el sector público de lo que la gente hablaba hace unos años.
¿Diría que hay una ruptura con el neoliberalismo de parte del gobierno de EE.UU.?
Sí, diría eso. Por supuesto que no es 100%, nunca es día y noche, y puedes señalar continuidades.
Pero creo que el cambio es lo suficientemente grande como para describirlo como una ruptura con el neoliberalismo.
¿Puede dar algunos ejemplos de lo que señala en términos de gasto público?
Hace unos años, el consenso sobre la política climática en una suerte de élite de Washington y el Partido Demócrata era que la solución básica pasaba por el precio del carbono: si ponías un impuesto lo suficientemente alto al carbono, el sector privado sabría qué hacer.
Si vemos lo que se propone ahora sobre el clima, el precio del carbono ni siquiera es parte de la conversación. Se trata de inversión pública directa.
Y hay un reconocimiento de que en realidad los precios no son suficientes, que hay problemas de coordinación que el mercado privado no resuelve muy bien.
Otro ejemplo: los cambios que se hicieron al seguro de desempleo en el último año y al crédito tributario por hijos que está en el plan de rescate, que con suerte se convertirán en permanentes.
Eso es un alejamiento de la noción de que siempre tenemos que preocuparnos por si alguien que no lo merece va a obtener beneficios, que siempre tenemos que preservar los incentivos laborales.
Teníamos una estructura loca donde si no ganas dinero y, por lo tanto, estás entre las personas más pobres de la sociedad, tampoco obtienes ningún beneficio porque eso no recompensaría el trabajo.
Hay un reconocimiento de que eso es tonto, contraproducente y dañino, que se debería estar dando un crédito incluso a personas sin ingresos laborales.
Eso es un giro real porque parte del modelo neoliberal era pensar en cómo obligamos a la gente a trabajar, cómo evitamos que la gente se aproveche del sistema. Ahora se reconoce que eso no es lo más importante para preocuparse.
Usted menciona ejemplos como la ley Plan de Rescate de EE.UU. por US$1,9 billones, que incluye pagos directos a familias con hijos. Pero algunas ideas, como la asignación universal por hijo, podrían verse como normales en otros países. Entonces, ¿qué alcance tiene el cambio propuesto para EE.UU.?
Aunque ciertamente hay áreas como el apoyo a las familias donde los países de Europa y otras partes del mundo lo hicieron mucho mejor que EE.UU., en algunas áreas EE.UU. está avanzando.
Por ejemplo, en política climática creo que la atención en Europa sigue en el precio del carbono. El gobierno de EE.UU. está liderando al cambiar el enfoque de su pensamiento hacia la inversión pública y la descarbonización.
Tiene razón, una asignación universal por hijo es básica en muchas partes del mundo. Pero si el crédito tributario por hijos se hace permanente (en EE.UU.), se acerca bastante a una asignación universal por hijo.
Eso es algo que otros países han tenido durante mucho tiempo, pero es una ruptura real con lo que históricamente se consideró razonable en EE.UU.
Estas medidas tienen que pasar por el Congreso y aún está por verse si se aprueba la propuesta de la Casa Blanca de ampliar el acceso a la educación y programas de cuidado infantil. ¿Hasta dónde puede ir este movimiento a la izquierda en la política económica?
Hay muchas preguntas políticas cuyas respuestas desconocemos. Alguien en el Senado podría enfermarse mañana, no votar y eso podría cambiar el cálculo de todos.
Pero creo que uno de los cambios reales que estamos viendo es el reconocimiento de que cuando haces cosas a gran escala que son visibles e impactan directamente en la vida de las personas, eso es popular y crea espacio para más acción.
Creo que durante muchos años tuvimos esta idea de un capital político que tienes que gastar con mucho cuidado porque si gastas en una cosa, no estará disponible para otra.
Y nos estamos dando cuenta de que el apoyo político no es así, o tal vez es como un capital en el sentido de que hay que invertirlo para obtener un rendimiento. Entonces, hay un reconocimiento de que si realmente haces cosas a gran escala, eso generará apoyo para hacer aún más.
Creo que hay potencial para un cambio mayor del que hemos visto hasta ahora.
Los críticos dicen que todo esto minimiza las limitaciones de los déficits fiscales, la deuda pública o la inflación, pero tarde o temprano será necesario reconocerlas y ajustar la política económica a objetivos específicos, por ejemplo, para evitar un riesgo de sobrecalentamiento de la economía y mayor inflación. ¿No es esto un problema para las políticas del presidente Biden?
Si algo realmente aprendimos durante los últimos 12 o 15 años en términos de deuda pública, es que los temores fueron simplemente exagerados.
Un país como Japón, que ha duplicado la relación deuda pública-PIB que tenemos, no ha visto ninguno de los problemas que se supone que eso causa: están luchando contra la deflación, desearían tener algo de inflación, sus tipos de interés son extremadamente bajos…
Se demostró que es falsa la teoría de que la deuda pública genera costos económicos, al menos para países como EE.UU. o Japón.
Sí podemos ver algo de inflación si tenemos un auge real en la economía de EE.UU., y espero que lo veamos en los próximos años.
Podríamos ver que la inflación aumenta un poco y creo que deberíamos pensar en cómo lidiar con eso. Pero sería incorrecto decir: “Oh no, aumentará la inflación, así que tenemos que cancelar todos nuestros planes, no podemos tener universidad gratuita, atención médica universal, un plan de vivienda, ni hacer frente a la emergencia climática, porque la inflación ha subido un par de puntos”.
¿Podría este cambio económico en EE.UU. abrir espacio para un nuevo consenso que por ejemplo influya a países de América Latina?
Eso espero. Hasta ahora ha sido un poco decepcionante, con todo el cambio que está ocurriendo en política económica, ver muy pocos cambios en la postura de la administración Biden hacia gobiernos del resto del mundo.
Dicho esto, creo que si EE.UU. da un ejemplo de un gran sector público activo que gasta dinero a una escala acorde con los problemas que enfrenta, si eso es políticamente popular, viable y no tiene los costos que la gente ha dicho que tendría, creo que será un ejemplo que el resto del mundo va a querer seguir.