ALEMANIA. La extrema derecha se apropió del asesinato de una adolescente
“Quiero que todos recuerden lo que le pasó a mi hija”:
Karin Gross
Esta mujer vive en el este de Berlín.
El 7 de marzo de 2018, mientras estaba en el trabajo, recibió una llamada telefónica de su hija Keira, de 14 años.
“Ella me dijo: ‘Mamá, estoy en casa, llámame cuando vengas’. Así que cuando terminé de trabajar, me subí a mi auto y la llamé por teléfono. Pero no respondió”.
Karin volvió a llamar, y otra vez nadie contestó. Envió un mensaje de WhatsApp, pero no llegó. Supuso que la red no funcionaba o que su hija había apagado el teléfono para dormir la siesta.
Karin manejó hacia su casa. Cuando entró en su departamento, vio que la puerta de la sala de estar estaba cerrada. “Eso era inusual”, dice. “Busqué en el departamento a mi hija. Fui a su habitación, pero no estaba allí”.
Entró en la sala. “La vi sentada frente al sofá, amordazada con una bufanda llena de sangre”
Keira había sido apuñalada más de 20 veces.
Estrella del patinaje sobre hielo
Me reuní con Karin en la oficina de su abogado en un día muy frío en Berlín. Ella es naturalmente alegre y, en circunstancias normales, se ríe rápidamente.
“Los días no son tan malos”, dice. Las noches son mucho más difíciles.
Karin habla sobre su traumática experiencia con una claridad asombrosa. Está decidida a que la gente entienda cómo fue perder a su hija.
“Quiero que todos recuerden lo que le pasó”, me dice.
Keira era una niña popular, carismática, estrella de patinaje sobre hielo en Berlín con solo 14 años. Karin era madre soltera y Keira su única hija.
Mientras continuaba la investigación policial sobre el asesinato de su hija, en internet comenzó un proceso muy diferente. La muerte de Keira fue rápidamente explotada por activistas hostiles a los migrantes.
“Solo tomó horas para que hubiera publicaciones de grupos de extrema derecha con el hashtag ‘Keira’ en Twitter y en Facebook”, dice Oliver Saal, investigador de la Fundación Amadeu Antonio, una organización contra el extremismo. “Aparecieron publicaciones sobre el caso que sugerían que inmigrantes habían cometido este crimen”.
“El autor aún era desconocido, y (ellos) lo sabían. Pero como Keira había sido asesinada con un cuchillo, (supusieron) tenía que ser alguien que no fuera alemán”.
“Los grupos de extrema derecha afirmaban que ningún alemán podría hacer tal cosa”.
Esta especulación pareció confirmar los peores temores de muchos alemanes que se opusieron a la decisión de la canciller Angela Merkel de aceptar a cientos de miles de refugiados en el verano de 2015.
Las preocupaciones sobre la inmigración masiva impulsaron el éxito del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que ingresó al parlamento alemán como la tercera agrupación política más grande en septiembre de 2017.
La muerte de Keira siguió a otros dos crímenes ampliamente discutidos en Alemania: Maria Ladenburger, una estudiante asesinada en 2016 por un refugiado que decía ser de Afganistán; y una niña de 15 años conocida como Mia V, quien fue asesinada por su ex novio afgano en la ciudad de Kandel en 2017.
Desde 2015, se registró un aumento en los delitos cometidos por migrantes. Algunos investigadores atribuyen esto a la alta proporción de refugiados que son jóvenes y hombres. Los jóvenes cometen más delitos que cualquier otro grupo demográfico.
Sin embargo, en general, el crimen en Alemania se ubica en su nivel más bajo desde 1992. Mientras que el crimen violento aumentó entre 2014 y 2016, hubo una disminución de 2,5% entre 2016 y 2017.
“Bestia del Cáucaso”
Cuatro días después del asesinato de Keira, la policía anunció que había arrestado a un joven de 15 años. Cuando la policía le dijo a Karin el nombre del sospechoso, ella se sorprendió.
“No lo conocía personalmente, pero había oído mucho sobre él”, dice. “Keira tenía fotos de él en su habitación. Estaba un poco enamorada, pero no estaban juntos. Siempre hablaba de él como si fuera su hermano”.
Inicialmente, ni el origen étnico o religioso del joven fueron revelados al público. A pesar de ser un procedimiento policial normal, aparecieron publicaciones criticando a las autoridades en las redes sociales, en el ámbito de la política y en los medios de comunicación.
La idea de que se estaba ocultando información importante al público se relacionó a la especulación de que se estaba encubriendo la evidencia de una ola de delitos de migrantes.
Oliver Saal dice que un hombre desempeñó un papel clave en la promoción de esta teoría de la conspiración: Lutz Bachmann, fundador de Europeos Patrióticos contra la Islamización de Occidente, conocida como Pegida, una organización anti-islamista de extrema derecha.
Ahora es una personalidad influyente de la extrema derecha alemana en las redes sociales. Tras el asesinato de Keira, Bachmann publicó en internet que conocía la identidad del sospechoso.
Afirmó que el culpable era una “bestia del Cáucaso”, un “musulmán checheno” y un “exrefugiado”. Chechenia ha sido históricamente una fuente de inmigrantes musulmanes en Alemania.
Bachmann publicó una foto de un menor en internet. Incluyó su nombre completo y lo vinculó a su perfil de Facebook. El post fue compartido masivamente. El culpable, en lo que respecta a muchos de los seguidores de Bachmann, había sido identificado.
Excepto que no era él.
El chico que Bachmann había descubierto en internet no tenía nada que ver con el crimen: simplemente tenía el mismo nombre y apellido que el verdadero sospechoso.
Con publicaciones que lo acusaban de asesinato, el chico volvió privadas sus cuentas de redes sociales. La BBC intentó contactarlo pero no tuvo éxito.
Lo propio se hizo con Lutz Bachmann a través de Pegida. Dijeron que no tenían “ningún interés” en hablarnos.
La publicación de Bachmann fue tan difundida que la policía se sintió obligada a responder en internet, algo que no suele hacer. Publicaron una captura de pantalla del tuit de Bachmann y lo calificaron de “noticia falsa”.Omitir publicación de Twitter número de @polizeiberlinVer imagen en Twitter
“En este momento hay muchas noticas falsas, rumores y contribuciones de odio que circulan en Internet sobre el delito de asesinato de una niña de 14 años. ¡Por favor, no participes de ellos y no lo compartas!“, dice el tuit.
Un rompecabezas
En Alemania, los familiares de una víctima tienen derecho a estar representados en los procedimientos judiciales. Unos días después del asesinato de Keira, Karin Gross se contactó con Roland Weber, un reconocido abogado criminalista, para que la representara.
“Este caso para mí fue como un rompecabezas”, dice Weber. “Teníamos muchas piezas pequeñas y paso a paso, comencé a ver el panorama”.
El joven que había sido arrestado no era ni un refugiado ni un musulmán, como había afirmado Bachmann.
Era un adolescente blanco nacido en Alemania, que por ser menor de edad recibió el seudónimo legal de “Hannes”.
“Cuando fue arrestado por primera vez, le contó a la policía una historia”, dice Weber. “Dijo que la hija de mi clienta quería suicidarse y que ella le rogó que lo hiciera por ella”.
Sin embargo, el comportamiento de Keira con amigos y familiares en los días previos a su muerte no sugería que había planeado suicidarse.
Su calendario estaba lleno de planes que había hecho para los meses siguientes.
A medida que avanzaba la investigación, comenzó a surgir una imagen diferente, una que indicaba que había un mayor grado de premeditación en las acciones de Hannes de lo que él había admitido.
Hannes había llevado una mochila a la casa de Keira. En ella había una muda de ropa, guantes y una máscara.
Algunos de sus compañeros le dijeron a la policía que en los días previos al crimen, Hannes había hablado en detalle sobre lo que iba a hacer. Incluso llamó a uno de ellos minutos después del asesinato para confirmar que lo había hecho.
“Lo más difícil del mundo”
Karin asistió todos los días del juicio.
Hannes se sentó con su madre en el lado opuesto de la sala.
“Creo que lo que he pasado fue lo más difícil en el mundo”, dice Karin.
“No recibí ninguna muestra de arrepentimiento ni disculpas, (ni de él) ni por parte de su familia. Nada. Incluso cuando hablaban de lo que había hecho, no se disculpó. Hablaba como si se hubiera robado un auto”.
Los maestros describieron a Hannes como un chico amigable y popular, pero su personalidad tenía un lado muy diferente.
“No estaba seguro de si sus amigos eran verdaderos”, dice Roland Weber. “Un día decidió que si no podía tener verdaderos amigos, tal vez sería mejor ser el malo: el Guasón, el personaje opuesto a Batman”.
Durante un tiempo antes del asesinato, Hannes se había teñido de verde el pelo e incluso usaba pintura blanca para parecerse al Guasón.
La evidencia sobre sus acciones después del asesinato también sugirió frialdad.
Sabiendo que necesitaba destruir el teléfono de Keira, para que no hubiera rastro de los mensajes de WhatsApp que habían intercambiado, lo arrojó a un lago cercano.
Se fue a su casa, devolvió el cuchillo a la cocina de sus padres y luego comenzó a jugar en la computadora al videojuego “League of Legends”.
Un psiquiatra designado por el tribunal concluyó que no había indicios de que Hannes tuviera un trastorno de personalidad o una enfermedad mental.
“Al final”, dice Roland Weber, “todos, no solo el juez, sino también mi cliente y yo, estamos seguros de que lo hizo por diversión. Para ver cómo es cuando alguien muere”.
Hannes fue declarado culpable de asesinato y condenado a 9 años en una prisión de menores.
Pero la historia promovida por activistas de extrema derecha en internet era muy diferente.
Un portavoz de la policía de Berlín dijo a la prensa que “nunca habían experimentado que un caso de asesinato fuera explotado políticamente de esa manera”.
Profanación
En una tarde de enero, Karin me llevó al cementerio donde está enterrada Keira. Ella va casi todos los días.
Recortando las hojas de una rosa naranja para poner en la tumba, Karin describe cómo en una visita, unos meses antes, descubrió algo inquietante.
La tumba de Keira había sido profanada. En la lápida, alguien había escrito el nombre del asesino y lo había descrito como “ruso”. El mito de la “bestia del Cáucaso” persistió.
“Fue un shock para mí”, dice Karin, “porque nunca pensé que habría alguien que escribiera algo así en la lápida de mi hija”.
“Para mí no hay ninguna diferencia si era ruso o japonés o cualquiera”, me dice. “Mi hija sigue muerta”.
La mujer trató de deshacerse de la inscripción con agua, pero no salió. Fue a su casa a buscar removedor de esmalte de uñas. Necesitó dos horas para limpiar el mármol.
Karin aún vive en el mismo piso donde asesinaron a su hija.
“La gente se pregunta cómo puedo soportarlo”, dice. “No he cambiado nada. Bueno, tengo un sofá nuevo. Pero toda la sangre y la evidencia de lo que pasó desaparecieron”. “No puedo imaginarme mudarme. Fue un día que no fue bueno. Pero hay muchos años de recuerdos allí”.
Recientemente, Karin ha dado sus primeros pasos sobre el hielo en el lugar donde Keira practicaba.
Lleva la ropa de patinaje de su hija. “Me queda bien, aunque tenemos una figura diferente”, dice Karin.
“Quizás en 10 años también pueda ser una patinadora de velocidad. Lo hago porque quiero estar cerca de ella. Voy allí para divertirme”.
“No estoy sola. Muchos de sus amigos vienen a patinar sobre hielo conmigo. Lo hacemos juntos, en memoria de ella”.