ARGENTINA. 27 de octubre de 2019. Las elecciones presidenciales del hambre
Cuando en 2015, Mauricio Macri ganó las elecciones presidenciales en Argentina, los organismos internacionales y los mercados financieros consideraron al candidato de centro derecha, que este domingo busca su reelección, algo así como el hombre destinado a meter al país en el camino de la disciplina fiscal.
Su programa de campaña prometía revertir algunos de los males que arrastra el país desde hace décadas.
Para algunos, su victoria marcó un punto de inflexión después de lo sucedido en 2001, cuando el país fue protagonista del mayor impago de deuda soberana de la historia, luego del llamado “corralito” y en medio de una profunda crisis económica.
Desde aquella fecha Argentina arrastra desequilibrios que las medidas de sucesivos gobiernos no pudieron solucionar.
Tampoco lo consiguió Macri.
El próximo domingo 27 de octubre los argentinos acuden a las urnas en unas elecciones presidenciales en las que el actual presidente no es el favorito y la economía ha tenido mucho que ver en eso.
Cuando asumió la presidencia, su Ejecutivo se encontró con un cepo -o control cambiario- impuesto en 2011 por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner para evitar la fuga de dólares.
La economía se había cerrado al exterior y Argentina no tenía acceso al crédito para hacer frente a sus gastos.
Ante esta situación, las autoridades empezaron a pagar los desequilibrios con las reservas del Banco Central.
Esto llevó a la progresiva descapitalización del organismo, que el actual presidente logró corregir.
Macri tuvo que lidiar también con una distorsión de precios relativos debido a la millonaria política de subsidios aplicada por el gobierno de Fernández sobre el transporte público de pasajeros, el combustible, el gas y la electricidad.
El kirchnerismo también congeló las tarifas de estos servicios, haciendo que fueran unos de los más baratos de América Latina, a pesar de que su costo real, en dólares, era muchísimo más alto.
Cansancio del kirchnerismo
El gobierno de Cristina se fue dejando una inflación de casi el 27% en 2015, pero que iba a la baja desde el año anterior.
“Se fue con una economía que tenía una gran cantidad de desajustes, pero que crecía en la zona del 3% anual y la inflación estaba anclada con el cepo cambiario”, dice Marina Dal Poggetto, directora ejecutiva de la consultora aregntina Eco Go.
“Había una enorme cantidad de desajustes macroeconómicos que no eran sostenibles en el tiempo, pero no fue la economía lo que definió esa elección”.
“Lo que la definió fue el cansancio del kirchnerismo”, afirma en alusión a la fuerza política que por 12 años gobernó Argentina (2003-2015) con una fuerte intervención estatal sobre la economía y una retórica antimercados.
Lo primero que hizo Macri, cuando llegó a la presidencia, fue abrir Argentina de nuevo al exterior y levantar el cepo.
Eso llevó a que el peso se devaluara 40% contra el dólar, pero el impacto no fue tan brusco debido a que muchos precios ya tomaban como referencia el dólar informal conocido como “dólar blue”.
Y aunque momentáneamente se consiguió recuperar el control de la economía, el momento dulce duró realmente poco.
En mayo de 2018, en un contexto de fuerte apreciación del dólar y de subida de tipos de interés en Estados Unidos, muchos inversores extranjeros decidieron sacar su dinero de Argentina.
Sin crédito, Macri se vio obligado a acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a pactar un préstamo de más de US$50.000 millones.
Así que, 4 años después de su llegada al poder, el llamado “efecto Macri” se ha desinflado.
La economía de Argentina sigue marcada por la recesión, una inflación galopante y una desconfianza general de los inversores como consecuencia del deterioro de sus principales indicadores.
Entonces se hablaba de la “herencia de Cristina” y ahora que el peronismo parece el favorito para volver al poder, los kirchneristas hablan de la herencia que va a dejar Macri.
¿Pero cómo encontró Macri el país? ¿Cómo está ahora?
En BBC Mundo repasamos la evolución de algunos de los principales indicadores económicos:
PRODUCTO INTERNO BRUTO
Según datos oficiales de la actual administración, Argentina se encuentra en recesión oficial desde septiembre de 2018 tras acumular dos trimestres consecutivos de contracción del Producto Interno Bruto (PIB).
Macri heredó el país creciendo al 2,7% tras un periodo de vaivenes del anterior gobierno y llega a las elecciones presidenciales con el PIB cayendo con fuerza.
Las estimaciones del FMI prevén que el crecimiento de Argentina se desplome hasta el -3,1% cuando acabe el año.
“Uno de los errores de Macri fue tratar cada problema de la economía como un compartimento estanco en vez de como un todo”, explica Dal Poggetto.
Encargó al ministro de Energía que resolviera el tema tarifario, al presidente del Banco Central que arreglara el tema de la inflación, y al ministro de Economía resolver el tema fiscal”.
Pero lo cierto es que todos estos temas macroeconómicos están entrelazados.
Una subida de las tarifas en los servicios básicos impacta en la inflación y si el gobierno decide usar subsidios para que el bolsillo de los ciudadanos no sufra tanto la subida de precios, es el equilibrio fiscal el que se deteriora.
“No hubo un programa económico consistente”, dice.
Para la analista, en 2017 el mercado todavía se estaba preguntando “si el gobierno de Macri era un gobierno de transición entre dos populismos o uno que había llegado de verdad a cambiar las cosas”.
Los resultados de las elecciones este domingo traerán la respuesta definitiva a esto.
INFLACIÓN
Si hay algo difícil en la convulsa economía argentina es obtener una serie histórica de sus principales indicadores.
En parte se debe a que el INDEC, el instituto encargado de las estadísticas, estuvo intervenido entre los años 2007 y 2015.
Hubo, se dice, una “emergencia estadística nacional”.
Entonces, gobernaba Cristina Fernández de Kirchner, y al rescate de los datos acudieron diversas organizaciones independientes que empezaron a contabilizar la inflación, que era mucho más alta de lo que informaba el gobierno.
Una de las primeras cosas que hizo Macri al asumir fue volver a darle credibilidad a las estadísticas.
Hoy las cifras ya no son cuestionadas, pero no dejan bien parado al gobierno.
Según el FMI, Argentina cerrará 2019 como el tercer país del mundo con más inflación, solo por detrás de Venezuela y Zimbabue.
Se estima que este año acabará con un 57,3% de subida de precios con respecto al año anterior.
Estos niveles de inflación son incompatibles con el crecimiento y asfixian a las familias, que pierden poder adquisitivo, lo que frena el consumo.
Cuando llegó al poder, el presidente de Argentina, Mauricio Macri, prometió reducir la inflación y llevar la pobreza a “cero”.
Pero ambos capítulos de la economía aumentaron durante su gobierno.
El doble
Si en 2015 la inflación fue del 30%, el equipo de Macri no sólo no ha logrado contenerla sino que hoy casi dobla esa cifra.
El origen del repunte se sitúa a principio de su gobierno, cuando decidió poner fin a las subvenciones puestas en marcha por el kirchnerismo.
Con el fin del congelamiento tarifario y de estos subsidios, la inflación repuntó con fuerza.
Pero pese al profundo descontento social, Macri consiguió, por ejemplo, que los cortes eléctricos y de gas se redujeran y Argentina empezó a recuperar su autoabastecimiento energético.
El precio de intentar corregir este desequilibrio tiene su reflejo en la pobreza, que pasó del 30% en 2016 al 35,4% de la población urbana, según el último dato oficial disponible, el del primer semestre de 2019.
DESEMPLEO
Uno de los lugares donde los desequilibrios económicos que arrastra Argentina desde hace años son más palpables es el mercado de trabajo.
La tasa de desempleo, según varios organismos internacionales como el FMI, el Banco Mundial o la CEPAL, se sitúa en el segundo trimestre de 2019 en un 10,1%.
Por comparar, la de España es de aproximadamente del 13,8%, la de Italia se sitúa en el 9,5% y la de Suecia en el 7,4%.
Valores aproximados que sin embargo no reflejan la calidad de vida que tienen los trabajadores a uno y otro lado del Atlántico.
Para entender el empleo en Argentina, hay que tener en cuenta otros factores. El suyo es un mercado laboral altamente precarizado.
“El mayor problema del país es el subempleo. Casi la mitad de los trabajadores ocupados, el 49%, desempeñan su actividad en sectores informales de la economía con empleos de muy baja calidad”, explica el sociólogo e investigador del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, Eduardo Donza.
“Son empleos directamente de subsistencia, como los recicladores de residuos que buscan plásticos conocidos como cartoneros”, añade.
El académico incluye en este capítulo “las ventas ambulantes y algunos trabajos propios de autoempleo como son los limpiaparabrisas de autos en una esquina”.
Es decir, algunas actividades que están muy cerca de la mendicidad.
Ese 49% también abarca los empleos que se deben a políticas activas estatales.
Aportes al sistema social
“En este caso estamos hablando de los fondos destinados a programas de empleo directo o de empleo transitorio donde el Estado inventa puestos de trabajos casi siempre asociados a la obra pública o a veces a la economía social”.
Son puestos muy temporales y se pagan muy por debajo de los puestos de la economía formal.
El otro 50% del mercado laboral está repartido entre el 15% del sector público y un 35% del sector privado formal que son los que hacen aportes al sistema de seguridad social.
En 2017 hubo una mejora de los indicadores, pero duró poco y con el empeoramiento de las condiciones económicas en 2018, se frenó la actividad empresarial, se resintió el consumo interno y esto acabó por impactar a un mercado laboral ya de por sí débil.
Macri asumió la presidencia con un desempleo en torno al 9,2% y la dejará con una cifra cercana al 10%.
RESERVAS EN DÓLARES
Las reservas en dólares son de suma importancia para una economía como la de Argentina.
Suponen una herramienta de política monetaria vital para el gobierno para evitar o frenar la devaluación de su moneda, el peso argentino.
Además son el indicador más fiable de la solvencia de un país, de si el Estado puede hacer frente a los pagos comprometidos.
La posición de Argentina, que sufre una insuficiencia crónica de moneda extranjera, se vio agravada por la salida de capitales del país, sobre todo a partir de las elecciones primarias de agosto, las PASO, en la que el candidato Alberto Fernández logró obtener el 49,5% de los votos.
Una cifra por encima del umbral del 45% necesario para ganar directamente en unas elecciones presidenciales en la primera vuelta.
“Macri recibe una situación muy difícil. Las reservas ya venían muy bajas”, explica Nicolás Cachanosky, profesor asociado de Economía en la Universidad Metropolitana Estatal de Denver, en Estados Unidos..
“Se encuentra con un escenario de altos déficits fiscales y dado que el gobierno anterior había entrado en default no podía emitir deuda para pagar los gastos del Estado, no quedaba otra que el Banco Central emitiera los pesos necesarios para afrontar esos gastos y esto produce inflación“, añade Cachanosky.
El presidente cogió el testigo de la economía con unas reservas de US$24.000 millones, que durante su mandato repuntaron por encima de los US$77.000 millones.
Las PASO aceleraron la pérdida de reservas para dejar la cifra en más de US$47.000 millones, porque en un intento por frenar la depreciación del peso argentino, el Banco Central ha estado utilizando masivamente las reservas.
TIPO DE CAMBIO PESO-DÓLAR
De las 16 últimas recesiones económicas que padeció Argentina desde finales de la Segunda Guerra Mundial, 15 surgieron “porque el país se quedó sin dólares”, según el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).
En una economía como la Argentina, que tiende a ahorrar con el billete verde, cualquier devaluación del peso se transfiere muy rápido a los precios internos.
Es decir, en Argentina cuando salta el precio del dólar saltan todos los precios.
Y es lo que ocurrió después de los resultados electorales de las elecciones primarias celebradas en agosto.
“En argentina hay un gran problema que se arrastra desde hace años y es el escaso valor de su moneda. La desconfianza hace que el dólar sea considerado como una reserva de valor”, explica Donza.
Tras una vertiginosa subida, el 17 de octubre hacían falta 58 pesos argentinos para comprar un dólar. Esta cifra sigue subiendo y esta misma semana el cambio llegó a 63.
El problema a corto plazo para la economía argentina es la deuda en pesos contraída con inversores nacionales y extranjeros.
Con el tipo de cambio peso/dólar subiendo, la carga de esas obligaciones es cada vez mayor y esto ha hecho que el riesgo de que Argentina caiga en otro default haya aumentado fuertemente en los últimos meses.
Por eso, quien gane las elecciones el domingo, dicen los analistas, debería tener como prioridad número uno poner en marcha un plan de estabilización.
Pero este programa que necesita Argentina “todavía no se está ni hablando”.
“Los responsables políticos están en campaña”, recuerda Dal Poggetto.