Argentina. Evita vuelve
El billete de la esposa de Perón regresa masivamente a circular debido a la gran emisión monetaria
Esta es la historia de un billete pero también un resumen de la política argentina más reciente. En el año 2012 la presidenta Cristina Fernández de Kirchner presentaba en la Casa Rosada el billete de cien pesos dedicado a Evita. No importaba que la figura de la esposa de Perón fuese aún muy controvertida: los antiperonistas estarían obligados a llevar a la reina de los descamisados hasta en la cartera. El billete de Evita estuvo destinado, primero, a convertirse en millones de papeles. Luego, a desaparecer. Y ahora renace a consecuencia del coronavirus.
Cuando la líder populista destapó el billete la apisonadora kirchnerista iba a toda máquina. El año anterior, Fernández había inaugurado dos gigantescos murales de hierro con el rostro de Evita en la fachada del ministerio de Obras Públicas. La mandataria iba a por todas tras su apabullante reelección del 2011, investida de mayor poder tras la muerte en el 2010 de su marido, Néstor Kirchner. “Vamos por todo”, dijo sin complejos, amplificando la llamada grieta política.
Con inflación del 43% y control cambiario, el Gobierno emite sin parar para financiar la crisis sanitaria
Entonces cien pesos eran mucho más que ahora. El billete era el mayor de la familia monetaria y equivalía a 16 euros. Hoy hay tres papeles de superior denominación y el de cien apenas vale 1,3 euros. El precio es mayor en el mercado negro de divisas porque ahora, como en el último gobierno de Fernández, funciona el control de cambios.
La inflación real en el 2012 era del 25% y el proteccionista modelo económico kirchnerista hacía prever que el IPC no bajaría. Además, la mandataria se oponía a crear papeles de mayor importe para no reconocer la abultada inflación, que oficialmente era del solo del 10%.
A principios del 2015, el índice de precios ya era del 38% y el Banco Central alertó de que podían escasear los billetes. El peronismo estaba convencido de que el delfín de Fernández, Daniel Scioli, ganaría las elecciones. Salpicada por un escándalo de corrupción del entonces vicepresidente, Amado Boudou –acabó condenado a casi seis años de cárcel–, la Casa de la Moneda no estaba preparada para producir la cantidad necesaria, así que se externalizó a una empresa alemana que hizo su agosto. Esta semana, una investigación de La Nación definía al billete como “uno de los más caros de la historia”. Argentina pagó un 30% más de lo previsto y cada mil papeles costaron 124 euros.
Los 200 millones de nuevos ejemplares llegaron en avión y empezaron a circular pero la inesperada victoria del liberal Mauricio Macri en el 2015 llevó al levantamiento del “cepo cambiario” y los argentinos volvieron a deshacerse de pesos para comprar dólares. Macri impulsó una nueva familia de billetes con motivos de fauna argentina y valores de 200, 500 y 1.000 pesos, creando uno nuevo de 100 con el dibujo de la taruca, un venado andino en peligro de extinción llamado a extinguir al de Evita. La motivación era tan política como la usada cuando el de la mujer de Perón sustituyó a los anteriores cien pesos dedicados al presidente de finales del siglo XIX Julio Argentino Roca, tachado de genocida por impulsar la “Conquista del desierto” y la aniquilación de miles de indígenas.
No obstante, el Banco Central compró en el 2017 a precio de saldo un remanente que había restado en poder de la empresa alemana, algo habitual en estas operaciones. Los billetes quedaron en stock. Seguía gobernando Macri y la inflación había caído al 25% pero con la economía argentina nunca se sabe.
El peronismo recuperó el poder en diciembre pasado y Alberto Fernández llegó con Cristina Kirchner como vicepresidenta. Pero no ha sido el retorno de la líder kirchnerista el factor decisivo para que los billetes de Evita tengan una segunda vida, sino el coronavirus. Al final de su gobierno, la crisis obligó a Macri a reimplantar el cepo cambiario, que prosigue, con el añadido de que el país no tiene acceso a crédito por estar en suspensión de pagos. La única manera de evitar una catástrofe social ante la cuarentena es la emisión monetaria para financiar las ayudas gubernamentales.
“Los billetes de Evita dejaron de ser importantes porque se empezaron a hacer billetes de más denominación pero ahora, como hay más emisión monetaria y la inflación sigue aumentando en la Argentina, vuelven a ser necesarios”, dice a La Vanguardia el periodista de La Nación Pablo Fernández Blanco, que cree que en los próximos meses el Banco Central volverá a necesitar imprimir moneda fuera del país.
Con un 43% de inflación, Evita ha vuelto convertida en millones haciendo realidad la frase que se le atribuye pero que, como buen mito, nunca pronunció: “Volveré y seré millones”.