ARGENTINA. Macri amplía su propuesta de diálogo a Kirchner, empresarios, sindicatos e iglesias
El presidente intenta recuperar la iniciativa ante su descenso en los sondeos
Mauricio Macri ha extendido su oferta de diálogo a todos los sectores: políticos, empresarios, sindicalistas e incluso confesiones religiosas.
Aunque sea evidente la intención electoral (el presidente necesita mejorar su imagen y sus posibilidades de reelección), y nadie sepa si la propuesta desembocará en algo concreto, los diez puntos sobre los que la Casa Rosada propone un consenso empujan a sus hipotéticos rivales, muy especialmente Cristina Fernández de Kirchner, a definir posiciones. Faltan aún más de seis semanas para la presentación de las candidaturas a primarias, pero la campaña ha comenzado.
Mauricio Macri ha extendido su oferta de diálogo a todos los sectores: políticos, empresarios, sindicalistas e incluso confesiones religiosas. Aunque sea evidente la intención electoral (el presidente necesita mejorar su imagen y sus posibilidades de reelección), y nadie sepa si la propuesta desembocará en algo concreto, los diez puntos sobre los que la Casa Rosada propone un consenso empujan a sus hipotéticos rivales, muy especialmente Cristina Fernández de Kirchner, a definir posiciones. Faltan aún más de seis semanas para la presentación de las candidaturas a primarias, pero la campaña ha comenzado.
Los primeros tanteos se hicieron por WhatsApp. Ahora, la convocatoria es formal. Macri ha dirigido una carta a varios posibles candidatos y dirigentes peronistas (Cristina Fernández de Kirchner, Daniel Scioli, Sergio Massa, Roberto Lavagna y Miguel Ángel Pichetto), a todos los gobernadores, a los dirigentes de la Confederación General del Trabajo, a las mayores organizaciones empresariales y a representantes de las iglesias católica y evangélica, del Centro Islámico y de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas. La carta reitera los 10 puntos de consenso, que “no son ni un plan de gobierno, ni una propuesta electoral, ni un contrato de adhesión”, para “despejar algunos temas esenciales de nuestras discusiones”.
Nadie ha rechazado frontalmente el diálogo. Macri dice estar dispuesto a mantener contactos personales, incluyendo a Fernández de Kirchner, pese a que la relación entre ambos es peor que mala, y nadie le ha cerrado la puerta. Desde la ex presidenta a la jerarquía episcopal, pasando por los empresarios (entusiastas desde el primer momento), cada uno de lo convocados se muestra dispuesto a hablar. Otra cosa es que resulte fácil alcanzar algún tipo de consenso sobre los diez puntos que propone el presidente. Sobre todo porque se parecen muchísimo a los diez puntos del llamado Consenso de Washington, lanzado en 1989 por el economista John Williamson, dirigente del Fondo Monetario y del Banco Mundial, como pauta para conducir hacia el liberalismo a los países latinoamericanos.
Mauricio Macri proclama que Argentina debe ser un país más previsible, al margen de las transiciones en el poder. Eso lo aplauden los empresarios y los acreedores, y no carece de sentido. Argentina necesita generar confianza. Pero también Macri necesita generar confianza. En el último año de su mandato, atrapado por el doble cepo de la inflación y la recesión, con el peso casi exangüe, con una deuda pública altísima y con unos indicadores económicos que ofrecen malas noticias casi diariamente (el lunes se supo que la producción industrial cayó el 13,4% desde marzo de 2018), el presidente intenta aliviar la sensación de fracaso con una pregunta indirecta a sus rivales (“¿qué haríais vosotros?”) y trata de demostrar que aún mantiene la iniciativa.
Frente a la ortodoxia liberal que Macri pone sobre la mesa (equilibrio fiscal y reducción de impuestos, respeto a los contratos y a las deudas contraídas, independencia de la autoridad monetaria, aumento del comercio exterior), el peronismo subraya en su conjunto que el presidente no habla ni de la pobreza, ni del crecimiento, ni del empleo, ni de la educación, ni de la inseguridad, y coincide en considerar imprescindible una renegociación de la deuda con el FMI, de 57.000 millones de dólares. En 2020, sea quien sea el presidente, Argentina deberá hacer frente a unos pagos de casi 35.000 millones de dólares.
Las miradas están puestas en Cristina Fernández de Kirchner, que el jueves tiene prevista una intervención pública con motivo de la presentación de su libro Sinceramente. El juego entre el presidente y la ex presidenta (que lleva ventaja en los últimos sondeos) es casi perverso: a Macri le interesa estimular el miedo a un retorno de Cristina, pero ese mismo miedo provoca turbulencias financieras que complican la situación de Macri. ¿Qué hará Kirchner? ¿Responderá por escrito? ¿Explicitará que no piensa suspender los pagos al FMI si recupera el poder, como han dicho ya varios de sus portavoces? ¿Dibujará el perfil de su programa electoral? El kirchnerismo, de momento, sostiene que Macri ha fracasado en su intento de dividir al peronismo. En declaraciones a Clarín, un portavoz de la ex presidenta afirmó que no podría haber ningún acuerdo sobre los 10 puntos de Macri “porque Argentina necesita cambiar el rumbo”.