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En julio de 1964, un grupo de universitarios inició una marcha desde la provincia hacia Bogotá para alcanzar un conjunto de objetivos académicos y económicos vinculados al funcionamiento de la Universidad Industrial de Santander.
En las guerras civiles del siglo XIX y aun en los orígenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN), las marchas habían sido un símbolo del éxodo y del           sufrimiento para alcanzar un fin, pero nunca se había visto una marcha de estudiantes universitarios imbuidos de ese halo místico por defender una causa que consideraban justa
La columna de algo más 21 estudiantes había iniciado la marchadesde Bucaramanga a Bogotá sufriendo las inclemencias del clima, sopor- tando penurias, desgarrándose los pies contra el áspero suelo de la cordillera oriental. Hombres, mujeres y niños se apiñaban en los pueblos, al lado de la vía, en los restaurantes, en las posadas y en todos los lugares donde era posible apreciar a los nuevos “Comuneros del siglo XX”. La prensa local y nacional había registrado paso a paso el acontecimiento, las ansiedades, las lágrimas, la entereza y todo aquello que fuera digno de contarse. Aquellos educandos habían representado el sufrimiento extremo de llevar adelante una consigna sin parar, sin rendirse ante las adversidades climáticas, pero, sobre todo, sin subvertir la institucionalidad en un país salpicado de bandoleros, bandas armadas y grupos contraestatales, al final de una guerra y  el comienzo de otra.
¿Por qué tanto esfuerzo? ¿Para qué tanto martirio? Indagar tales aspectos demanda una crítica de fuentes, en especial por la tendencia de la prensa del momento, que cubrió con un manto de heroísmo aquellas acciones, intentando crear un nuevo hito fundacional de la nación colombiana. Los adjetivos fueron pocos para contar la hazaña de los marchantes.
ITINERARIO DE LA MARCHA
Antecedentes.
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El 21 de mayo de 1964, se hace un llamado en la prensa local de Bucaramanga a los estudiantes de la Universidad Industrial de Santander (UIS), con el objetivo de evitar la interrupción de las actividades académicas ante los anuncios de la Asociación Universitaria de Santander (AUDESA) de entrar en huelga por serias diferencias con las políticas implementadas por las directivas.
El 23 del mismo mes, se llega a un principio de acuerdo, que se da a conocer por medio de un comunicado expedido por el Comité Académico, mediante el cual se reitera la intención de estudiar las propuestas presentadas por los estudiantes. No obstante, al día siguiente lacrisis se intensifica con la expulsión de los miembros del Consejo Estudiantil de la AUDESA, entre los cuales se encontraban: Jaime Arenas Reyes, Leopoldo Montejo, Oscar Acevedo, Iván Calderón, Enrique Peña, y por el anuncio de un posible receso en las actividades académicas si el 27 de mayo no había asistencia normal a clases, según las directivas de la Univer- sidad.
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No obstante, los estudiantes siguen firmes en su decisión de huelga,condicionando el regreso a clases a la renuncia del rector Juan Francisco Villarreal y del decano académico, además de exigir la plena autonomía para lalan eliminación de la injerencia política bipartidista a través de las directivas de la Universidad y el restablecimiento de las matrículas en las condiciones y valores existentes en 1963. Vale señalar que, para esa fecha, los estudiantes universitarios ya tenían invadidas las dependencias donde funcionaba la rectoría y las unidades administrativas.
El 28 de mayo, se expide una resolución por parte de las directivas que anuncia el cese de actividades hasta el 30 de junio, como consecuencia del paro estudiantil; ese mismo día, en una rueda de prensa dada por los estudiantes, se ratifican en sus demandas y aclaran el carácter “apolítico” del paro.
El 31 de mayo, las alumnas de la Universidad Femenina de Santander, a través de un comunicado, expresan su apoyo a los estudiantes de la UIS y solicitan a las directivas el reintegro de los estudiantes expulsados.
Luego de quince días de conflicto, el 8 de junio, tanto estudiantes comodirectivos no cejan en sus posiciones. El conflicto preocupa al gobierno nacional: entre tanto, estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia respaldan la huelga de la UIS en la tradicional conmemoración de las víctimas del 8 y 9 de junio, con una silenciosa peregrinación hasta la tumbade los estudiantes caídos.https://i.pinimg.com/originals/21/7e/00/217e0041c28eb48d638e720cea696187.jpg
Desde el quince de junio, se inician labores para identificar a la víctima fatal de la bomba que estalló en la noche anterior, diagonal al Club del Comercio de Bucaramanga, entre la carrera 20 con calle 35, que resultó ser Reynaldo Arenas Martínez, estudiante de primer año de la UIS.
Otras bombas también fueron colocadas en el Colombo Americano, el Palacio de Justicia y el Consulado de España.
El 17 de junio, desde las seis de la mañana, diez estudiantes universitarios se declaran en huelga de hambre con motivo del desalojo que realizaron más de doscientos efectivos de la fuerza pública, entre policía y ejército regular.
Veinte mil personas se unen a la causa de los estudiantes participando en una marcha cívico-estudiantil que sale desde el parque Santander hasta el parque García Rovira exigiendo la renuncia del rector y la desocupación del ejército de la Universidad; en el desfile participan padres de familia, profesores y empleados.
Los estudiantes de la Universidad Nacional expresan otra vez su apoyo a la huelga; la Federación Universitaria Nacional (FUN), de igual forma, expresa su solidaridad y los estudiantes de la Universidad Tecnológica de Pereira preparan un cese de actividades en respaldo a los estudiantes de la UIS.
Hasta el 19 de junio, cuatro estudiantes, de los diez que participaban en la huelga de hambre, presentan graves síntomas a causa del ayuno que cumplía ya 84 horas.
En otra gran manifestación, 7000 personas asisten al parque Centenario el día 21 de junio.
Tres días después, se lleva a cabo un Paro Cívico organizado por el movimiento estudiantil, que paraliza el transporte público y privado y las actividades comerciales de la ciudad en más de un ochenta por ciento; la protesta finalizó con una concentración en el Parque Centenario.
En el Parque Santander, el 4 de julio se lleva a cabo otra gran concentración, donde los asistentes escuchan las disertaciones de los universitarios: Olga Forero, Leopoldo Montejo, Guillermo Guana, Julio Cortés, presidente de la FUN, y Jaime Arenas, presidente de AUDESA.
Ahí se anuncia la marcha a pie a Bogotá con el objetivo de protestar públicamente por la situación de la Universidad, pedir audiencia con el presidente e informar al país de lo que sucede en el interior de la Universidad.
Quince días de marcha.
 
Bucaramanga El 7 de julio a las 7:00 de la mañana, 28 estudiantes son acompañados por una multitud hasta la salida de la población En el barrio Villabel un niño de unos ocho años se acerca con su alcancía ny les hace entrega de sus ahorros de un año a los marchistas
Situaciones muy similares se presentan a lo largo del camino: soldados, conductores de vehículos y particulares les entregan colaboraciones en dinero y no son pocas las palabras de aliento de los campesinos y residentes de los pueblos por donde pasan los estudiantes.
Mientras tanto, Jaime Arenas Reyes, el presidente de la AUDESA, se encuentra en Bogotá como invitado del Consejo de Rectores exponiendo la situación del conflicto en la UIS.
La marcha del triunfo, como así ya es denominada por la prensa, atraviesa el difícil cañón del Chicamocha, donde se extravían por algunas horas un grupo de los mar- chistas tratando de acortar el camino. Reagrupados, los estudiantes llegan a Aratoca, donde reciben una calurosa bienvenida.
El 9 de julio llegan a San Gil a las diez de la mañana; dos concejales de la ciudad salen a encontrarse con los marchistas en el sitio de La Unión, frente a Curití; en compañía de otras personas, los estudiantes llegan a la ciudad; después de una vuelta por sus principales calles, almuerzan en El Gallineral, donde reciben la ovación de muchas personas apostadas en la vía y parten hacia el Socorro.
El SOCORRO. En la entrada principal de la histórica población, se viven emotivos momentos porque se considera que es la repetición de la hazaña comunera. Un grupo de automóviles sale al encuentro de los estudiantes, al que se suma un grupo de damas designadas madrinas y le obsequia a cada uno de los marchistas una flor. Los estudiantes desfilan por las principales calles de la ciudad y el parque de La Independencia; finalmente, son elevados a una tribuna con altoparlantes donde hablan a la multitud. Antes de partir, los estudiantes colocan ofrendas florales en los monumentos de José Antonio Galán y Manuela Beltrán.
El 10 de julio, los estudiantes caminan 35 kilómetros entre Socorro y Oiba, bajo las “fuertes condiciones del terreno y del sol ardiente” que domina la mayor parte del trayecto; la marcha culmina con un fuerte aguacero. Sólo pueden almorzar en el punto de Acapulco, a 12 kilómetros de Oiba, a las cuatro de la tarde. Los ciudadanos de este municipio les dan un caluroso recibimiento a los estudiantes; es su cuarta noche de recorrido y pernoctan en este municipio.
El 12 de julio, los marchistas toman rumbo a Santana, en dirección a Barbosa, para completar 217 kilómetros de recorrido; esa noche duermenen dicho municipio, donde se repiten las muestras de solidaridad; en  el sitio de La Toloza, el agricultor Sérvulo Martínez, con lágrimas en los ojos, les grita a los estudiantes: “estamos con ustedes hasta la muerte”.
Resultado de imagen para LA HUELGA DE LA UIS 1964Más adelante un niño campesino, Humberto Reyes, parte su alcancía de barro y le entrega sus ahorros al “jefe” de la marcha. Kilómetros antes de su llegada a Barbosa, sale un numeroso público a entregarle regalos a los marchistas y a acompañarlos; ya en el casco urbano, cerca de diez mil personas los aclaman como los “Comuneros Universitarios” y en la plaza principal, con música y pólvora, bellas madrinas les entregan ramos florales; una avioneta sobrevuela la población lanzando hojas volantes que apoyan la causa estudiantil. En la plaza se pronuncian cuatro discursos, el pueblo les ofrece almuerzo a los marchistas y luego son alojados en distintas residencias.
En esta jornada, desafortunadamente, la marcha sufre algunas bajas: por orden del médico Italo Barragán son retirados tres estudiantes debido a una afección en el tendón de Aquiles.
El 13 de julio, a las seis de la tarde, son recibidos en Arcabuco (Boyacá).
Es la séptima jornada  ya sólo quedan 22 marchistas.
En la plaza se pronuncian discursos; además, son recibidos por el Comandante de la policía de Boyacá, coronel Ruffo, quien lo hace en representación del Gobernador del Departamento de Boyacá.
Durante el transcurso de la marcha, trescientos diecisiete kilómetros, según informa AFP, los estudiantes han gastado setenta y cinco pares de medias, consumido dos bultos de panela, han preparado treinta y cinco frascos para masajes y utilizado más de cuatrocientas curas.
A los dos días, la ciudadanía de Tunja les brinda una apoteósica ma- nifestación. En la ciudad son recibidos por madrinas, antes de recorrer el trayecto que separa la Universidad de la Plaza de Bolívar, en donde los ovacionan 25 mil personas en medio de los estallidos de cohetes y el batir de los pañuelos blancos como un homenaje a los denominados “Comuneros del siglo XX”.
Los universitarios son conducidos por calle de honor hacia nel salón de sesiones del Consejo Municipal, donde el cabildo ha citado a una sesión extraordinaria; por medio de una Resolución, los estudiantes son declarados huéspedes de honor.
 
El día 16, recorren 46 kilómetros que separan a Tunja de Ventaquemada.
El siguiente día recorren 36 kilómetros hasta Chocontá en medio de un intenso frío. Por disposición del médico de la marcha, es llevado de urgencias a la capital el estudiante Fabio Suárez, quien presenta “facitis plantar izquierda y derecha”.
En esta población se encuentran con un grupo de universitarios de la capital, quienes proponen unirse a los marchistas hasta Bogotá.
Al llegar a Gachancipá, no encuentran alojamiento ni comida, por lo cual deciden proseguir su marcha hasta Zipaquirá, a donde llegan a las siete de la noche. El alcalde les dice a los marchistas que “ nada tienen que haceren Zipaquirá…” y en el centro de la población no se permite ninguna clase de manifestación de solidaridad, orden que es impartida directamente por el Gobernador del Departamento de Cundinamarca.
Por fortuna, el rector del Colegio La Salle les colabora con alimentos y consigue prestados los salones de la Normal, pero sin colchones ni cobijas.
Según el parte médico, el intenso frío de la sabana ha afectado de manera crítica el estado de salud de los estudiantes, con continuas hemorragias nasales y afecciones en los bronquios.
El 19 de julio, recorren 48 kilómetros de Tocancipá hasta La Caro, y el 20 de julio llegan al tercer puente de la autopista de Bogotá, a las cinco de la tarde, donde son recibidos por cientos de personas.
Los marchistas arman carpas y encienden fogatas para pasar la última noche

Cerca de quinientas mil personas los ovacionan a su paso por la calle 26 y la carrera séptima, recibiendo flores y confetis de la gente que, emocionada, bate pañuelos blancos.

A las dos de la tarde llegan al Monumento de los Libertadores; allí, en medio de diez mil personas, descansan un rato para llegar a las cinco de la tarde a la Plaza de Bolívar donde finalmente son ovacionados por la multitud en las escaleras del Capitolio y se da inicio a las intervenciones de los oradores, tanto de estudiantes como representantes de los diversos sectores.
Posteriormente, los universitarios son conducidos a la Comisión Primera del Senado, donde reciben manifestaciones de apoyo, mientras tanto otros universitarios se entrevistan con una comisión de la Cámara Baja.
Hacia las ocho de la noche, los extenuados marchistas son conducidos a las residencias estudiantiles de la Universidad Nacional, en donde permanecen hasta su retorno a Bucaramanga.
Epílogo.
El 25 de julio, a su llegada a la ciudad de Bucaramanga, Los universitarios llegaron en avión al aeropuerto Gómez Niño como a las ocho de la mañana.
 

Se formo una larga caravana que salió por las calles de Bucaramanga mucha gente, miles, caminaron por la carrera 27 y al llegar al parque de los Niños se realizó una manifestación y hubo discursos. La prensa dijo al otro día que se concentraron en el parque como 20.000 . Este día fue increíble, la marcha era lenta,  hasta la entrada de la UIS y allí otra manifestación. , los marchistas son recibidos por cerca de 80 mil personas, de las cuales 20 mil se concentran en el Parque de los Niños, donde se presentan discursos alrededor del tema de la huelga que cumple ya dos meses. Durante los primeros días del mes de agosto, se agudiza la crisis con la renuncia de un gran número de profesores de la UIS. También se presentan concentraciones en los parques de la cuidad y se llevan a cabo reuniones de los diferentes sectores de la Universidad y la administración, con el fin de lograr acuerdos. Entre el 25 yel  31 de agosto, luego de largas conversaciones con las instancias gubernamentales y asambleas estudiantiles, se levanta la huelga y los estudiantes se comprometen a regresar a clases el primero de septiembre.   Las condiciones del acuerdo incluyen el reintegro de los estudiantes expulsados.    

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