Bárbara Kuncar, sola, en silla de ruedas recorre el mundo
Bárbara Kuncar lo recuerda bien: el primer destino que se animó a conocer con nada más que su silla de ruedas (y una maleta, claro) fue La Habana, hace más de veinte años. Entonces las cosas eran muy diferentes para ella: no contaba con la silla eléctrica que usa hoy, y tampoco con los niveles de accesibilidad que actualmente encuentra. Pero daba igual: Bárbara soñaba con “conocer la isla antes de que todo cambiara, bajo el régimen de Fidel Castro”, recuerda, desde su casa en Santiago de Chile.
Sin pensarlo demasiado, en noviembre de 1998 compró el pasaje a la isla caribeña, reservó un hotel y contrató -desde allí- a alguien para que la ayudara empujando la silla. De esta forma se largó a recorrer hitos como la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, el leprosario de San Lázaro, las antiguas calles de La Habana y el Hospital Hermanos Ameijeiras, antes de partir a Varadero. Aunque disfrutó el destino, quedó más impresionada con la experiencia vivida: “Me fasciné con la independencia de salir sola. Manejar mi tiempo, mis comidas y elegir los lugares y las horas de los itinerarios”, explica.
Ese sería el primer impulso para una serie de viajes que realizaría en adelante. Partió a Cancún en 1999, a República Dominicana el año siguiente y a Cartagena de Indias en 2001. Con esas experiencias fue tomando confianza y sumando destinos, en una bitácora que hoy incluye desde Londres hasta Ámsterdam. También ha visitado ciudades de Australia e hitos de Estados Unidos como Dallas, Las Vegas o Nueva Orleans. “Me apasiona lanzarme a la aventura, conocer gente de culturas diferentes, hacer nuevos amigos. Que nada me impida ir a donde quiero”, dice Bárbara que, luego de un tiempo en estas travesías, decidió inspirar a otras personas con movilidad reducida -como ella- y también a adultos mayores, compartiendo sus datos. “Para que se atrevan a ver las maravillas del mundo y vean que nada es un impedimento”, aconseja.
Así, en 2014 creó el blog RutaAccesible.com y abrió la cuenta de Facebook @rutaaccesible , sitios autogestionados a través de los cuales comparte toda la información viajera que ha recopilado acerca de los niveles de infraestructura para discapacitados que tienen los lugares que ha recorrido.
“Quise motivar positivamente a otros. Mostrar lo maravilloso que es viajar”, dice, pero puntualiza: “Tampoco les miento. No es fácil siendo discapacitado. Puede que no todas las cosas en un viaje salgan bien, puede que la gente en cada lugar no siempre esté dispuesta a ayudar. Pero lo que queda después de una aventura así es lo que importa. Se puede viajar solo. Solo se necesitan ganas”.
De Santiago al mundo
Para Bárbara Kuncar, la poliomielitis que sufrió a los dos años, y que la dejó con un 70 por ciento de discapacidad para moverse, nunca fue un impedimento para hacer lo que quería. Así se las arregló para seguir la Licenciatura en Historia en la Universidad Católica, cuando esa carrera estaba en el Campus Oriente. “Era difícil moverse en la universidad: no había rampas para desplazarme con la silla de ruedas. Tampoco ascensor, y la infraestructura en general estaba llena de escaleras”, recuerda sobre esa etapa, que más tarde la llevó a realizar un magíster en Historia en la Universidad de Chile.
Fue a lo largo de ese mismo período que descubrió que “recorrer”, salir de sus sitios usuales, era algo que la apasionaba. Con una amiga de la universidad o con una sobrina hizo sus primeras incursiones a lo largo de Chile, de preferencia al sur, incluyendo Chiloé. “Con el tiempo, mi amiga ya no me podía acompañar y mi sobrina se puso a pololear. Entonces de pronto tan solo me animé a salir por mi cuenta”, recuerda.
Esos primeros viajes se hicieron algo menos complejos cuando, en el año 2000, pudo adquirir una silla de ruedas eléctrica, que le permitía deambular con mayor seguridad por donde quisiera. Era el impulso definitivo que necesitaba para rendirse a sus ganas de viajar. “Se me hacía mucho más fácil salir y me ayudó a sentirme más independiente”.
En esos años visitó Europa por primera vez: Londres, para ser precisos. Y aunque no hablaba mucho inglés, se las arreglaba para recorrer barrios y lugares como el British Museum. O para moverse en el transporte público. No lo olvida: “!Me perdí varias veces¡ Lo recuerdo como una gran aventura”.
No es todo lo que recuerda. Desde infraestructura para discapacitados en hoteles y baños públicos en ciudades “turísticas”, hasta su experiencia con la amabilidad de la gente hacia los viajeros en su condición. También rampas en parques y museos, preparativos en restaurantes, cines o ascensores. Datos sobre transporte público para discapacitados y tercera edad. De todo eso trata Bárbara Kuncar en sus sitios, que creó justamente cuando vio que no había ninguna fuente de información “fidedigna”, dice, “con información sobre accesibilidad a la hora de viajar”. Entonces reunió los datos que ella misma ponía a prueba en sus viajes al extranjero, y también en algunos citytours que realizaba en Chile. “Mi idea es mostrar más que solo datos, transmitirle a la gente cómo al viajar se hacen nuevos amigos. Motivar. Entonces el lema de RutaAccesible es básicamente: atrévete y conoce”.
Con esa experiencia, Bárbara dice que tiende a preferir las ciudades como destino de sus viajes. “En la naturaleza dependo mucho más de otras personas para mi desplazamiento”. Y recuerda la vez que quiso conocer el Amazonas, así que partió a Iquitos, en Perú. Allí, gracias a la buena voluntad de la gente, logró subir su silla a una embarcación y recorrió esa selva navegando. “Es el lugar que más me ha impresionado por su paisaje”, dice. Pero no siempre se ha encontrado con personas que le den una mano cuando lo necesita. En México, el país que más la ha cautivado “por su cultura e historia”, cuenta que le costó. Mientras deambulaba por ciudades como Puebla o San Cristóbal de Las Casas, señala que tenía problemas para moverse por calles llenas de adoquines, o escalinatas, que abundan en estos lugares. Pero además recuerda que a veces los otros turistas no respetaban los espacios preferenciales para discapacitados. Ni la ayudaban. “Es un país hermoso, pero en este caso aconsejo ir acompañado”, cuenta. “Me encanta la aventura, pero también hay que ser conscientes de que uno puede ser vulnerable”.
-Según tu experiencia, ¿cuál es el sitio mejor preparado para recibir visitantes con movilidad reducida?
-En cuanto a accesibilidad, el país más preparado es Estados Unidos: por sus rampas, infraestructura de parques, calles y museos, ascensores y locomoción pública adecuada. He podido visitar Nueva York, Hawái, Los Ángeles, San Francisco, Las Vegas, Dallas y, en septiembre del año pasado, Nueva Orleans, un lugar que te transporta a la historia de los Estados Unidos y donde la esclavitud fue una triste experiencia.
Aunque por estos días los viajes de Bárbara están en pausa por la contingencia, ya planea nuevos destinos. A pesar de que se reconoce friolenta, sueña con recorrer la zona austral de Chile, aterrizando en Punta Arenas. “En general la idea de ir a un lugar en especial aparece de repente, y listo, me embarco. Nunca preparo mucho mis viajes: es parte de la aventura… aunque por ahora solo queda esperar”.