Brasil nos duele
Un candidato con pocas virtudes y muchos negativos, obtuvo el 46% de los votos en las elecciones federales brasileñas. Haddad, el petista sustituto de Lula, casi llega al 30%; un resultado meritorio a como venían las encuestas. Lo inesperado es que las estrellas menores se apagaron. Llama la atención Marina Silva que en 2010 alcanzó el 19%; en esta oportunidad las encuestas le dieron el 8 y apenas consiguió el 1%.
En resumen, un candidato militar misógino, homofóbico, racista, defensor de la tortura, apologista de la dictadura militar, deambulador partidario (estuvo en nueve organizaciones) y neoliberal recalcitrante, consiguió el mismo resultado a los que nos tenía acostumbrados Lula, quien en 2002 obtuvo 46% en primera vuelta y 48,6% en 2006; Dilma arañó el 47% en 2010.
La pregunta a responder es: ¿qué pasó?
Primero, Brasil es un país empobrecido (15 millones de habitantes en extrema pobreza, 13 millones de desempleados, 12 millones de analfabetos), plagado de sectas religiosas (derecha evangélica), comunicación deficiente y políticos corruptos (sin descontar la siempre viva amenaza militar) que emiten un discurso pérfido donde priva la mentira.
Segundo, el escandaloso impeachment a Dilma, el ilegal encarcelamiento de Lula, el ascenso a la presidencia de un político gris exhibiendo excesos romanos, más un viraje -180°- a lo definido por el PT y un Parlamento que sostuvo a Temer a rajatabla gracias a múltiples prebendas, arreglos sucios, contratos amañados, dan marco a una reacción negativa parecida al asco. Y cuando la nave naufraga impera la locura.
El ex capitán Jair Messias Bolsonaro (¿quién nombra a su hijo Mesías?) alcanzó el 20% del electorado enarbolando su habitual discurso ultraderechista, pero se calló cuando vislumbró que la puñalada lo había encumbrado a mártir.
Como dijo Eric Nepomuceno: “La primera ausencia [al final de la campaña] es la del candidato de la ultraderecha,…ya que desde el 6 de septiembre…quedó primero hospitalizado y después aislado en su casa de Río de Janeiro, para recuperarse de un atentado…”. Aún hoy se niega a debatir, confiado en dejar hacer a su imagen ficta. ¡Calladito te ves más bonito!
Sin duda, la puñalada lo favoreció ya que su techo era el mencionado 20% y era mucho. En efecto, este personaje baladí, con 28 años en la “cámara baja” presentó dos proyectos de ley. Uno ni siquiera llegó a ser votado en el Pleno: obligar, en las escuelas, a entonar el himno nacional a inicio de cada jornada.
Pese a los negativos del capitán, los lulistas no salieron a sufragar (recordemos que hace tres meses ganaba Lula con el 40%).
Puede que Haddad les haya resultado poco convincente dado que su preferencia es exclusivamente por Lula como los kirchneristas por Cristina y los morenistas en México, por Andrés Manuel López Obrador (la insustituible credibilidad del líder). Sin embargo, ello no implica permitir que un verdadero monstruo, alcance la presidencia de Brasil para que apague la luz y se hagan las tinieblas. Bolsonaro estuvo muy cerca de ganar en la primera vuelta y aunque Haddad sea el próximo ocupante del Palacio de Planalto, la gobernabilidad está comprometida ya que la oposición de derecha creció en el parlamento.
El fenómeno se explica debido al voto castigo. ¿Voto castigo para quién, nos cuestionamos? En todo caso, fue un voto suicida. Esto habla a las claras del deterioro de la política, realidad que no surgió hoy y de la que el PT tiene mucha responsabilidad. Otro tanto sucede en Uruguay. El segundo gobierno del doctor provocó serias discrepancias entre el FA y su electorado; un grave problema a resolver, también, la incertidumbre respecto al candidato presidencial.
Bolsonaro, al estilo Trump, amenaza con un golpe si no le dan la presidencia, un hecho improbable, más si las primeras encuestas en días recientes le otorgan el 58% de las intenciones. No obstante, lo deseable -si aún se puede ser optimista- es que aparezca el voto-Lula (8% sufragaron en blanco). Asimismo, la rectificación de una parte de los que apoyaron al troglodita, caídos en pánico ante la posibilidad cierta de que sea investido presidente.
Desafortunadamente, el mal ya está hecho y Haddad tendrá que liar con una fuerte oposición tanto en el Parlamento como en el Poder Judicial. La otra posibilidad es que la victoria de Bolsonaro sea irreversible; en ese caso, la región se verá afectada de la peor manera. No sería la primera vez.