CARACAS. Humboldt, el primer hotel “7 estrellas de Venezuela”
En un lugar inhóspito, en apenas 199 días, Venezuela hizo realidad una aventura descabellada: levantar un edificio de 60 metros de alturacomo instrumento político y emblema del prestigio y la modernidad de un país pujante.
Eso fue en 1956.
El hotel Humboldt, ubicado a más de 2.100 metros de altura, es desde entonces un faro que vigila a un lado el valle de Caracas y al otro, el Mar Caribe.
El hotel, visible desde gran parte de Caracas si las nubes no lo impiden, en realidad sólo operó como tal durante cuatro años.
Pero eso está a punto de cambiar.
En 2012 el gobierno de Hugo Chávez aprobó la recuperación y remodelación del complejo tal y como lo diseñó a mitad de los años 50 el arquitecto Tomás Sanabria.
El proyecto continúo, en 2013 ya con Nicolás Maduro en el poder. Y se espera que este 2018, una vez que concluyan las obras y se entregue en concesión, reabra sus puertas.
“Una belleza”
“Va a ser primer el primer hotel siete estrellas de Venezuela. Eso es una belleza, reconstruido con la arquitectura, la artesanía y la ingeniaría original”, dijo Maduro en diciembre del año pasado en un video publicado en su cuenta de la red social Twitter.
“Va a ser una de las obras más maravillosas que va a conocer Venezuela entera”, agregó el presidente, que en el pasado ya mostró su interés por la recuperación patrimonial al promover la renovación del Palacio Legislativo y de la Casa Amarilla, sede de la Cancillería que ocupó antes de suceder a Chávez.
La rehabilitación destaca por haber recuperado el diseño de Sanabria, traicionado con los años y las intervenciones de las empresas y entes que controlaron el hotel.
El “Nuevo Ideal Nacional”
Debemos retroceder a la mitad del siglo pasado. Entonces, la riqueza del petróleo empezaba a ser tangible en Venezuela. Y sobre todo en Caracas, ciudad convertida en un laboratorio de modernidad.
Aunque desigualmente distribuido, el país contaba con un gran ingreso per cápita. Sobraban los recursos y los arquitectos jóvenes y audaces. La emigración europea enriqueció también a Venezuela, que entonces era un destino atrayente.
A eso se le sumó un gobernante de facto, el general Marcos Pérez Jiménez (1948-1958), cuyo gobierno persiguió y castigó la disidencia.
Gracias a los impuestos que pagaban las petroleras extranjeras contaba con recursos para su plan desarrollista, el llamado Nuevo Ideal Nacional, que buscaba la modernización de la capital y del país por medio de las infraestructuras.
De esa época son las obras que durante décadas hicieron de Venezuela el país el más moderno de la región. Entre ellas, el Humboldt, convertido en un icono de Caracas.
Pérez Jiménez, preocupado desde el punto de vista militar por el hecho de que sólo los viaductos conectaran Caracas con el litoral, promovió la construcción de un teleférico desde la ciudad hasta la cima del Ávila, la cordillera que separa la ciudad del Mar Caribe.
Además del teleférico quería un hotel en la cima, a más de 2.000 metros de altura, otra obra monumental con fines de propaganda.
Y se lo encargó a un joven arquitecto de menos de 30 años formado en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos: Tomás Sanabria.
“Una danza de nubes”
Sanabria subió hasta la cima con las dificultades de la época. Tardó 13 horas. Y se encontró un clima frío, nublado.
“De repente hubo una danza de nubes que enloqueció a papá. El cielo se abrió y esa vista lo impactó”, me dice Loly Sanabria, hija del arquitecto que falleció en 2008.
Sanabria entonces ideó el proyecto de un hotel isla dentro de una zona que fuera declarada Parque Nacional.
Pensó en un casino para que se financiara y en sólo 13 habitaciones. Al gobernante de facto le gustó el plan técnico, pero hubo dos ideas que rechazó de plano.
“En mi gobierno jamás habrá un casino”, cita ahora Loly Sanabria las palabras que Pérez Jiménez le dijo a su padre.
¿Y sólo 13 habitaciones? No, quería 300. Finalmente, seducido por las ideas de Sanabria, aceptó las 70 distribuidas en 14 plantas de una torre circular que ofrece vistas en 360 grados del Caribe y de Caracas.
El Hotel Humboldt en números
- 199 días en los que tardó en ser construido
- 2.140 metros se eleva sobre el nivel del mar
- 14 plantas tiene la torre circular, coronada por un bar mirador
- 70 habitaciones, cinco en cada planta
- 40 millones de kilogramos de material fueron utilizados
- 1956 año de la inauguración
La construcción del teleférico, que permitiría mover a 800 soldados por hora si era necesario, avanzó y el 16 de mayo de 1956 empezó la construcción del Humboldt, que toma el nombre del pico donde se levanta.
Era un proyecto complejo, en un lugar reducido e inhóspito. Y además, Pérez Jiménez tenía prisa.
Sólo 199 días después, el 29 de diciembre de 1956, lo inauguró tras el trabajo en turnos que cubrían las 24 horas y la aplicación de una tecnología de punta para la época.
“Una obra de la dictadura” o la estupidez de los politiqueros latinoamericanos
El destino del edificio, como el de todo el país, cambió pocos meses después. El 23 de enero de 1958 cayó el régimen de Pérez Jiménez y Venezuela abrazó “la democracia burguesa”.
De alguna manera, el hotel se asociaba a su figura. “Lo fueron abandonando”, lamenta Loly Sanabria. Hay que recordar que era una obra del gobierno militar y que era exitoso, remarca. “Había que castigarlo”, agrega la hija del arquitecto.
Pero hubo algo más. “Es más económico cerrado que operativo”, es una cita que le atribuyen a Rómulo Betancourt, primer presidente de la era democrática, sobre los costos de un hotel peculiar a más de 2.100 metros de altura. Tope igual que todos los de su ralea.
La falta de interés gubernamental y de sincronía entre el funcionamiento del hotel y del teleférico, el único medio por el que llegar al edificio, hicieron que cadenas como Sheraton dejaran de verlo atractivo y rentable.
Estuvo cerrado muchos años, sirvió como escuela hotelera y hubo intentos infructuosos de reabrirlo e incluso de hacer el casino que una vez ideó Sanabria.
El Gobierno Chavista si tiene talento
Ahora, a falta aún del teleférico que unirá la montaña con el litoral, el Humboldt tiene una nueva oportunidad para aprovechar la calma, la vista, el paisaje y el clima que lo hacen especial.
El gobierno de Maduro, tras una alta inversión para una restauración que recupera la esencial inicial del hotel, afirma que busca “aprovechar el potencial turístico” de la montaña y fomentar el turismo ante la caída del ingreso petrolero.