CHÉ: a 50 años de su asesinato
En Cuba, donde todos los escolares comienzan la jornada haciendo el juramento de “seremos como el Che”, el mausoleo que guarda los restos del “guerrillero heroico” desde 1997 en la ciudad de Santa Clara será el escenario principal de los actos conmemorativos.
El presidente Evo Morales encabeza peregrinación a La Higuera para depositar una ofrenda floral al Che
Los exguerrilleros cubanos Harry Villegas (Pombo) y Leonardo Tamayo (Urbano), que combatieron en Bolivia junto al argentino-cubano Ernesto “Che” Guevara, llegaron al país andino para participar en los homenajes dedicados a conmemorar el próximo lunes los 50 años de la muerte del revolucionario.
Mito viviente
El 8 de octubre de 1967, el ejército boliviano, con el apoyo de dos agentes de la CIA cubanoestadounidenses, capturó al Che, entonces al frente de un puñado de guerrilleros que habían sobrevivido a combates, al hambre y las enfermedades.Herido en combate, Guevara fue conducido a una escuela abandonada del poblado de La Higuera donde pasó su última noche. Al mediodía siguiente, el revolucionario fue ejecutado sumariamente por Mario Terán, un sargento boliviano.
A los 39 años, el Che entraba en la leyenda, mientras su cuerpo inerte y su rostro cristiano eran exhibidos como un trofeo en la vecina localidad de Vallegrande. En Cuba, el Che fue erigido como un verdadero “santo de la Revolución”, subraya Michael Shifter, presidente del centro de análisis Diálogo Interamericano de Washington.
“El Che representa los años románticos de la Revolución, cargados de una buena dosis de utopía (…). Por ello no es de extrañar que siga siendo una figura popular y en ocasiones hasta mítica”, añade Shifter. En el mundo, la imagen de culto del guerrillero -la foto que le tomó el cubano Alberto Korda en 1960- continúa siendo un objeto comercial, reproducido en millones de camisetas, afiches y gorras que portan jóvenes de los cinco continentes, pero también estrellas del deporte y la música.
La extrema izquierda europea nacida de los sucesos de 1968 y la intelectualidad contribuyeron por años a la popularidad de este hombre, célebre por su intransigencia y voluntad de hierro, pese a fuertes limitaciones físicas derivadas del asma que padeció desde niño.
Guerrillero en cuerpo y alma
“Si él no hubiese muerto en 1967 en Bolivia, América Latina sería hoy libre, soberana, independiente y socialista (…). Porque si hubiera permanecido vivo, habría triunfado”, asegura su hermano Juan Martín Guevara, de 74 años y quien vive en Argentina, en entrevista con la AFP. “Para él, era todo o nada”, apunta. Después de concluir sus estudios de medicina y de múltiples viajes que forjaron sus convicciones, Guevara, nacido en la ciudad argentina de Rosario, conoció a Raúl y Fidel Castro en México antes de enrolarse en la guerrilla que llevó a los “barbudos” al poder en Cuba, en 1959.
A sus compañeros cubanos debe el sobrenombre de Che, interjección característica del habla argentina cotidiana, empleada para llamar la atención del interlocutor, saludarlo o expresar sorpresa. Partidario de la violencia política, supervisó durante seis meses la represión contra los “contrarrevolucionarios” -de lo que nunca renegó- y dirigió por un tiempo el Banco Central de Cuba y el Ministerio de Industrias.
Artesano del acercamiento de la Revolución Cubana con la Unión Soviética, se distanció después de las posiciones soviéticas en favor de la “coexistencia pacífica” con el bloque occidental, para defender una estrategia de conquista del poder por la vía armada, más cercana al maoísmo. A mediados de los años 60, esto lo fue alejando gradualmente de Cuba y de Castro, entonces alineados con Moscú.