Chile. 11 de septiembre de 1973, el día que Pinochet asesinó la democracia
El 11 de septiembre de 1973, la voz de Augusto Pinochet, el general que desde ese día regiría el destino de Chile por 17 años, casi no se escuchó públicamente.
Pinochet estaba apostado en el Comando de Telecomunicaciones del Ejército coordinando los pasos que seguirían los golpistas para derrocar el gobierno socialista de Salvador Allende.
A través de cadenas radiales, los uniformados comunicaban sus decisiones a la ciudadanía por medio de bandos leídos por voceros y mandos medios.
Su ausencia contrasta con las varias veces que Allende le habló al país ese día, sorprendentemente calmado, en discursos que sus seguidores han convertido en símbolos de entereza y conciencia política.
¿Plan o broma?
Lo que Pinochet dijo, en cambio, demoró 25 años en salir a la luz.
Las conversaciones que tuvo -principalmente con el comandante en jefe de la Fuerza Aérea, Gustavo Leigh y el vicealmirante Patricio Carvajal- fueron interceptadas por un radioaficionado y difundidas por primera vez en 1988 en el libro-CD “Interferencia secreta” de la periodista Patricia Verdugo.
En él, se escuchan las órdenes dadas a las tropas, los comentarios de los miembros de la futura junta y las primeras medidas que se tomarían hacia la población.
Y se revela la alusión de Pinochet a un posible accidente del avión que le estaban ofreciendo a Allende para salir del país, de la cual, según recordó hace unos años radio BíoBío, se sigue desconociendo “hasta la fecha si se trataba de un plan para matar al todavía presidente de Chile o si era sólo una broma macabra”.
1. La confirmación del golpe
La primera confirmación oficial de que algo estaba sucediendo fue transmitida a la ciudadanía a través de Radio Corporación por el propio Salvador Allende, quien había llegado al palacio de La Moneda cerca de las 7:30 de la mañana.
Un par de horas antes, en Valparaíso, a unos 115 kilómetros al oeste de Santiago, barcos de la Armada habían ingresado al puerto y tropas habían ocupado calles y edificios gubernamentales.
Alertado de la situación, el mandatario -que había intentado inútilmente contactarse desde su residencia con los jefes castrenses- llamó a los chilenos a mantener la calma y ocupar sus puestos de trabajo y aseguró que se mantendría en su puesto.
2. Los militares exigen la renuncia de Allende
Apenas media hora después, a las 8:30 de la mañana, y mientras bombardeaban y allanaban las instalaciones de los medios que apoyaban a la Unidad Popular, UP, las Fuerzas Armadas y Carabineros emitieron su primer bando, expresando que estaban unidos en la misión de “luchar por la liberación de la patria del yugo marxista” y exigiendo la renuncia de Allende.
Lo firmaron quienes integrarían la primera junta militar: los comandantes en jefe del Ejército, Augusto Pinochet, la Fuerza Aérea, Gustavo Leigh, y los autoproclamados jefe de la Armada, José Toribio Merino, y general director de Carabineros, César Mendoza.
Tras su lectura, la Guardia de Palacio abandonó La Moneda.
3. Allende se niega a renunciar
Luego del llamado de los militares, Salvador Allende volvió a dirigirse a chilenos para reiterar que no abandonaría el palacio de La Moneda y hacer una crítica a los soldados que participaban en el levantamiento.
En su intervención, el mandatario reiteró su decisión de defender la democracia, incluso a costa de su vida y alabó la actitud del director general de Carabineros titular, José María Sepúlveda, quien se encontraba junto a él en La Moneda.
4. El llamado de los trabajadores
Los militares golpistas denunciaban la incapacidad del gobierno de la UP, una grave crisis económica, social y moral y la inminencia de una guerra civil debido al incremento de grupos paramilitares armados.
Pero pese a la supuesta amenaza, en las calles de Santiago en un comienzo sólo hubo focos de resistencia aislados, en lugares como la fábrica textil Sumar y el barrio popular La Legua.
Poco después de las 9 de la mañana, la Central Unitaria de Trabajadores pidió la ocupación de puestos de trabajo, fábricas e industrias con miras a resistir a los militares y defender el gobierno de Salvador Allende.
5. La advertencia de los golpistas
Desde el momento del golpe, los militares comenzaron a emitir bandos para enviar mensajes e impartir órdenes.
En éste, uno de los primeros, advierten a la ciudadanía de que cualquier acto de sabotaje sería sancionado de la forma más drástica y en el lugar de los hechos.
6. El último discurso
Consciente de que La Moneda sería atacada y radio Magallanes, cuyos estudios se ubicaban a pocas cuadras de La Moneda, era la única emisora afín a la UP que seguía transmitiendo, Allende llamó a su director, Guillermo Ravest, y le pidió que lo sacaran al aire inmediatamente.
“No hay tiempo que perder”, lo apuró.
Minutos después de las 9 de la mañana, tres horas antes del bombardeo a La Moneda, Salvador Allende emitió sus últimas palabras y anunció su disposición a morir como Presidente de Chile.
En los días siguientes, Ravest y un radio controlador registraron el discurso en cintas magnéticas para distribuirlas entre la dirección clandestina del Partido Comunista chileno y corresponsales extranjeros, rescatando un audio que se convertiría en el testamento político del mandatario.
7. “El avión se cae”
A las 9:30 de la mañana, Allende se entrevistó con sus tres edecanes, quienes le plantearon la inutilidad de toda resistencia.
El edecán aéreo le ofreció un avión de la Fuerza Aérea para salir del país.
El mandatario rechazó la oferta y propuso dialogar con los comandantes en jefe bajo ciertas condiciones.
En el siguiente audio, del libro-CD “Interferencia secreta”- se escucha a Augusto Pinochet exigiendo la renuncia incondicional del presidente y haciendo alusión al posible accidente de la nave que lo sacaría del país.
8. El bombardeo de La Moneda
Una vez que los militares plantearon un ultimátum anunciando el bombardeo de La Moneda, Allende pidió una tregua para que pudieran salir las 11 mujeres que se encontraban en el recinto, incluida su hija Beatriz.
Los tanques completan el cerco al palacio de gobierno y quienes permanecen junto a Allende lo instan a abandonar el recinto.
A las 11:50 de la mañana los aviones Hawker Hunter del grupo 7 de la Fuerza Aérea chilena comienzan el bombardeo. Se inicia el incendio y el segundo piso resulta parcialmente destruido.
Es uno de los momentos más dramáticos de la jornada.
9. Se prohíbe circular
Cerca de las 12:40, el bando militar número 8 prohibió el tránsito de personas y vehículos en las calles de Santiago.
En medio del caos, los capitalinos intentaban volver a sus casas y comunicarse con sus seres queridos.
La Moneda había sido bombardeada y en el centro se escuchaban las sirenas de los bomberos dirigiéndose hacia ella.
10. “They said that Allende committed suicide”
Mientras La Moneda arde en llamas, el general Javier Palacios avanza hacia el palacio en medio de la acción de francotiradores que defienden al gobierno.
Allende, que lleva casco y porta un fusil, ordena después de la 1 de la tarde, la rendición y salida de quienes aún lo acompañan.
El presidente se despide de sus colaboradores, que avanzan en una columna hacia la puerta de La Moneda en calle Morandé 80, donde se entregan a los militares.
Según la investigación del juez Mario Carroza, que en 2012 confirmó el suicido del mandatario, Salvador Allende ingresa al salón Independencia, en el segundo piso, “se sienta en un sofá, coloca el fusil que portaba entre sus piernas y apoyándolo en su mentón, lo acciona, falleciendo en forma instantánea”.
El general Palacios encuentra su cadáver y el vicealmirante Patricio Carvajal informa a Pinochet lo sucedido en inglés “por si hay interferencias”.
Pinochet insiste en la idea de sacar a Allende de Chile en avión, aún si ya está muerto, y enterrarlo en Cuba.
11. Asume la junta
La Junta Militar juró el mismo 11 de septiembre, asumiendo no sólo el poder Ejecutivo, sino también el Judicial y ordenando el receso del Congreso.
Uno a uno, sus miembros –Augusto Pinochet, comandante en Jefe del Ejército, Gustavo Leigh, de la Fuerza Aérea, el autoproclamado jefe de la Armada, José Toribio Merino, y el general director de Carabineros, César Mendoza, justificaron su acción y afirmaron haber actuado por inspiración patriótica.
El régimen militar encabezado por Pinochet duraría 17 años y dejaría al menos 40 mil víctimas -entre ellas más de 3.000 muertos-, de acuerdo al trabajo realizado por distintas comisiones tras el regreso de la democracia en 1990.
* Esta nota fue publicada originalmente el 11 de septiembre de 2013, con motivo delos 40 años del golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende.